Maes, ¿se puede hablar del nuevo hospital de Cartago sin que a uno le dé algo? Es que la vara lleva AÑOS. Desde que uno estaba en el cole se oye del bendito proyecto, y mientras tanto, el Max Peralta sigue reventando, con la gente hasta en los pasillos y los doctores haciendo magia con lo que tienen. La espera de los brumosos ya parece una broma de mal gusto, y todo por un pleito político que, para ser completamente honestos, ha sido un despiche monumental de principio a fin.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El gobierno de Rodrigo Chaves, con doña Marta Esquivel a la cabeza de la Caja en ese entonces, se emperró en que el terreno de El Guarco no servía. Le buscaron la quinta pata al gato, a pesar de que todos los informes técnicos decían que el lote estaba perfecto. Francamente, se jalaron una torta tremenda, porque lo único que lograron no fue cancelar el proyecto para siempre, sino atrasarlo, encarecerlo y, de paso, joderle la paciencia a toda una provincia que lleva décadas esperando un servicio de salud digno.
Y luego, el capítulo surrealista de la empresa mexicana. ¿Se acuerdan? Prodemex, que había ganado la licitación en buena lid, de un pronto a otro sale con que “siempre no, muchas gracias”. ¡Qué raro, mae! Justo cuando el Gobierno más los estaba presionando. Diay, como era de esperarse, la prensa se mandó y destapó que los representantes de la empresa se habían reunido con Esquivel un día antes de echarse para atrás. Uno no es malpensado, pero… huele a jugada más que extraña. Por esa movida, por poco y el proyecto entero se nos va al traste por segunda vez.
Pero en medio del caos, vino el plot twist. Viendo el enredo y la clara intención de frenar la obra, cinco miembros de la Junta Directiva de la Caja hicieron una movida de ajedrez digna de estudio: le quitaron la decisión a la Junta Directiva (donde el Gobierno tiene la sartén por el mango) y se la pasaron a un órgano puramente técnico, la Junta de Adquisiciones. ¡Imagínense la cara del presi! Chaves salió a decir que la jugada era "asquerosa y repudiable". Claro, ¿cómo no? Le quitaron el poder de seguir entrabando la vara. Ahí fue donde se les cayó el teatro y el plan B (o C, o Z) para detener el hospital.
Al final de esta novela, los técnicos le adjudicaron el brete a la empresa tica Van der Laat y Jiménez, la Contraloría ya dio el visto bueno, y ahora sí, parece que la construcción va porque va. La pregunta es, ¿a qué costo? Años perdidos, 22 millones de colones mensuales en alquileres que paga la Caja por falta de espacio, y lo más importante: miles de brumosos que han estado saladísimos, aguantando en un hospital que ya no da más. La novela tuvo de todo: drama, misterio y hasta villanos. Por fin parece que llega el último capítulo.
Ahora que por fin va a arrancar, ¿creen que valió la pena tanto pleito? ¿O fue simplemente una pérdida de tiempo y plata por pura necedad política? ¿Qué opinan ustedes, maes?
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El gobierno de Rodrigo Chaves, con doña Marta Esquivel a la cabeza de la Caja en ese entonces, se emperró en que el terreno de El Guarco no servía. Le buscaron la quinta pata al gato, a pesar de que todos los informes técnicos decían que el lote estaba perfecto. Francamente, se jalaron una torta tremenda, porque lo único que lograron no fue cancelar el proyecto para siempre, sino atrasarlo, encarecerlo y, de paso, joderle la paciencia a toda una provincia que lleva décadas esperando un servicio de salud digno.
Y luego, el capítulo surrealista de la empresa mexicana. ¿Se acuerdan? Prodemex, que había ganado la licitación en buena lid, de un pronto a otro sale con que “siempre no, muchas gracias”. ¡Qué raro, mae! Justo cuando el Gobierno más los estaba presionando. Diay, como era de esperarse, la prensa se mandó y destapó que los representantes de la empresa se habían reunido con Esquivel un día antes de echarse para atrás. Uno no es malpensado, pero… huele a jugada más que extraña. Por esa movida, por poco y el proyecto entero se nos va al traste por segunda vez.
Pero en medio del caos, vino el plot twist. Viendo el enredo y la clara intención de frenar la obra, cinco miembros de la Junta Directiva de la Caja hicieron una movida de ajedrez digna de estudio: le quitaron la decisión a la Junta Directiva (donde el Gobierno tiene la sartén por el mango) y se la pasaron a un órgano puramente técnico, la Junta de Adquisiciones. ¡Imagínense la cara del presi! Chaves salió a decir que la jugada era "asquerosa y repudiable". Claro, ¿cómo no? Le quitaron el poder de seguir entrabando la vara. Ahí fue donde se les cayó el teatro y el plan B (o C, o Z) para detener el hospital.
Al final de esta novela, los técnicos le adjudicaron el brete a la empresa tica Van der Laat y Jiménez, la Contraloría ya dio el visto bueno, y ahora sí, parece que la construcción va porque va. La pregunta es, ¿a qué costo? Años perdidos, 22 millones de colones mensuales en alquileres que paga la Caja por falta de espacio, y lo más importante: miles de brumosos que han estado saladísimos, aguantando en un hospital que ya no da más. La novela tuvo de todo: drama, misterio y hasta villanos. Por fin parece que llega el último capítulo.
Ahora que por fin va a arrancar, ¿creen que valió la pena tanto pleito? ¿O fue simplemente una pérdida de tiempo y plata por pura necedad política? ¿Qué opinan ustedes, maes?
