[h=1]Diplomacia del estadio[/h]
En África, desde Sudán a Zambia, o de Argelia a Mozambique, cada día es más visible la huella de China, que para alimentar su imparable maquinaria industrial y el ritmo de crecimiento −que promedió entre 7% y 9% anual la última década−, necesita el petróleo, hierro, cobre, aluminio, níquel, carbón, maderas, oro, diamantes y otras piedras preciosas, que poseen los países africanos.Pero el gigante asiático no solo explota bosques en África, sino también en el este de Siberia (Rusia), y obtiene petróleo lo mismo en Venezuela que en Brasil, y soya y otros granos en países como Argentina, o puntos de avanzada diplomática y comercial en Costa Rica y otras naciones centroamericanas.
Valga mencionar que desde que irrumpió la avanzada china en África −a inicios de la década pasada−, su comercio bilateral con los países africanos se multiplicó por más de siete, y el país asiático se convirtió para ellos en su principal fuente de financiamiento, desplazando a socios tradicionales como Francia y Gran Bretaña; inversiones multimillonarias en infraestructura comenzaron a cambiar el rostro de muchos de esos países. A cambio, miles de obreros chinos trabajan a destajo y en condiciones inhumanas en la construcción de carreteras, puentes, presas, centrales eléctricas, estadios, edificios públicos.
Esta situación ha empezado a originar críticas de pobladores locales y otros sectores, por considerar que Pekín está repitiendo los patrones colonialistas europeos, llevándose los recursos naturales de África a cambio de nada, pues ni fuentes de trabajo crean, porque en casi todos los proyectos la mano de obra es china.
Para suavizar resistencias y mostrar a las poblaciones locales que la relación con China es beneficiosa, Pekín ha echado mano de la llamada diplomacia de la infraestructura o del ”edificio regalado”, lo que incluye la construcción de modernos estadios de fútbol desde África hasta América Latina, sin dejar de lado a las islas del Caribe.
Hace poco más de un año, la Unión Africana estrenó una moderna sede en Addis Abeba, Etiopía, un edificio de 20 pisos regalado por el gobierno chino, con un costo de $200 millones.
El Parlamento de Camboya (Asia), la Cancillería de Mozambique (África), y el Estadio Nacional de Costa Rica, se suman a los ejemplos de la diplomacia de la infraestructura.
En el Caribe, Bahamas tiene ahora también un estadio nacional propio, construido totalmente por trabajadores y con materiales chinos. Un regalo similar obtuvo Granada, cuyo estadio nacional de cricket fue reconstruido a un costo de $40 millones, pagados por China.
La vecina Dominica fue uno de los últimos países de la región en cancelar relaciones diplomáticas con Taiwán y establecerlas con la República Popular China y, entre otros proyectos, el gobierno chino le recompensó con un estadio nacional de cricket de $17 millones. Lo mismo ocurrió en Costa Rica durante el gobierno de Óscar Arias (2006-2010).
En Argelia y Angola, países africanos donde China tiene fuertes intereses petroleros, también recibieron estadios, dos el primero y cuatro el segundo, que suscribió millonarios contratos, convirtiéndose en uno de los principales proveedores del oro negro para el gigante asiático.
Camerún, Tanzania, Guinea (Conacrí), Gana, Togo, República Centroafricana, Congo Brazaville, Zambia, Malawi y Mozambique, son igualmente países donde se ha dado el patrón del estadio chino.
En África, desde Sudán a Zambia, o de Argelia a Mozambique, cada día es más visible la huella de China, que para alimentar su imparable maquinaria industrial y el ritmo de crecimiento −que promedió entre 7% y 9% anual la última década−, necesita el petróleo, hierro, cobre, aluminio, níquel, carbón, maderas, oro, diamantes y otras piedras preciosas, que poseen los países africanos.Pero el gigante asiático no solo explota bosques en África, sino también en el este de Siberia (Rusia), y obtiene petróleo lo mismo en Venezuela que en Brasil, y soya y otros granos en países como Argentina, o puntos de avanzada diplomática y comercial en Costa Rica y otras naciones centroamericanas.
Valga mencionar que desde que irrumpió la avanzada china en África −a inicios de la década pasada−, su comercio bilateral con los países africanos se multiplicó por más de siete, y el país asiático se convirtió para ellos en su principal fuente de financiamiento, desplazando a socios tradicionales como Francia y Gran Bretaña; inversiones multimillonarias en infraestructura comenzaron a cambiar el rostro de muchos de esos países. A cambio, miles de obreros chinos trabajan a destajo y en condiciones inhumanas en la construcción de carreteras, puentes, presas, centrales eléctricas, estadios, edificios públicos.
Esta situación ha empezado a originar críticas de pobladores locales y otros sectores, por considerar que Pekín está repitiendo los patrones colonialistas europeos, llevándose los recursos naturales de África a cambio de nada, pues ni fuentes de trabajo crean, porque en casi todos los proyectos la mano de obra es china.
Para suavizar resistencias y mostrar a las poblaciones locales que la relación con China es beneficiosa, Pekín ha echado mano de la llamada diplomacia de la infraestructura o del ”edificio regalado”, lo que incluye la construcción de modernos estadios de fútbol desde África hasta América Latina, sin dejar de lado a las islas del Caribe.
Hace poco más de un año, la Unión Africana estrenó una moderna sede en Addis Abeba, Etiopía, un edificio de 20 pisos regalado por el gobierno chino, con un costo de $200 millones.
El Parlamento de Camboya (Asia), la Cancillería de Mozambique (África), y el Estadio Nacional de Costa Rica, se suman a los ejemplos de la diplomacia de la infraestructura.
En el Caribe, Bahamas tiene ahora también un estadio nacional propio, construido totalmente por trabajadores y con materiales chinos. Un regalo similar obtuvo Granada, cuyo estadio nacional de cricket fue reconstruido a un costo de $40 millones, pagados por China.
La vecina Dominica fue uno de los últimos países de la región en cancelar relaciones diplomáticas con Taiwán y establecerlas con la República Popular China y, entre otros proyectos, el gobierno chino le recompensó con un estadio nacional de cricket de $17 millones. Lo mismo ocurrió en Costa Rica durante el gobierno de Óscar Arias (2006-2010).
En Argelia y Angola, países africanos donde China tiene fuertes intereses petroleros, también recibieron estadios, dos el primero y cuatro el segundo, que suscribió millonarios contratos, convirtiéndose en uno de los principales proveedores del oro negro para el gigante asiático.
Camerún, Tanzania, Guinea (Conacrí), Gana, Togo, República Centroafricana, Congo Brazaville, Zambia, Malawi y Mozambique, son igualmente países donde se ha dado el patrón del estadio chino.