¡Ay, dios mío! La vida te da unos golpes que ni colorín… Randall Gamboa Esquivel, un señor de 52 años de nuestra sangre, llegó hace poco a casa, pero no precisamente como esperaba. Lo que empezó siendo un viaje en busca de un poquito más de bienestar allá en Estados Unidos, terminó siendo un verdadero fiestón... pero de los feos. Después de meses de sufrimiento en manos de las autoridades migratorias, el mae volvió a suelo nacional en ambulancia, luchando contra achaques que nadie le deseamos.
La historia de Randall, contada por su hermana Grady Mata en Extra Radio, es de pelar los pelos. Imagínatelo: un hombre sano, trabajador, lleno de ganas de darle una vida mejor a su familia, de pronto se encuentra con la bota encima. Todo comenzó el 27 de diciembre pasado, cuando agentes de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) lo agarraron. Al principio, él aún podía hablar con la familia desde el condado de Webb, pero luego lo pasaron a Port Isabel, y ahí se cortó toda comunicación. ¡Se perdieron su rastro totalmente!
Semana tras semana, la familia se desesperaba, llamando, escribiendo correos, buscando una explicación. Pero la respuesta oficial era siempre la misma: Randall se negaba a hablar con ellos y con el consulado. Algo que, claro, sus familiares dicen que es mentira pura y dura. Se pusieron a buscar ayuda legal, pero terminaron metidos en un brete con abogados estafadores, ¡qué despiche! Hasta que una amiga les dio el contacto de la abogada Katie Potter, especialista en temas migratorios. Ahí sí que empezaron a ver la luz al final del túnel.
Y vaya que la encontraron en un estado crítico. La abogada Potter pudo localizar a Randall en el hospital Valley Baptist, tirado y flaco, con desnutrición severa, deshidratación, heridas abiertas, ¡parecía sacado de una película de terror! Además, le diagnosticaron cirrosis hepática, algo que según la familia nunca tuvo. Las fotos que nos llegaron, uf, dan escalofríos. Un espanto lo que le hicieron pasar al pobre Randall.
Gracias a los esfuerzos de la abogada Potter, lograron que lo deportaran y que llegara a Costa Rica en una ambulancia. Ahora está recibiendo atención médica especializada en Pérez Zeledón, acompañado por su familia las 24 horas del día. Dicen que están cuidándolo como si fueran a curarle con amor y fe, porque ahora más que nunca necesitan que se recupere rápido. Su familia ha jurado que no volverá a sufrir el abandono que padeció allá afuera.
Pero ojo, que la cosa no es tan sencilla. Según los médicos que lo atienden, Randall podría tener secuelas permanentes debido a la encefalopatía y la rabdomiólisis que presenta. ¡Qué vara! El mae está peleando contra corriente, tratando de recuperar lo que tanto le arrebataron. Y mientras tanto, su familia pide justicia, quieren que se investigue qué pasó realmente y quién es responsable de semejante tragedia.
Este caso, amigos, nos pone a reflexionar sobre el sueño americano, que a veces se convierte en una verdadera torta. La promesa de una vida mejor puede terminar en decepción, explotación e incluso peligro. Nos recuerda que hay que estar bien atentos y cuidar a nuestros compatriotas que se aventuran a buscar fortuna en otros países. Hay que exigirle cuentas a las autoridades estadounidenses y a nuestro gobierno, para que estos casos no vuelvan a repetirse. Que esto sirva de alerta para todos aquellos que sueñan con cruzar fronteras en busca de un futuro mejor, porque no todo es miel sobre hojuelas.
¿Ustedes creen que Costa Rica debería ofrecer mayor apoyo legal y asistencia a los costarricenses que enfrentan problemas legales en el extranjero? ¿Creen que el gobierno debe exigir mayores garantías a Estados Unidos respecto al trato de nuestros ciudadanos migrantes?
La historia de Randall, contada por su hermana Grady Mata en Extra Radio, es de pelar los pelos. Imagínatelo: un hombre sano, trabajador, lleno de ganas de darle una vida mejor a su familia, de pronto se encuentra con la bota encima. Todo comenzó el 27 de diciembre pasado, cuando agentes de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) lo agarraron. Al principio, él aún podía hablar con la familia desde el condado de Webb, pero luego lo pasaron a Port Isabel, y ahí se cortó toda comunicación. ¡Se perdieron su rastro totalmente!
Semana tras semana, la familia se desesperaba, llamando, escribiendo correos, buscando una explicación. Pero la respuesta oficial era siempre la misma: Randall se negaba a hablar con ellos y con el consulado. Algo que, claro, sus familiares dicen que es mentira pura y dura. Se pusieron a buscar ayuda legal, pero terminaron metidos en un brete con abogados estafadores, ¡qué despiche! Hasta que una amiga les dio el contacto de la abogada Katie Potter, especialista en temas migratorios. Ahí sí que empezaron a ver la luz al final del túnel.
Y vaya que la encontraron en un estado crítico. La abogada Potter pudo localizar a Randall en el hospital Valley Baptist, tirado y flaco, con desnutrición severa, deshidratación, heridas abiertas, ¡parecía sacado de una película de terror! Además, le diagnosticaron cirrosis hepática, algo que según la familia nunca tuvo. Las fotos que nos llegaron, uf, dan escalofríos. Un espanto lo que le hicieron pasar al pobre Randall.
Gracias a los esfuerzos de la abogada Potter, lograron que lo deportaran y que llegara a Costa Rica en una ambulancia. Ahora está recibiendo atención médica especializada en Pérez Zeledón, acompañado por su familia las 24 horas del día. Dicen que están cuidándolo como si fueran a curarle con amor y fe, porque ahora más que nunca necesitan que se recupere rápido. Su familia ha jurado que no volverá a sufrir el abandono que padeció allá afuera.
Pero ojo, que la cosa no es tan sencilla. Según los médicos que lo atienden, Randall podría tener secuelas permanentes debido a la encefalopatía y la rabdomiólisis que presenta. ¡Qué vara! El mae está peleando contra corriente, tratando de recuperar lo que tanto le arrebataron. Y mientras tanto, su familia pide justicia, quieren que se investigue qué pasó realmente y quién es responsable de semejante tragedia.
Este caso, amigos, nos pone a reflexionar sobre el sueño americano, que a veces se convierte en una verdadera torta. La promesa de una vida mejor puede terminar en decepción, explotación e incluso peligro. Nos recuerda que hay que estar bien atentos y cuidar a nuestros compatriotas que se aventuran a buscar fortuna en otros países. Hay que exigirle cuentas a las autoridades estadounidenses y a nuestro gobierno, para que estos casos no vuelvan a repetirse. Que esto sirva de alerta para todos aquellos que sueñan con cruzar fronteras en busca de un futuro mejor, porque no todo es miel sobre hojuelas.
¿Ustedes creen que Costa Rica debería ofrecer mayor apoyo legal y asistencia a los costarricenses que enfrentan problemas legales en el extranjero? ¿Creen que el gobierno debe exigir mayores garantías a Estados Unidos respecto al trato de nuestros ciudadanos migrantes?