¡Ay, papá! La Ruta 1 sigue siendo un dolor de cabeza. Resulta que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) volvió a contratar a una empresa que ya había tenido problemas en este mismo proyecto. Parece que la memoria corta es parte del trabajo, ¿verdad?
Como recordarán, la ampliación del tramo entre Barranca y Limonal, unos 49 kilómetros de pura paciencia, se dividió en dos fases: una de Barranca a San Gerardo y la otra hasta Limonal. Pues bien, el MOPT acaba de anunciar que ya tienen firmado contrato con Meco y con un consorcio llamado Estrella-Bel Ingeniería. Pero aquí viene el “pero” gigante: Estrella ya anduvo metida en esto antes, junto a H. Solís, y esa movida terminó en un fiasco.
Si les suena familiar, es porque así es. A mitad del 2023, H. Solís-Estrella pidieron darle fin al contrato que tenían, alegando que estaban atascados en medio del escándalo del caso Cochinilla. Eso dejó la obra casi parada, y encima reclaman una indemnización millonaria – ¡cerca de 23 palos! – por cosas como retenciones de buena obra, honorarios de ingenieros, limpiezas y hasta optimizaciones de diseño. Imaginen la bronca que eso generó.
Antes de eso, el MOPT anduvo forcejeando por meses tratando de convencerlos para que cedieran la obra a otra compañía. En aquel momento, el ministro Luis Amador decía que necesitaban “concentrar esfuerzos” en otros proyectos como Taras-La Lima y la Circunvalación Norte. Lo que sea que fuera, el resultado fue el mismo: el contrato se acabó y dejaron caer la bola.
Y ahora, Estrella resurge como ave Fénix (con un socio diferente, Bel Ingeniería) para trabajar en el tramo de Barranca a San Gerardo. ¿Les parece cuento chino? A muchos diputados tampoco les cuadra. El diputado Luis Fernando Mendoza cuestionó directamente al ministro Efraím Zeledón sobre esta decisión, preguntándole cómo era posible que Estrella volviera a meterse en este brete. Zeledón, con toda la calma del mundo, respondió que “no había forma de impedir” que participaran, argumentando que Estrella no había recibido sanciones formales y que, además, antes el proyecto estaba sujeto a las reglas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Ahora, con el Fondo de Avales, aparentemente pueden hacer lo que quieran. De hecho, los contratos fueron enviados a la Contraloría General de la República (CGR) para que los revisen en 25 días. Se supone que si todo sale bien (y vaya que sí salió bien), la construcción podría retomarse en noviembre. Además, según el ministro, esta vez sí incluyen “herramientas” para poder sancionar o cancelar el contrato si las cosas se salen de control. Ojalá esta vez funcione, porque la paciencia ya está más que agotada.
Pero vamos al grano, ¿qué significa todo esto para nosotros los que usamos la Ruta 1 día tras día? Significa que podríamos estar viendo de nuevo los mismos retrasos, los mismos problemas de coordinación y, posiblemente, los mismos costos inflados. Después de todo lo que pasó con H. Solís, ¿de verdad estamos seguros de que esta vez será diferente? Este proyecto se convirtió en un verdadero nudo gordiano, una maraña de intereses y promesas rotas.
Con todo lo dicho, me pregunto: ¿Debería el MOPT haber tomado medidas más drásticas para vetar a Estrella de futuras licitaciones, considerando su participación previa y las complicaciones que causó? ¿O la justificación del ministro Zeledón sobre la autonomía de las empresas y las regulaciones del Fondo de Avales es suficiente para legitimar esta decisión?
Como recordarán, la ampliación del tramo entre Barranca y Limonal, unos 49 kilómetros de pura paciencia, se dividió en dos fases: una de Barranca a San Gerardo y la otra hasta Limonal. Pues bien, el MOPT acaba de anunciar que ya tienen firmado contrato con Meco y con un consorcio llamado Estrella-Bel Ingeniería. Pero aquí viene el “pero” gigante: Estrella ya anduvo metida en esto antes, junto a H. Solís, y esa movida terminó en un fiasco.
Si les suena familiar, es porque así es. A mitad del 2023, H. Solís-Estrella pidieron darle fin al contrato que tenían, alegando que estaban atascados en medio del escándalo del caso Cochinilla. Eso dejó la obra casi parada, y encima reclaman una indemnización millonaria – ¡cerca de 23 palos! – por cosas como retenciones de buena obra, honorarios de ingenieros, limpiezas y hasta optimizaciones de diseño. Imaginen la bronca que eso generó.
Antes de eso, el MOPT anduvo forcejeando por meses tratando de convencerlos para que cedieran la obra a otra compañía. En aquel momento, el ministro Luis Amador decía que necesitaban “concentrar esfuerzos” en otros proyectos como Taras-La Lima y la Circunvalación Norte. Lo que sea que fuera, el resultado fue el mismo: el contrato se acabó y dejaron caer la bola.
Y ahora, Estrella resurge como ave Fénix (con un socio diferente, Bel Ingeniería) para trabajar en el tramo de Barranca a San Gerardo. ¿Les parece cuento chino? A muchos diputados tampoco les cuadra. El diputado Luis Fernando Mendoza cuestionó directamente al ministro Efraím Zeledón sobre esta decisión, preguntándole cómo era posible que Estrella volviera a meterse en este brete. Zeledón, con toda la calma del mundo, respondió que “no había forma de impedir” que participaran, argumentando que Estrella no había recibido sanciones formales y que, además, antes el proyecto estaba sujeto a las reglas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Ahora, con el Fondo de Avales, aparentemente pueden hacer lo que quieran. De hecho, los contratos fueron enviados a la Contraloría General de la República (CGR) para que los revisen en 25 días. Se supone que si todo sale bien (y vaya que sí salió bien), la construcción podría retomarse en noviembre. Además, según el ministro, esta vez sí incluyen “herramientas” para poder sancionar o cancelar el contrato si las cosas se salen de control. Ojalá esta vez funcione, porque la paciencia ya está más que agotada.
Pero vamos al grano, ¿qué significa todo esto para nosotros los que usamos la Ruta 1 día tras día? Significa que podríamos estar viendo de nuevo los mismos retrasos, los mismos problemas de coordinación y, posiblemente, los mismos costos inflados. Después de todo lo que pasó con H. Solís, ¿de verdad estamos seguros de que esta vez será diferente? Este proyecto se convirtió en un verdadero nudo gordiano, una maraña de intereses y promesas rotas.
Con todo lo dicho, me pregunto: ¿Debería el MOPT haber tomado medidas más drásticas para vetar a Estrella de futuras licitaciones, considerando su participación previa y las complicaciones que causó? ¿O la justificación del ministro Zeledón sobre la autonomía de las empresas y las regulaciones del Fondo de Avales es suficiente para legitimar esta decisión?
