¿Sabía usted que existe una agrupación de mujeres vírgenes en Costa Rica?

Que loco no sabía
En el recóndito cantón de Pérez Zeledón, en la provincia de San José, un fenómeno poco común y de profundo calado espiritual ha comenzado a aflorar con una fuerza renovada.

Se trata del Ordo Virginum, una comunidad eclesial dedicada a la vida consagrada de mujeres que, habiendo decidido no contraer matrimonio terrenal, optan por una vida de devoción y servicio a la iglesia bajo la promesa de virginidad perpetua.

Esta comunidad, que celebra en 2024 setenta años de la diócesis de San Isidro, ha visto un incremento notable en sus filas desde su establecimiento en julio de 2022. Según Lisandra Chaves, miembro del equipo coordinador para América Latina, la comunidad cuenta ya con ocho mujeres consagradas y siete candidatas. Este crecimiento es reflejo de un proceso formativo profundo, que abarca desde lo humano a lo espiritual, extendiéndose a lo pastoral e intelectual durante un curso de cuatro años y medio.

Las actividades del Ordo no son meramente contemplativas; tienen un componente activo muy fuerte. Por ejemplo, este año han realizado un taller sobre el Sínodo de Sinodalidad, donde las participantes aprenden a facilitar diálogos espirituales y se fortalece el vínculo comunitario. Además, la comunidad ha llevado a cabo obras de teatro y otras actividades recreativas que, según Chaves, "permiten reírnos juntas y fortalecer nuestros lazos".

Lo interesante de esta vocación es que, aunque milenaria y aparentemente anacrónica, responde a una necesidad contemporánea de buscar significado en tradiciones ancestrales, adaptándolas a los desafíos modernos. La comunidad ha alcanzado a tener un eco en otros países de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Panamá, donde se han iniciado colaboraciones para establecer formaciones similares.

Es irónico y revelador que en una época dominada por el individualismo y la gratificación instantánea, exista un grupo de mujeres que elija la consagración y el servicio desinteresado como camino de vida. Este tipo de compromiso, enraizado en la fe pero proyectado hacia la comunidad, no solo desafía las normas sociales contemporáneas, sino que también refuerza la noción de que la espiritualidad puede ser una respuesta viable y enriquecedora a las incertidumbres del mundo moderno.

Solo los foreros registrados pueden disfrutar ver los archivos adjuntos.


Esta comunidad no solo sobrevive, sino que prospera, aportando una visión alternativa sobre la feminidad y la dedicación espiritual. En un mundo que a menudo valora más lo material que lo espiritual, las vírgenes consagradas de Costa Rica ofrecen un testimonio elocuente de una vida guiada por valores profundamente arraigados y un compromiso inquebrantable con su fe y comunidad.
 
Algunas personas son castrados mentales, desde pequeños se les enseño a condenar el sexo como algo satánico, la verdad no los podría comprender por que el sexo es también un regalo de Dios.
 
En el recóndito cantón de Pérez Zeledón, en la provincia de San José, un fenómeno poco común y de profundo calado espiritual ha comenzado a aflorar con una fuerza renovada.

Se trata del Ordo Virginum, una comunidad eclesial dedicada a la vida consagrada de mujeres que, habiendo decidido no contraer matrimonio terrenal, optan por una vida de devoción y servicio a la iglesia bajo la promesa de virginidad perpetua.

Esta comunidad, que celebra en 2024 setenta años de la diócesis de San Isidro, ha visto un incremento notable en sus filas desde su establecimiento en julio de 2022. Según Lisandra Chaves, miembro del equipo coordinador para América Latina, la comunidad cuenta ya con ocho mujeres consagradas y siete candidatas. Este crecimiento es reflejo de un proceso formativo profundo, que abarca desde lo humano a lo espiritual, extendiéndose a lo pastoral e intelectual durante un curso de cuatro años y medio.

Las actividades del Ordo no son meramente contemplativas; tienen un componente activo muy fuerte. Por ejemplo, este año han realizado un taller sobre el Sínodo de Sinodalidad, donde las participantes aprenden a facilitar diálogos espirituales y se fortalece el vínculo comunitario. Además, la comunidad ha llevado a cabo obras de teatro y otras actividades recreativas que, según Chaves, "permiten reírnos juntas y fortalecer nuestros lazos".

Lo interesante de esta vocación es que, aunque milenaria y aparentemente anacrónica, responde a una necesidad contemporánea de buscar significado en tradiciones ancestrales, adaptándolas a los desafíos modernos. La comunidad ha alcanzado a tener un eco en otros países de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Panamá, donde se han iniciado colaboraciones para establecer formaciones similares.

Es irónico y revelador que en una época dominada por el individualismo y la gratificación instantánea, exista un grupo de mujeres que elija la consagración y el servicio desinteresado como camino de vida. Este tipo de compromiso, enraizado en la fe pero proyectado hacia la comunidad, no solo desafía las normas sociales contemporáneas, sino que también refuerza la noción de que la espiritualidad puede ser una respuesta viable y enriquecedora a las incertidumbres del mundo moderno.

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Esta comunidad no solo sobrevive, sino que prospera, aportando una visión alternativa sobre la feminidad y la dedicación espiritual. En un mundo que a menudo valora más lo material que lo espiritual, las vírgenes consagradas de Costa Rica ofrecen un testimonio elocuente de una vida guiada por valores profundamente arraigados y un compromiso inquebrantable con su fe y comunidad.
interesante agrupacion
 
En el recóndito cantón de Pérez Zeledón, en la provincia de San José, un fenómeno poco común y de profundo calado espiritual ha comenzado a aflorar con una fuerza renovada.

Se trata del Ordo Virginum, una comunidad eclesial dedicada a la vida consagrada de mujeres que, habiendo decidido no contraer matrimonio terrenal, optan por una vida de devoción y servicio a la iglesia bajo la promesa de virginidad perpetua.

Esta comunidad, que celebra en 2024 setenta años de la diócesis de San Isidro, ha visto un incremento notable en sus filas desde su establecimiento en julio de 2022. Según Lisandra Chaves, miembro del equipo coordinador para América Latina, la comunidad cuenta ya con ocho mujeres consagradas y siete candidatas. Este crecimiento es reflejo de un proceso formativo profundo, que abarca desde lo humano a lo espiritual, extendiéndose a lo pastoral e intelectual durante un curso de cuatro años y medio.

Las actividades del Ordo no son meramente contemplativas; tienen un componente activo muy fuerte. Por ejemplo, este año han realizado un taller sobre el Sínodo de Sinodalidad, donde las participantes aprenden a facilitar diálogos espirituales y se fortalece el vínculo comunitario. Además, la comunidad ha llevado a cabo obras de teatro y otras actividades recreativas que, según Chaves, "permiten reírnos juntas y fortalecer nuestros lazos".

Lo interesante de esta vocación es que, aunque milenaria y aparentemente anacrónica, responde a una necesidad contemporánea de buscar significado en tradiciones ancestrales, adaptándolas a los desafíos modernos. La comunidad ha alcanzado a tener un eco en otros países de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Panamá, donde se han iniciado colaboraciones para establecer formaciones similares.

Es irónico y revelador que en una época dominada por el individualismo y la gratificación instantánea, exista un grupo de mujeres que elija la consagración y el servicio desinteresado como camino de vida. Este tipo de compromiso, enraizado en la fe pero proyectado hacia la comunidad, no solo desafía las normas sociales contemporáneas, sino que también refuerza la noción de que la espiritualidad puede ser una respuesta viable y enriquecedora a las incertidumbres del mundo moderno.

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Esta comunidad no solo sobrevive, sino que prospera, aportando una visión alternativa sobre la feminidad y la dedicación espiritual. En un mundo que a menudo valora más lo material que lo espiritual, las vírgenes consagradas de Costa Rica ofrecen un testimonio elocuente de una vida guiada por valores profundamente arraigados y un compromiso inquebrantable con su fe y comunidad.
Que tema mas curioso, datos que se aprenden día con día.
 
En el recóndito cantón de Pérez Zeledón, en la provincia de San José, un fenómeno poco común y de profundo calado espiritual ha comenzado a aflorar con una fuerza renovada.

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Esta comunidad, que celebra en 2024 setenta años de la diócesis de San Isidro, ha visto un incremento notable en sus filas desde su establecimiento en julio de 2022. Según Lisandra Chaves, miembro del equipo coordinador para América Latina, la comunidad cuenta ya con ocho mujeres consagradas y siete candidatas. Este crecimiento es reflejo de un proceso formativo profundo, que abarca desde lo humano a lo espiritual, extendiéndose a lo pastoral e intelectual durante un curso de cuatro años y medio.

Las actividades del Ordo no son meramente contemplativas; tienen un componente activo muy fuerte. Por ejemplo, este año han realizado un taller sobre el Sínodo de Sinodalidad, donde las participantes aprenden a facilitar diálogos espirituales y se fortalece el vínculo comunitario. Además, la comunidad ha llevado a cabo obras de teatro y otras actividades recreativas que, según Chaves, "permiten reírnos juntas y fortalecer nuestros lazos".

Lo interesante de esta vocación es que, aunque milenaria y aparentemente anacrónica, responde a una necesidad contemporánea de buscar significado en tradiciones ancestrales, adaptándolas a los desafíos modernos. La comunidad ha alcanzado a tener un eco en otros países de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Panamá, donde se han iniciado colaboraciones para establecer formaciones similares.

Es irónico y revelador que en una época dominada por el individualismo y la gratificación instantánea, exista un grupo de mujeres que elija la consagración y el servicio desinteresado como camino de vida. Este tipo de compromiso, enraizado en la fe pero proyectado hacia la comunidad, no solo desafía las normas sociales contemporáneas, sino que también refuerza la noción de que la espiritualidad puede ser una respuesta viable y enriquecedora a las incertidumbres del mundo moderno.

Solo los foreros registrados pueden disfrutar ver los archivos adjuntos.


Esta comunidad no solo sobrevive, sino que prospera, aportando una visión alternativa sobre la feminidad y la dedicación espiritual. En un mundo que a menudo valora más lo material que lo espiritual, las vírgenes consagradas de Costa Rica ofrecen un testimonio elocuente de una vida guiada por valores profundamente arraigados y un compromiso inquebrantable con su fe y comunidad.
Las razones saltan a la vista
 
No tenía idea de esa congregación en el país, sabía que existían en España pero no que habían cruzado el charco
 
Me parece interesante que todavía exista este tipo de movimientos y por lo que veo no tienen obligación a ser vírgenes, solo lo son por que así lo desean
 
Yo aplaudo esa vocación si así se puede llamar, no es cualquiera que decide darse a Dios por completo.
 
Yo aplaudo esa vocación si así se puede llamar, no es cualquiera que decide darse a Dios por completo.
 
En el recóndito cantón de Pérez Zeledón, en la provincia de San José, un fenómeno poco común y de profundo calado espiritual ha comenzado a aflorar con una fuerza renovada.

Se trata del Ordo Virginum, una comunidad eclesial dedicada a la vida consagrada de mujeres que, habiendo decidido no contraer matrimonio terrenal, optan por una vida de devoción y servicio a la iglesia bajo la promesa de virginidad perpetua.

Esta comunidad, que celebra en 2024 setenta años de la diócesis de San Isidro, ha visto un incremento notable en sus filas desde su establecimiento en julio de 2022. Según Lisandra Chaves, miembro del equipo coordinador para América Latina, la comunidad cuenta ya con ocho mujeres consagradas y siete candidatas. Este crecimiento es reflejo de un proceso formativo profundo, que abarca desde lo humano a lo espiritual, extendiéndose a lo pastoral e intelectual durante un curso de cuatro años y medio.

Las actividades del Ordo no son meramente contemplativas; tienen un componente activo muy fuerte. Por ejemplo, este año han realizado un taller sobre el Sínodo de Sinodalidad, donde las participantes aprenden a facilitar diálogos espirituales y se fortalece el vínculo comunitario. Además, la comunidad ha llevado a cabo obras de teatro y otras actividades recreativas que, según Chaves, "permiten reírnos juntas y fortalecer nuestros lazos".

Lo interesante de esta vocación es que, aunque milenaria y aparentemente anacrónica, responde a una necesidad contemporánea de buscar significado en tradiciones ancestrales, adaptándolas a los desafíos modernos. La comunidad ha alcanzado a tener un eco en otros países de Centroamérica, como Nicaragua, Guatemala y Panamá, donde se han iniciado colaboraciones para establecer formaciones similares.

Es irónico y revelador que en una época dominada por el individualismo y la gratificación instantánea, exista un grupo de mujeres que elija la consagración y el servicio desinteresado como camino de vida. Este tipo de compromiso, enraizado en la fe pero proyectado hacia la comunidad, no solo desafía las normas sociales contemporáneas, sino que también refuerza la noción de que la espiritualidad puede ser una respuesta viable y enriquecedora a las incertidumbres del mundo moderno.

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Esta comunidad no solo sobrevive, sino que prospera, aportando una visión alternativa sobre la feminidad y la dedicación espiritual. En un mundo que a menudo valora más lo material que lo espiritual, las vírgenes consagradas de Costa Rica ofrecen un testimonio elocuente de una vida guiada por valores profundamente arraigados y un compromiso inquebrantable con su fe y comunidad.
 
Curioso, es bonito saber que hay gente que optan por estilos de vida diferentes a los de la mayoría, y viven en celibato, me gustaria saber más de como afrontan su vida y como controlan sus deseos y logran vivir de esa manera
 

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