¡Ay, Dios mío! Parece que en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) andan metidos en un brete gordo, y no precisamente uno bueno. La Undeca, esa que siempre está pendiente por nosotros los trabajadores, soltó la bomba este viernes: un caos institucional por culpa del nuevo sistema ERP-SAP. ¡Quién lo diría! Después de tanto rollo y dinero invertido, resulta que estamos peor que antes. ¡Qué torta!
La cosa pinta fea porque, según denuncian, hay diferencias contables e inventarios que superan los ¢18.000 millones entre el viejo Sistema Integrado de Farmacias (SIF) y este SAP que prometían sería la salvación. Imagínate la bronca, ¡más plata desaparecida! Y eso sin contar que dicen que la entrada en funcionamiento fue súper apresurada, sin considerar los consejos de los técnicos. Claramente, alguien quería presumir el lanzamiento y ahora nos toca pagarla a todos.
Undeca no se anda con rodeos y afirma que el sistema ha generado rezagos de información, desabastecimientos y, lo más grave, afecta la atención a los pacientes. ¡Imagínate tener que esperar horas por una medicina o descubrir que no está disponible! Eso sí que no es chido. Dicen que los módulos estaban más inestables que licuadora de mango verde desde el principio, pero nadie hizo caso a las alertas. Ya ven, clásico de nuestra querida institución.
Lo más preocupante es la sobrecarga operativa y los controles manuales que han surgido gracias a este cambio. Inventarios incompletos, datos inconsistentes... ¡Un verdadero desastre administrativo! Según la Undeca, algunos inventarios tienen hasta cuatro meses de retraso, lo que aumenta el riesgo de que falten medicinas esenciales. ¡Qué sal! Nos quieren hacer vivir así.
Pero la cosa no termina ahí, porque también están hablando de riesgos legales y sanitarios relacionados con medicamentos controlados, como el fentanilo. Al parecer, hay cargas triples, omisiones y un desfase enorme entre lo que dice el sistema y lo que realmente tenemos en mano. Por eso tuvieron que parar temporalmente el ERP-SAP para intentar arreglar el problema, ¡pero ya el daño está hecho! Ese es el nivel al que hemos llegado, maes.
Y ni hablar del ambiente de tensión laboral que se vive en la CCSS. Entre la presión por resolver los problemas del sistema y la incertidumbre sobre el futuro, nuestros compañeros están sufriendo bastante. Además, la Undeca señala un daño reputacional importante para la institución, y temen que esto afecte el presupuesto del próximo año. ¡Una verdadera pesadilla!
La Undeca, sin pelos en la lengua, responsabiliza directamente a la Junta Directiva de la CCSS y a la presidenta ejecutiva, Mónica Taylor. Exigen su renuncia inmediata, argumentando que ellos mismos le asignaron la responsabilidad de dirigir el proyecto. Parece que la pelota está en su tejado, y les urge tomar cartas en el asunto. Lo que quedó claro es que se fueron al traste con este proyecto, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de todos los costarricenses. Han violado el deber de probidad, ¡qué pena ajena!
En fin, parece que la historia del ERP-SAP en la CCSS se va a seguir alargando por mucho tiempo. Pero la pregunta del millón es: ¿Cómo podemos evitar que situaciones como esta se repitan en el futuro? ¿Deberíamos exigir auditorías más rigurosas antes de implementar proyectos de esta magnitud? ¿O acaso necesitamos cambiar la forma en que gestionamos los recursos públicos? ¡Dime tú qué piensas, parce!
La cosa pinta fea porque, según denuncian, hay diferencias contables e inventarios que superan los ¢18.000 millones entre el viejo Sistema Integrado de Farmacias (SIF) y este SAP que prometían sería la salvación. Imagínate la bronca, ¡más plata desaparecida! Y eso sin contar que dicen que la entrada en funcionamiento fue súper apresurada, sin considerar los consejos de los técnicos. Claramente, alguien quería presumir el lanzamiento y ahora nos toca pagarla a todos.
Undeca no se anda con rodeos y afirma que el sistema ha generado rezagos de información, desabastecimientos y, lo más grave, afecta la atención a los pacientes. ¡Imagínate tener que esperar horas por una medicina o descubrir que no está disponible! Eso sí que no es chido. Dicen que los módulos estaban más inestables que licuadora de mango verde desde el principio, pero nadie hizo caso a las alertas. Ya ven, clásico de nuestra querida institución.
Lo más preocupante es la sobrecarga operativa y los controles manuales que han surgido gracias a este cambio. Inventarios incompletos, datos inconsistentes... ¡Un verdadero desastre administrativo! Según la Undeca, algunos inventarios tienen hasta cuatro meses de retraso, lo que aumenta el riesgo de que falten medicinas esenciales. ¡Qué sal! Nos quieren hacer vivir así.
Pero la cosa no termina ahí, porque también están hablando de riesgos legales y sanitarios relacionados con medicamentos controlados, como el fentanilo. Al parecer, hay cargas triples, omisiones y un desfase enorme entre lo que dice el sistema y lo que realmente tenemos en mano. Por eso tuvieron que parar temporalmente el ERP-SAP para intentar arreglar el problema, ¡pero ya el daño está hecho! Ese es el nivel al que hemos llegado, maes.
Y ni hablar del ambiente de tensión laboral que se vive en la CCSS. Entre la presión por resolver los problemas del sistema y la incertidumbre sobre el futuro, nuestros compañeros están sufriendo bastante. Además, la Undeca señala un daño reputacional importante para la institución, y temen que esto afecte el presupuesto del próximo año. ¡Una verdadera pesadilla!
La Undeca, sin pelos en la lengua, responsabiliza directamente a la Junta Directiva de la CCSS y a la presidenta ejecutiva, Mónica Taylor. Exigen su renuncia inmediata, argumentando que ellos mismos le asignaron la responsabilidad de dirigir el proyecto. Parece que la pelota está en su tejado, y les urge tomar cartas en el asunto. Lo que quedó claro es que se fueron al traste con este proyecto, poniendo en riesgo la salud y el bienestar de todos los costarricenses. Han violado el deber de probidad, ¡qué pena ajena!
En fin, parece que la historia del ERP-SAP en la CCSS se va a seguir alargando por mucho tiempo. Pero la pregunta del millón es: ¿Cómo podemos evitar que situaciones como esta se repitan en el futuro? ¿Deberíamos exigir auditorías más rigurosas antes de implementar proyectos de esta magnitud? ¿O acaso necesitamos cambiar la forma en que gestionamos los recursos públicos? ¡Dime tú qué piensas, parce!