¡Ay, Dios mío! Aquí vamos otra vez con la CCSS y sus broncas. Las mamás que dependen de las licencias de cuidado para atender a sus hijos enfermos están pasándola canchitas, pues parece que el erario público se secó y no saben cómo van a llegar a fin de mes. La bronca es seria, mae, porque estamos hablando de familias enteras que dependen de este apoyo para poder trabajar y mantener a sus hijos.
Todo empezó hace unas semanas, cuando la Caja anunció que no tenían suficiente lana para seguir pagando las licencias. Dicen que el problema es el Fondo de Solidaridad para el Financiamento de la Educación (FODESAF), que es quien les pasa la bola a la CCSS, y que ahí no hay suficiente presupuesto. Según dicen, el déficit podría alcanzar los ¢2.700 millones para cerrar el año. ¡Una torta!, pues eso afecta a cientos de familias.
Y no se trata de números fríos, porque detrás de cada estadística hay una historia humana. Tomemos el caso de Ivon Brenes, por ejemplo. Ella está cuidando a su hija pequeña, que tiene una enfermedad crónica, y depende totalmente de la licencia para poder darle la atención que necesita. Pero ya va por los 30 días sin recibir el pago, y la situación se le está poniendo bien difícil. ¿Cómo pagar la luz, el agua, la renta, la comida, si no tienes ni para el chunche?
“Yo estoy cuidando una menor de edad que tiene tres años. ¿Cómo pago la casa?, ¿cómo pago el agua?, ¿cómo pago la luz?”, se lamenta Ivon entre lágrimas. Dice que ya le cortaron la luz y que tuvo que recurrir a pedir prestado, y que además le amenazan con echarla de la casa porque acumula moras. ¡Qué despiche! Imagínate estar en esa situación, cuidando de un hijo enfermo y preocupándote por si te vas a quedar en la calle.”
Por supuesto, desde la CCSS intentan ponerle paños húmedos al asunto. Arnoldo León, del Área Tesorería General, explica que el programa de fase terminal se quedó sin fondos. “La CCSS conforme las transferencias recibidas de Fodesaf procede al desembolso a los beneficiarios de esta ley. A la fecha los recursos recibidos no son suficientes para la continuidad de pagos de estas licencias”, dice León, tratando de sonar calmado, pero la verdad es que la situación pinta feísima.
Pero desde FODESAF dicen que sí hicieron transferencias adicionales y hasta adelantos. Aseguran que todos los recursos del fondo están asignados y ejecutados, y que no tienen ‘dinero extra’ para solucionar el problema. ¡Un brete! Parece que nadie quiere asumir la responsabilidad y las familias quedan varadas en medio de la cornisa. La verdad es que esto huele raro, y uno sospecha que habrá chambritas y malos manejos de lana, como siempre.
Para entender el contexto, vale la pena recordar que las licencias de cuidado están pensadas para permitir que los trabajadores asalariados puedan atender a familiares enfermos sin perder su empleo. Son una herramienta importante para proteger a las familias y promover el equilibrio entre la vida laboral y personal. Pero si no hay recursos para financiarlas, ¿de qué sirve tener la ley? Se convierte en un papel mojado, como tantos otros en este país.
En fin, la situación es crítica y amerita una solución urgente. Con la Navidad acercándose, miles de familias se enfrentan a un futuro incierto, sin saber cómo van a cubrir sus necesidades básicas. ¿Ustedes qué opinan, compas? ¿Debería el gobierno buscar fuentes alternativas de financiamiento para garantizar el pago de las licencias de cuidado, aunque eso implique recortar gastos en otras áreas? ¡Díganme!
Todo empezó hace unas semanas, cuando la Caja anunció que no tenían suficiente lana para seguir pagando las licencias. Dicen que el problema es el Fondo de Solidaridad para el Financiamento de la Educación (FODESAF), que es quien les pasa la bola a la CCSS, y que ahí no hay suficiente presupuesto. Según dicen, el déficit podría alcanzar los ¢2.700 millones para cerrar el año. ¡Una torta!, pues eso afecta a cientos de familias.
Y no se trata de números fríos, porque detrás de cada estadística hay una historia humana. Tomemos el caso de Ivon Brenes, por ejemplo. Ella está cuidando a su hija pequeña, que tiene una enfermedad crónica, y depende totalmente de la licencia para poder darle la atención que necesita. Pero ya va por los 30 días sin recibir el pago, y la situación se le está poniendo bien difícil. ¿Cómo pagar la luz, el agua, la renta, la comida, si no tienes ni para el chunche?
“Yo estoy cuidando una menor de edad que tiene tres años. ¿Cómo pago la casa?, ¿cómo pago el agua?, ¿cómo pago la luz?”, se lamenta Ivon entre lágrimas. Dice que ya le cortaron la luz y que tuvo que recurrir a pedir prestado, y que además le amenazan con echarla de la casa porque acumula moras. ¡Qué despiche! Imagínate estar en esa situación, cuidando de un hijo enfermo y preocupándote por si te vas a quedar en la calle.”
Por supuesto, desde la CCSS intentan ponerle paños húmedos al asunto. Arnoldo León, del Área Tesorería General, explica que el programa de fase terminal se quedó sin fondos. “La CCSS conforme las transferencias recibidas de Fodesaf procede al desembolso a los beneficiarios de esta ley. A la fecha los recursos recibidos no son suficientes para la continuidad de pagos de estas licencias”, dice León, tratando de sonar calmado, pero la verdad es que la situación pinta feísima.
Pero desde FODESAF dicen que sí hicieron transferencias adicionales y hasta adelantos. Aseguran que todos los recursos del fondo están asignados y ejecutados, y que no tienen ‘dinero extra’ para solucionar el problema. ¡Un brete! Parece que nadie quiere asumir la responsabilidad y las familias quedan varadas en medio de la cornisa. La verdad es que esto huele raro, y uno sospecha que habrá chambritas y malos manejos de lana, como siempre.
Para entender el contexto, vale la pena recordar que las licencias de cuidado están pensadas para permitir que los trabajadores asalariados puedan atender a familiares enfermos sin perder su empleo. Son una herramienta importante para proteger a las familias y promover el equilibrio entre la vida laboral y personal. Pero si no hay recursos para financiarlas, ¿de qué sirve tener la ley? Se convierte en un papel mojado, como tantos otros en este país.
En fin, la situación es crítica y amerita una solución urgente. Con la Navidad acercándose, miles de familias se enfrentan a un futuro incierto, sin saber cómo van a cubrir sus necesidades básicas. ¿Ustedes qué opinan, compas? ¿Debería el gobierno buscar fuentes alternativas de financiamiento para garantizar el pago de las licencias de cuidado, aunque eso implique recortar gastos en otras áreas? ¡Díganme!