Bueno, viendo ya el "desvió" que ha tenido este tema, es conveniente que pongamos los puntos sobre las íes y dejar la trama(i.e trolleada jeje) al respecto.
Efectivamente este tema no es para hablar de la ilegalización del divorcio, sino para hablar del "matrimonio gay".
ACtualmente estamos en una cruzada por parte de las diversas denominaciones cristianas para realizar un infame referendum con respecto a este tema, y la inquietud del divorcio me saltó a la vista teniendo en cuenta lo que los preceptos cristianos establacen, los cuales tienen rango constitucional en nuestro país(nada que se oponga a la "Moral Universal").
La ilegalización del divorcio en este caso constituye lo que los lógicos llaman(y que se ha usado en este foro muchas veces en diversos temas) una reducción a lo absurdo.
Reducci
Se parte de la premisa del adversario que defiende la ilegalización de cualquier tipo de figura jurídica que otorgue a los homosexuales viviendo en pareja derechos patrimoniales y otras cuestiones, so pretexto de la defensa del concepto de familia "tradicional" y su influencia en la sociedad.
Para "demostrar" mi punto me serví de una disposición legal que es aceptada por la mayoría de la gente que adversa el otorgamiento de derechos constitucionales a los homosexuales, el divorcio, lo cual constituye una contradicción dentro sus posiciones con respecto al tema.
Como se ha observado, el divorcio, o mejor dicho, la libertad de separarse de alguien y el consecuente sustento legal de esta acción, acarrea consigo inevitablemente el quiebre de ciertos círculos de violencia o insatisfacción personal que caben dentro del régimen de "familia tradicional".
Históricamente, el punto de partida en la existencia masiva( o mejor dicho de reconocimiento y visibilidad) de otros tipos de familia además de la tradicional viene constituido primeramente por el establecimiento legal de ceremonias matrimoniales fuera del dominio religioso(medida bastante revolucionaria), y seguidamente el reconocimiento del divorcio para este tipo de uniones. A modo resumido, viene el divorcio y luego cada vez mayores niveles de tolerancia a figuras no ortodoxas(aunque todavía hay un grupo considerable de "ingoramuses" que no ven esto con buenos ojos), se reconoce su existencia y su aporte a la sociedad. Falta reconocer la existencia y el aporte de los homosexuales.
En el campo de los numeritos, las estadísticas puestas al inicio revelan la tendencia. De 1960 hasta la fecha, cada vez hay menos familias tradicionales.
Peyistez convenientemente indica que la familia es una cuestión de sustancia y no de número, por tanto es válido para él adversar las sociedades de convivencia a la vez que se acepta la figura del divorcio ya que el concepto se mantiene intacto, sin embargo eso no justifica ni siquiera tangencialmente el hecho de que tengamos una definición rígida de Familia en la Constitución. El espíritu de la ley, y el de la lógica detrás de esto, es que sin la familia tradicional la sociedad se va al carajo. Aquí la sociedad como un todo no puede estar sujeta únicamente a cuestiones de sustancia, sino necesariamente de número. Si fuera cierto que sin la familia la sociedad se va al diablo, el hecho de que pocas familias en el sentido cristiano existan(patriarcales: papá, mamá, crías), significa evidentemente que la mayoría de individuos no se rigen de acuerdo a ese esquema y por tanto la sociedad se irá a la mierda a pesar de que el concepto de familia conservador quede intacto en la constitución El Estado y la Constitución de acuerdo a nuestras disposiciones deben velar por la familia tradicional tanto cualitativa como cuantitativamente.
Redundando en esto, divorcio= menos familias tradicionales= menos sustancia, desde el punto de vista conservador. Por tanto el Estado al aceptar el divorcio contraviene la función que la Sala IV afirma que el estado tiene en temas familiares; la excusa de la Sala para prohibir las sociedades de convivencia riñe con la "permisividad" observada respecto al divorcio.
La Sala se contradice en este caso. ¿Por qué será?
Razones hay muchas, pero se reducen a un concepto bastante gastado en mis intervenciones: el fariseísmo.