¡Paté!, la Iglesia Católica echó relajo este lunes con un llamado a los cristianos (y a todos los que andamos por acá) para que en las próximas elecciones del 2026, agarremos con conciencia al momento de meterle pata al voto. Monseñor Javier Román, presidente de la Conferencia Episcopal, nos recordó que no es juego de niños esto de elegir al próximo gobernante, y que hay que ponerle pausa y pensar qué quiere decir “bien común”. Ya saben, dejar atrás esas tonterías de escoger por mera simpatía.
La verdad, me parece oportuno este llamado. Con tanto churro que hemos visto en política, uno ya no sabe en quién confiar. Se nos olvidó que el voto es una responsabilidad, un acto moral, como dicen ellos por ahí. No se trata solamente de que nos guste la cara al candidato, sino de analizar bien qué propone, cómo lo va a hacer y si realmente tiene el corazón en el lugar correcto para defender a los más necesitados. Que no sean solo promesas vacías al aire, ¡brete!
Román, quien también anda haciendo chambitas como obispo de Limón, fue directo: no se trata de dejarnos llevar por el momento o por esos intereses personales que todos tenemos. Dijo textualmente – y lo pongo entre comillas porque así lo dijo él–: “Invitamos a los fieles y a toda la población a reflexionar sobre el valor de su voto.” ¡Digo, obvio! Pero bueno, nunca está de más recordarle a la gente que este no es un fiestón de elección cualquiera.
Y ojo, la Iglesia dejó claro que no van a estar metiendo dedo por ningún partido ni candidato específico. Ellos no quieren jalarla con eso, y yo los felicito por ello. Lo que sí pidieron es que hagamos nuestro deber de casa, analizando a fondo a los que aspiran a ocupar la silla presidencial. Tres puntos clave señalaron: la viabilidad de las propuestas, la trayectoria pública del candidato y, fundamentalmente, su honestidad. ¡Ahí está el detalle, mi pana!
Porque díganlo ustedes: ¿cuántos políticos nos han hecho pasar sal? Prometen el cielo y la tierra durante la campaña y luego, una vez arriba, se olvidan del pueblo y se llenan los bolsillos. Por eso, este llamado a evaluar la trayectoria es crucial. Hay que revisar el historial de estos personajes, ver si tienen manchas, si alguna vez han estado metidos en algún brete turbio. ¡Que no nos cuelen, diay!
Pero no solo hablaron de eso, también les preocupa el ambiente de bronca que se vive en el país últimamente. Están pidiendo calma, que no nos dejemos llevar por la desinformación ni por esos discursos polarizados que solo buscan dividirnos. Porque al final del día, somos todos ticos y necesitamos líderes que trabajen juntos por el bienestar de la nación, que defiendan la dignidad de las personas y que impulsen el desarrollo integral del país. ¡Eso sí sería chiva!
Ahora, con la campaña acercándose a nosotros a toda velocidad, seguramente vamos a escuchar un montón de cosas, de propuestas increíbles, de promesas que parecen sacadas de un cuento de hadas. Pero hay que mantener la cabeza fría, analizar con lupa, cuestionar todo y no dejarnos engañar. Recordemos que estamos eligiendo a alguien que va a tomar decisiones que afectan nuestras vidas, las de nuestros hijos y las de las futuras generaciones. ¡Es un gran responsabilidad, mi raza!
En fin, este llamado de la Iglesia nos pone a pensar. Después de todo este rollo, me pregunto: ¿cree usted que la ciudadanía costarricense está realmente preparada para ejercer su derecho al voto de forma consciente y responsable en 2026, priorizando el bien común por encima de cualquier interés personal o partidista?
La verdad, me parece oportuno este llamado. Con tanto churro que hemos visto en política, uno ya no sabe en quién confiar. Se nos olvidó que el voto es una responsabilidad, un acto moral, como dicen ellos por ahí. No se trata solamente de que nos guste la cara al candidato, sino de analizar bien qué propone, cómo lo va a hacer y si realmente tiene el corazón en el lugar correcto para defender a los más necesitados. Que no sean solo promesas vacías al aire, ¡brete!
Román, quien también anda haciendo chambitas como obispo de Limón, fue directo: no se trata de dejarnos llevar por el momento o por esos intereses personales que todos tenemos. Dijo textualmente – y lo pongo entre comillas porque así lo dijo él–: “Invitamos a los fieles y a toda la población a reflexionar sobre el valor de su voto.” ¡Digo, obvio! Pero bueno, nunca está de más recordarle a la gente que este no es un fiestón de elección cualquiera.
Y ojo, la Iglesia dejó claro que no van a estar metiendo dedo por ningún partido ni candidato específico. Ellos no quieren jalarla con eso, y yo los felicito por ello. Lo que sí pidieron es que hagamos nuestro deber de casa, analizando a fondo a los que aspiran a ocupar la silla presidencial. Tres puntos clave señalaron: la viabilidad de las propuestas, la trayectoria pública del candidato y, fundamentalmente, su honestidad. ¡Ahí está el detalle, mi pana!
Porque díganlo ustedes: ¿cuántos políticos nos han hecho pasar sal? Prometen el cielo y la tierra durante la campaña y luego, una vez arriba, se olvidan del pueblo y se llenan los bolsillos. Por eso, este llamado a evaluar la trayectoria es crucial. Hay que revisar el historial de estos personajes, ver si tienen manchas, si alguna vez han estado metidos en algún brete turbio. ¡Que no nos cuelen, diay!
Pero no solo hablaron de eso, también les preocupa el ambiente de bronca que se vive en el país últimamente. Están pidiendo calma, que no nos dejemos llevar por la desinformación ni por esos discursos polarizados que solo buscan dividirnos. Porque al final del día, somos todos ticos y necesitamos líderes que trabajen juntos por el bienestar de la nación, que defiendan la dignidad de las personas y que impulsen el desarrollo integral del país. ¡Eso sí sería chiva!
Ahora, con la campaña acercándose a nosotros a toda velocidad, seguramente vamos a escuchar un montón de cosas, de propuestas increíbles, de promesas que parecen sacadas de un cuento de hadas. Pero hay que mantener la cabeza fría, analizar con lupa, cuestionar todo y no dejarnos engañar. Recordemos que estamos eligiendo a alguien que va a tomar decisiones que afectan nuestras vidas, las de nuestros hijos y las de las futuras generaciones. ¡Es un gran responsabilidad, mi raza!
En fin, este llamado de la Iglesia nos pone a pensar. Después de todo este rollo, me pregunto: ¿cree usted que la ciudadanía costarricense está realmente preparada para ejercer su derecho al voto de forma consciente y responsable en 2026, priorizando el bien común por encima de cualquier interés personal o partidista?
