¡Ay, Dios mío, qué bronca! Resulta que la Sala Cuatro, ahí andan haciendo justicia, y esta vez le dieron una sopa caliente al Ministerio de Educación Pública (MEP). Parece que seis estudiantes del Colegio Técnico Profesional (CTP) Mario Quirós Sasso de Tres Ríos estaban pasando horrible, encerrados en una bodega, porque así dicen, sin ventanas, ventilación ni luz decente. Y la Sala les dice: ¡Alto ahí!
La cosa es que estos estudiantes, pobres muchachos, tienen necesidades especiales bien complejas – uno con síndrome de Usher que afecta la vista y el equilibrio, otro con problemas de visión y epilepsia, y otros con parálisis cerebral y autismo. Imagínate intentar concentrarte en matemáticas con esos obstáculos. El problema, según ellos, era que la bodega donde tenían clase no cumplía con ninguna condición mínima de seguridad, ventilación o iluminación, tal como lo estipula el reglamento del MEP. ¡Una torta!
Y vaya que se hartaron de reclamar, porque presentaron un recurso formal ante la Sala Constitucional, explicando que estar en esas condiciones no solo les impedía aprender, sino que también ponía en riesgo su salud y bienestar general. No es cualquier cosita, ¿eh? Hablamos de derechos básicos.
Lo más curioso de todo es que el director del CTP, don Fernando Torres Quirós, bajo juramento, admitió que crearon este grupo especial en noviembre de 2024, pero confesó: “No contamos con el espacio, ni con el presupuesto, ni con el profesor”. ¡Madre mía, qué despiste! Dijo que le habían indicado que bastaba con un espacio chiquito y que la Dirección Regional de Educación de Cartago iba a ayudar. Pero claro, ahí es donde empieza el rollo…
Porque Víctor Hugo Orozco, el director regional de Educación en Cartago, se contradice con el director del CTP. Dice que nunca le pidieron permiso para abrir el grupo con esas características y que él sabía que el espacio no estaba adecuado. ¡Qué sal! Esto ya parece novela, ¿verdad?
Pero la Sala Cuatro no se quedó callada. Declaró el recurso procedente y ordenó a Orozco y al jefe del departamento de asesoría pedagógica de Cartago que trasladen a los estudiantes a un lugar más amplio y adecuado dentro del colegio en un plazo máximo de dos meses. ¡Un alivio para esos jóvenes!
Ahora, la junta educativa del CTP tiene que buscarle la vuelta, conseguir el financiamiento y adaptar las instalaciones para que cumplan con las normas del MEP. ¡Que no se tiren atrás ahora! Es hora de poner manos a la obra y demostrar que realmente les importan estos estudiantes.
Con esta victoria legal, esperamos que el MEP aprenda la lección y priorice la inclusión y la accesibilidad en todas las escuelas del país. Ahora me pregunto, ¿crees que esta decisión impulsará otras instituciones a mejorar las condiciones para estudiantes con necesidades especiales o simplemente será otra promesa incumplida en el papel?
La cosa es que estos estudiantes, pobres muchachos, tienen necesidades especiales bien complejas – uno con síndrome de Usher que afecta la vista y el equilibrio, otro con problemas de visión y epilepsia, y otros con parálisis cerebral y autismo. Imagínate intentar concentrarte en matemáticas con esos obstáculos. El problema, según ellos, era que la bodega donde tenían clase no cumplía con ninguna condición mínima de seguridad, ventilación o iluminación, tal como lo estipula el reglamento del MEP. ¡Una torta!
Y vaya que se hartaron de reclamar, porque presentaron un recurso formal ante la Sala Constitucional, explicando que estar en esas condiciones no solo les impedía aprender, sino que también ponía en riesgo su salud y bienestar general. No es cualquier cosita, ¿eh? Hablamos de derechos básicos.
Lo más curioso de todo es que el director del CTP, don Fernando Torres Quirós, bajo juramento, admitió que crearon este grupo especial en noviembre de 2024, pero confesó: “No contamos con el espacio, ni con el presupuesto, ni con el profesor”. ¡Madre mía, qué despiste! Dijo que le habían indicado que bastaba con un espacio chiquito y que la Dirección Regional de Educación de Cartago iba a ayudar. Pero claro, ahí es donde empieza el rollo…
Porque Víctor Hugo Orozco, el director regional de Educación en Cartago, se contradice con el director del CTP. Dice que nunca le pidieron permiso para abrir el grupo con esas características y que él sabía que el espacio no estaba adecuado. ¡Qué sal! Esto ya parece novela, ¿verdad?
Pero la Sala Cuatro no se quedó callada. Declaró el recurso procedente y ordenó a Orozco y al jefe del departamento de asesoría pedagógica de Cartago que trasladen a los estudiantes a un lugar más amplio y adecuado dentro del colegio en un plazo máximo de dos meses. ¡Un alivio para esos jóvenes!
Ahora, la junta educativa del CTP tiene que buscarle la vuelta, conseguir el financiamiento y adaptar las instalaciones para que cumplan con las normas del MEP. ¡Que no se tiren atrás ahora! Es hora de poner manos a la obra y demostrar que realmente les importan estos estudiantes.
Con esta victoria legal, esperamos que el MEP aprenda la lección y priorice la inclusión y la accesibilidad en todas las escuelas del país. Ahora me pregunto, ¿crees que esta decisión impulsará otras instituciones a mejorar las condiciones para estudiantes con necesidades especiales o simplemente será otra promesa incumplida en el papel?