Diay, maes, llega setiembre y con él toda la vara de la Independencia. Para algunos es sinónimo de presas por los desfiles, para otros es solo un feriado más en el calendario. Pero hay que admitirlo: ver pasar la Antorcha de la Independencia todavía tiene algo, una chispa que se niega a apagarse. Y la noticia que nos llega desde la frontera norte es de esas que da gusto contar. Esta mañana, la llama llegó sanita y salva a Upala, después de un recorrido nocturno que arrancó en Cañas, Guanacaste. Y lo mejor de todo: la organización fue impecable, ¡un verdadero éxito cívico!
No es cualquier cosa, ¿saben? Imagínense el brete que implica coordinar a un montón de estudiantes para que corran de noche, con una antorcha encendida, cruzando cantones. El recorrido nocturno desde Cañas hasta Upala es toda una travesía, y requiere un nivel de compromiso y aguante que a veces damos por sentado. Esos güilas que se apuntan a cargar la antorcha son unos cargas, en serio. No es solo el acto físico de correr, es mantener viva una tradición que nos une, es pasar el testigo —literalmente— de una generación a otra. Es una imagen potentísima ver esa pequeña llama avanzando en la oscuridad de la madrugada por las carreteras de la zona norte.
Y aquí es donde la cosa se pone tuanis. En un país donde a veces parece que cualquier evento masivo es una invitación al desorden, esta vez todo salió perfecto. El reporte oficial dice que el operativo de la Fuerza Pública se manejó sin un solo problema, gracias al "comportamiento cívico de los participantes". Traducido del lenguaje formal al nuestro: cero despiche, cero tortas. La gente llegó a apoyar, a celebrar con respeto, y los organizadores y la policía hicieron su trabajo de forma coordinada y eficiente. ¡Qué chiva cuando las cosas salen bien! Demuestra que cuando nos proponemos hacer una vara en orden, podemos lograrlo sin problema. La actividad terminó como tiene que ser, en el Parque Central de Upala, con todo el mundo cantando el Himno Nacional. A cachete.
Más allá del chunche de metal con fuego, lo que esta noticia nos deja es una reflexión sobre el valor de estos símbolos. En una época de cinismo y división, donde todo se cuestiona y se polariza, un evento como este nos recuerda que todavía hay cosas que nos conectan como ticos. La antorcha no es de un partido político, ni de una ideología, ni de una región. Es de todos. Ver a la comunidad de Upala recibiéndola con tanto fervor, ver a los estudiantes de Guanacaste pasándosela con orgullo, es un recordatorio de que, en el fondo, compartimos una historia y un pedacito de tierra que llamamos casa.
Al final, este tipo de noticias son un respiro. No hay polémicas, no hay salados, no hay nada que lamentar. Es simplemente una celebración de lo que somos, ejecutada con un nivel de organización digno de aplauso. Un recordatorio de que el espíritu cívico no está muerto, solo necesita ocasiones como esta para volver a brillar con fuerza. Me parece que es una de esas buenas varas que merecen más que una nota de pasada en las noticias, ¿no creen? Es la prueba de que las tradiciones, cuando se cuidan y se respetan, siguen teniendo un poder inmenso.
Pero diay, ahora les pregunto a ustedes, maes del foro: ¿Todavía les mueve el piso ver pasar la antorcha? ¿O sienten que es una tradición que se ha ido quedando, como un eco del cole? ¡Cuenten a ver qué piensan!
No es cualquier cosa, ¿saben? Imagínense el brete que implica coordinar a un montón de estudiantes para que corran de noche, con una antorcha encendida, cruzando cantones. El recorrido nocturno desde Cañas hasta Upala es toda una travesía, y requiere un nivel de compromiso y aguante que a veces damos por sentado. Esos güilas que se apuntan a cargar la antorcha son unos cargas, en serio. No es solo el acto físico de correr, es mantener viva una tradición que nos une, es pasar el testigo —literalmente— de una generación a otra. Es una imagen potentísima ver esa pequeña llama avanzando en la oscuridad de la madrugada por las carreteras de la zona norte.
Y aquí es donde la cosa se pone tuanis. En un país donde a veces parece que cualquier evento masivo es una invitación al desorden, esta vez todo salió perfecto. El reporte oficial dice que el operativo de la Fuerza Pública se manejó sin un solo problema, gracias al "comportamiento cívico de los participantes". Traducido del lenguaje formal al nuestro: cero despiche, cero tortas. La gente llegó a apoyar, a celebrar con respeto, y los organizadores y la policía hicieron su trabajo de forma coordinada y eficiente. ¡Qué chiva cuando las cosas salen bien! Demuestra que cuando nos proponemos hacer una vara en orden, podemos lograrlo sin problema. La actividad terminó como tiene que ser, en el Parque Central de Upala, con todo el mundo cantando el Himno Nacional. A cachete.
Más allá del chunche de metal con fuego, lo que esta noticia nos deja es una reflexión sobre el valor de estos símbolos. En una época de cinismo y división, donde todo se cuestiona y se polariza, un evento como este nos recuerda que todavía hay cosas que nos conectan como ticos. La antorcha no es de un partido político, ni de una ideología, ni de una región. Es de todos. Ver a la comunidad de Upala recibiéndola con tanto fervor, ver a los estudiantes de Guanacaste pasándosela con orgullo, es un recordatorio de que, en el fondo, compartimos una historia y un pedacito de tierra que llamamos casa.
Al final, este tipo de noticias son un respiro. No hay polémicas, no hay salados, no hay nada que lamentar. Es simplemente una celebración de lo que somos, ejecutada con un nivel de organización digno de aplauso. Un recordatorio de que el espíritu cívico no está muerto, solo necesita ocasiones como esta para volver a brillar con fuerza. Me parece que es una de esas buenas varas que merecen más que una nota de pasada en las noticias, ¿no creen? Es la prueba de que las tradiciones, cuando se cuidan y se respetan, siguen teniendo un poder inmenso.
Pero diay, ahora les pregunto a ustedes, maes del foro: ¿Todavía les mueve el piso ver pasar la antorcha? ¿O sienten que es una tradición que se ha ido quedando, como un eco del cole? ¡Cuenten a ver qué piensan!
