¡Ay, Dios mío! Esto del político y los escándalos parece que nunca va a acabar, ¿verdad, maes? Resulta que Fabricio Alvarado, nuestro querido (o no tanto, dependiendo del día) diputado y aspirante a la presidencia, ha salido al frente a negar rotundamente las graves acusaciones de abuso sexual que pesan sobre él. No se andan con rodeos, el tipo dice que es toda una campaña sucia orquestada por sus viejos rivales, el PLN y el Frente Amplio.
La cosa empezó a hervir el finde pasado cuando salió a la luz la historia de Alicia Castillo, una señora de unos 32 años que asegura haber sufrido abusos por parte de Alvarado cuando era menor de edad. Dice que esto pasó en la casa de su familia y hasta en el carro, aprovechándose de la cercanía que tenían debido a su participación conjunta en un grupo religioso. Imagínate el coraje de salir a relatar semejantes cosas después de tantos años... ¡Qué valentía!
Y claro, como cualquier político con ínfulas de grandeza, Alvarado no tardó en reaccionar. En un video que publicó en sus redes sociales –porque ahora todos somos influencers, diay– calificó las acusaciones de “demagogia” y “politiquería barata”. Dice que el pueblo ya está cansado de estos juegos sucios y que él está dispuesto a enfrentar cualquier proceso legal que se le presente. Pero ojo, advierte que “los casos no se litigan en la prensa”, intentando desviar la atención de la opinión pública.
Lo que más resalta es cómo Alvarado insiste en que la petición de levantarle la inmunidad es “absolutamente demagoga”, argumentando que ni siquiera hay una acusación formal. Parece que prefiere enfocarse en otros temas, como la seguridad, las colas en los hospitales y la educación –cosas que sí nos importan a todos, por cierto–. Uno se pregunta si estará tratando de cambiar de tema para evitar quedar mal con el electorado.
La verdad es que este caso trae a flote un debate importantísimo sobre el poder y la impunidad. ¿Cómo podemos garantizar que nuestros representantes actúen con integridad y respeto hacia los demás? Es evidente que la confianza ciudadana está en mínimos históricos, y situaciones como esta no hacen más que agravar la crisis. Además, ver a alguien con tanta influencia sacando pecho así, buscando justificaciones… ¡uf!
Muchos analistas políticos señalan que estas acusaciones podrían afectar seriamente las chances de Alvarado en la próxima elección. Aunque él niegue con vehemencia, el daño reputacional ya está hecho. Y no solo eso, sino que también podría tener consecuencias legales significativas, dependiendo de cómo avance la investigación. El brete al que se enfrenta es complicado, dicen algunos expertos, y no precisamente por falta de recursos.
Ahora bien, más allá de las implicaciones políticas y legales, lo que realmente importa es escuchar a la víctima y darle todo el apoyo necesario. Alicia Castillo tuvo que reunir mucho valor para contar su historia, y merece que se le tome en serio. Que esto sirva como un recordatorio de que el silencio cómplice solo perpetúa el ciclo de violencia y abuso. Que no quede impune, vaya.
En fin, este caso pinta para darle tela que cortar a la política nacional por un buen rato. Me pregunto, maes: ¿creen ustedes que Alvarado debería renunciar a su puesto como diputado mientras se lleva a cabo la investigación, o deberían esperar a que haya una sentencia firme?
La cosa empezó a hervir el finde pasado cuando salió a la luz la historia de Alicia Castillo, una señora de unos 32 años que asegura haber sufrido abusos por parte de Alvarado cuando era menor de edad. Dice que esto pasó en la casa de su familia y hasta en el carro, aprovechándose de la cercanía que tenían debido a su participación conjunta en un grupo religioso. Imagínate el coraje de salir a relatar semejantes cosas después de tantos años... ¡Qué valentía!
Y claro, como cualquier político con ínfulas de grandeza, Alvarado no tardó en reaccionar. En un video que publicó en sus redes sociales –porque ahora todos somos influencers, diay– calificó las acusaciones de “demagogia” y “politiquería barata”. Dice que el pueblo ya está cansado de estos juegos sucios y que él está dispuesto a enfrentar cualquier proceso legal que se le presente. Pero ojo, advierte que “los casos no se litigan en la prensa”, intentando desviar la atención de la opinión pública.
Lo que más resalta es cómo Alvarado insiste en que la petición de levantarle la inmunidad es “absolutamente demagoga”, argumentando que ni siquiera hay una acusación formal. Parece que prefiere enfocarse en otros temas, como la seguridad, las colas en los hospitales y la educación –cosas que sí nos importan a todos, por cierto–. Uno se pregunta si estará tratando de cambiar de tema para evitar quedar mal con el electorado.
La verdad es que este caso trae a flote un debate importantísimo sobre el poder y la impunidad. ¿Cómo podemos garantizar que nuestros representantes actúen con integridad y respeto hacia los demás? Es evidente que la confianza ciudadana está en mínimos históricos, y situaciones como esta no hacen más que agravar la crisis. Además, ver a alguien con tanta influencia sacando pecho así, buscando justificaciones… ¡uf!
Muchos analistas políticos señalan que estas acusaciones podrían afectar seriamente las chances de Alvarado en la próxima elección. Aunque él niegue con vehemencia, el daño reputacional ya está hecho. Y no solo eso, sino que también podría tener consecuencias legales significativas, dependiendo de cómo avance la investigación. El brete al que se enfrenta es complicado, dicen algunos expertos, y no precisamente por falta de recursos.
Ahora bien, más allá de las implicaciones políticas y legales, lo que realmente importa es escuchar a la víctima y darle todo el apoyo necesario. Alicia Castillo tuvo que reunir mucho valor para contar su historia, y merece que se le tome en serio. Que esto sirva como un recordatorio de que el silencio cómplice solo perpetúa el ciclo de violencia y abuso. Que no quede impune, vaya.
En fin, este caso pinta para darle tela que cortar a la política nacional por un buen rato. Me pregunto, maes: ¿creen ustedes que Alvarado debería renunciar a su puesto como diputado mientras se lleva a cabo la investigación, o deberían esperar a que haya una sentencia firme?
