¡Ay, Dios mío, qué emotizado me dejó esto! Resulta que un chamaco de apenas cinco añitos, Michael, le echó unos kilos de ternura al mundo entero al invitar a toda su clase a celebrar su adopción. No es cuento, ¡lo compartió con sus compas!
La movida pasó allá por Estados Unidos, en Michigan, pa' ser exactos. En un tribunal del condado de Kent, Michael entró con sus papás adoptivos, pero lo que realmente levantó pasmita fue ver a toda su clase ahí, agitando corazoncitos de papel. Imagínate la escena, ¡pura magia! Se armó un ambiente de película, pero bien real, ¿caché?
Y ni hablar de la jueza Patricia Gardner, que le dio el visto bueno a que cada nene se manifestara sobre lo que Michael significa para ellos. Un chamaquito llamado Steven soltó: “Michael es mi mejor amigo”. Y Lily, con toda la inocencia del mundo, dijo: “¡Yo amo a Michael!”. Pura emoción, diay.
El ambiente se puso a carcajear, hubo abrazos, aplausos… hasta la jueza lució un collarito navideño. Lo mejor de todo fue cuando Michael, junto a sus nuevos papás, golpeó el mazo que hizo oficial la adopción. ¡Se vino la casa abajo con los vítores y unas cuantas lagrimitas de alegría!
Pero lo verdaderamente bacán de esta vara es el mensaje que transmitió. La maestra de Michael, con razón, sentenció que “la familia no tiene que ser la del ADN, la familia es apoyo y amor”. Y eso resonó fuerte, causando que la foto del niño sonriente, rodeado de tanto cariño, se hiciera viral en las redes sociales. ¡Tremenda!
Esta celebración coincidió con el Día de la Adopción anual en el condado, donde 37 niños encontraron su hogar permanente. La jueza Gardner recalcó que estas historias son prueba de la resiliencia de los niños y el compromiso de tantas familias. Dijo que aunque el camino haya sido largo, al final se ven “milagros y la fuerza del amor”. ¡Eso sí que da esperanzas!
Cuando salió del tribunal, Michael estaba más que contento. Gritó a todo pulmón: “¡Amo a mi papá!”, mientras se abrazaba a él. Cerrando así un día que nos recuerda que los vínculos más fuertes no siempre nacen de la sangre, sino del corazón. Una verdadera lección de vida, mis panas. Me recordó a cuando mi abuela me decía que el cariño vale más que cualquier certificado.
En fin, ¡qué historia tan linda nos regala Michael! Pero dime tú, ¿crees que iniciativas como esta deberían implementarse más seguido en Costa Rica, para crear conciencia sobre la importancia de la adopción y brindar un futuro lleno de amor a tantos niños que lo necesitan? ¡Déjame tu comentario!
La movida pasó allá por Estados Unidos, en Michigan, pa' ser exactos. En un tribunal del condado de Kent, Michael entró con sus papás adoptivos, pero lo que realmente levantó pasmita fue ver a toda su clase ahí, agitando corazoncitos de papel. Imagínate la escena, ¡pura magia! Se armó un ambiente de película, pero bien real, ¿caché?
Y ni hablar de la jueza Patricia Gardner, que le dio el visto bueno a que cada nene se manifestara sobre lo que Michael significa para ellos. Un chamaquito llamado Steven soltó: “Michael es mi mejor amigo”. Y Lily, con toda la inocencia del mundo, dijo: “¡Yo amo a Michael!”. Pura emoción, diay.
El ambiente se puso a carcajear, hubo abrazos, aplausos… hasta la jueza lució un collarito navideño. Lo mejor de todo fue cuando Michael, junto a sus nuevos papás, golpeó el mazo que hizo oficial la adopción. ¡Se vino la casa abajo con los vítores y unas cuantas lagrimitas de alegría!
Pero lo verdaderamente bacán de esta vara es el mensaje que transmitió. La maestra de Michael, con razón, sentenció que “la familia no tiene que ser la del ADN, la familia es apoyo y amor”. Y eso resonó fuerte, causando que la foto del niño sonriente, rodeado de tanto cariño, se hiciera viral en las redes sociales. ¡Tremenda!
Esta celebración coincidió con el Día de la Adopción anual en el condado, donde 37 niños encontraron su hogar permanente. La jueza Gardner recalcó que estas historias son prueba de la resiliencia de los niños y el compromiso de tantas familias. Dijo que aunque el camino haya sido largo, al final se ven “milagros y la fuerza del amor”. ¡Eso sí que da esperanzas!
Cuando salió del tribunal, Michael estaba más que contento. Gritó a todo pulmón: “¡Amo a mi papá!”, mientras se abrazaba a él. Cerrando así un día que nos recuerda que los vínculos más fuertes no siempre nacen de la sangre, sino del corazón. Una verdadera lección de vida, mis panas. Me recordó a cuando mi abuela me decía que el cariño vale más que cualquier certificado.
En fin, ¡qué historia tan linda nos regala Michael! Pero dime tú, ¿crees que iniciativas como esta deberían implementarse más seguido en Costa Rica, para crear conciencia sobre la importancia de la adopción y brindar un futuro lleno de amor a tantos niños que lo necesitan? ¡Déjame tu comentario!
