¡Ay, Dios mío!, la cosa está feísima para don Celso Gamboa, má. Su equipo legal no oculta ni se anda con rodeos: las esperanzas de que le saquen las garras a este caso de extradición se van esfumando a toda velocidad. Parece que el 7 de octubre será un día amargo para el exministro y, francamente, ¿quién nos culparía?
Como bien sabemos, ya hace varios meses que el gobierno de Estados Unidos está picoteando con todo el asunto de Gamboa, acusándolo de estar metido hasta el cuello en el negocio del narcotráfico y el lavado de activos. La DEA y el FBI, esos espías internacionales, lo han puesto en la mira como uno de los jefes de una red que movía cocaína a lo grande y blanqueaba billetes verdes como churros. ¡Una olla! Lo quieren juzgar en Texas, precisamente.
Ahora, Natalia Gamboa, la hermana y abogada, soltó la bomba: “Honestamente, él tiene pocas expectativas”. Así textualmente. No dice que esté resignado, porque todavía hay lucha, pero reconoce que las probabilidades no juegan a favor. Dice que es difícil creer que puedan liberarlo y levantarle la detención provisional en medio de todo este brete. Pero bueno, como ella misma aclara, “todo es posible”, ¿verdad? Aunque a ojo de buen cubero, parece bastante cuesta arriba.
La defensa ha estado dando pelea, presentando argumentos legales, tratando de demostrar que el caso es una paparrucha, que no hay pruebas sólidas contra Gamboa. Pero al parecer, los jueces no están muy convencidos. En el ambiente se siente un aire de derrota, má. Hay que recordar que junto a Gamboa también están en la cuerda floja Pecho de Rata, alias Diosito, y Profe, alias Gato – tres figuras clave en este escándalo que ha sacudido al país.
Y es que este caso es un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. Un exministro, un ex magistrado... gente que debería dar ejemplo, pero que termina envuelta en acusaciones tan graves. Da qué pensar, ¿no creen? Rememora mucho los tiempos revueltos que hemos vivido, con tantos escándalos de corrupción que uno ya ni se sorprende. Una pena, má, una pena.
Lo que más preocupa es la magnitud de las operaciones que se le atribuyen a Gamboa. Según las investigaciones, él habría sido el cerebro detrás de cargamentos enormes de droga que entraban y salían del país, utilizando sus contactos en el gobierno para facilitar el paso. ¡Imagínate el poder que tuvo que tener para hacer esas cosas! Eso sí que es un nivel, má, un nivel que da escalofríos.
El 7 de octubre definirá el futuro de estos señores. Será el día en que sepamos si serán enviados a enfrentar cargos en Estados Unidos o si tendrán una segunda oportunidad aquí en Costa Rica. La verdad es que, viendo las cosas, parece más probable lo primero. La presión internacional es enorme, y los tribunales suelen ceder ante estas presiones. Es una lástima, pero así es la vida, má. A veces las cartas están marcadas desde el principio.
En fin, el caso Gamboa sigue generando controversia y expectación. Sea cual sea el desenlace, dejará una marca imborrable en la historia reciente de Costa Rica. Después de todo esto, ¿creen ustedes que el sistema judicial costarricense es capaz de procesar y sancionar adecuadamente a funcionarios públicos involucrados en delitos de corrupción de gran escala, o estamos condenados a repetir estos ciclos una y otra vez?
Como bien sabemos, ya hace varios meses que el gobierno de Estados Unidos está picoteando con todo el asunto de Gamboa, acusándolo de estar metido hasta el cuello en el negocio del narcotráfico y el lavado de activos. La DEA y el FBI, esos espías internacionales, lo han puesto en la mira como uno de los jefes de una red que movía cocaína a lo grande y blanqueaba billetes verdes como churros. ¡Una olla! Lo quieren juzgar en Texas, precisamente.
Ahora, Natalia Gamboa, la hermana y abogada, soltó la bomba: “Honestamente, él tiene pocas expectativas”. Así textualmente. No dice que esté resignado, porque todavía hay lucha, pero reconoce que las probabilidades no juegan a favor. Dice que es difícil creer que puedan liberarlo y levantarle la detención provisional en medio de todo este brete. Pero bueno, como ella misma aclara, “todo es posible”, ¿verdad? Aunque a ojo de buen cubero, parece bastante cuesta arriba.
La defensa ha estado dando pelea, presentando argumentos legales, tratando de demostrar que el caso es una paparrucha, que no hay pruebas sólidas contra Gamboa. Pero al parecer, los jueces no están muy convencidos. En el ambiente se siente un aire de derrota, má. Hay que recordar que junto a Gamboa también están en la cuerda floja Pecho de Rata, alias Diosito, y Profe, alias Gato – tres figuras clave en este escándalo que ha sacudido al país.
Y es que este caso es un verdadero dolor de cabeza para el gobierno. Un exministro, un ex magistrado... gente que debería dar ejemplo, pero que termina envuelta en acusaciones tan graves. Da qué pensar, ¿no creen? Rememora mucho los tiempos revueltos que hemos vivido, con tantos escándalos de corrupción que uno ya ni se sorprende. Una pena, má, una pena.
Lo que más preocupa es la magnitud de las operaciones que se le atribuyen a Gamboa. Según las investigaciones, él habría sido el cerebro detrás de cargamentos enormes de droga que entraban y salían del país, utilizando sus contactos en el gobierno para facilitar el paso. ¡Imagínate el poder que tuvo que tener para hacer esas cosas! Eso sí que es un nivel, má, un nivel que da escalofríos.
El 7 de octubre definirá el futuro de estos señores. Será el día en que sepamos si serán enviados a enfrentar cargos en Estados Unidos o si tendrán una segunda oportunidad aquí en Costa Rica. La verdad es que, viendo las cosas, parece más probable lo primero. La presión internacional es enorme, y los tribunales suelen ceder ante estas presiones. Es una lástima, pero así es la vida, má. A veces las cartas están marcadas desde el principio.
En fin, el caso Gamboa sigue generando controversia y expectación. Sea cual sea el desenlace, dejará una marca imborrable en la historia reciente de Costa Rica. Después de todo esto, ¿creen ustedes que el sistema judicial costarricense es capaz de procesar y sancionar adecuadamente a funcionarios públicos involucrados en delitos de corrupción de gran escala, o estamos condenados a repetir estos ciclos una y otra vez?