HIPNOTIZARON CAJERA PARA ROBAR ¢30 MILLONES
MARCO LEANDRO
Del Bancrédito, San José
Maria Conchita explicó a DIARIO EXTRA cómo los extranjeros la amenazaron, extorsionaron e hipnotizaron para que les entregara $50 mil.
Cuando se piensa en un robo bancario uno imagina hombres con pasamontañas y armados hasta los dientes, sin embargo la semana pasada el hampa le arrebató a Bancrédito ¢30 millones sin usar nada de esto. ¿Cómo lo hicieron? Hipnotizando a una cajera y bajo amenazas, extorsión y chantaje le ordenaron que se robara la fuerte suma de dinero, según explicó a DIARIO EXTRA la mujer.
La cajera se apoderó de $50 mil (alrededor de ¢30 millones) y los guardó en la oficina de su jefe. A la hora de salida, caminó 50 metros y en el segundo piso de McDonald’s, los envolvió en el abrigo que andaba y se los entregó a un brujo guatemalteco, que la había hipnotizado.
La joven, identificada como María Conchita, explicó aún en medio del trance lo que recordaba. Algunos de los detalles, hasta ayer, le llegaron a la mente como si se trataran de imágenes de una película, que a veces se quedan congeladas en el tiempo. También hay baches donde se quedaba en silencio durante minutos, con la mirada perdida, sin poder pronunciar palabra.
Muy pausadamente comenzó a relatar que hace alrededor dos meses se le ocurrió ir a que le leyeran las cartas, donde un brujo que tenía su oficina en el edificio Herdocia, detrás del Banco Nacional en San José. El brujo publicaba un anuncio en un periódico, donde ofrecía el llamado secreto de amor a todos quienes se acercaran a comprar sus servicios.
LE COMENZARON A METER MIEDO
Fue así como Maria Conchita llegó con el objetivo de que el brujo, que se hace llamar Johel Antonio Santos Cabrera, le leyera las manos. En ese primer encuentro el brujo, moreno, bien vestido, educado, con un acento extraño, le leyó las cartas y con sumo respeto le dijo que ella tendría muy buena suerte en el amor, pero que a su esposo le estaban haciendo brujería muy mala, que querían hacerle mucho daño.
“Yo de tonta le creí, el brujo tenía velas e incienso, me untó aceite especial en las muñecas”, dijo la mujer
Ese primer día, Maria Conchita salió muy preocupada del nido del brujo, que dijo ser guatemalteco. “Sólo pensaba en mi esposo, en que no podía permitir que le hicieran daño”, sostuvo entre lágrimas y sollozos. Así fue como comenzó a llamarla insistentemente a su teléfono celular y al del banco para ayudarla a deshacer el hechizo que supuestamente le habían hecho a su marido. En una oportunidad le dijo que necesitaba ¢235 mil para comprar velas y hacer el “trabajito”.
“Yo se los di, pero al tiempo me dijo que había estimado mal y que la brujería que le habían hecho era muy mala, que necesitaba más dinero. Fue así como saqué de mis ahorros ¢400 mil y se los di. Él me insistía en que si no se los daba, mi esposo iba a morir por la brujería, pero que también estaban en peligro mi mamá y mi papá” agregó la mujer.
LA ENGAÑÓ CON EL PREMIO DE LA LOTERÍA
Luego un viernes le dijo que tenía buena suerte, que le iba a hacer un regalo. Para ello le pidió que comprara dos enteros de chances a “gallo tapado” los echara en un sobre blanco, que los guardara bien y el otro día se los llevara.
El día que los llevó puso el sobre en el suelo, le dijo que rezara una oración muy extraña con unas palabras que ignora su significado. Inmediatamente abrió el sobre y saco los enteros. Uno de ellos era el 06 con la serie 282 que, según el periódico, había salido en los chances. Se llenó de admiración al ver que el brujo le había traído suerte y había pegado el mayor, que eran ¢30 millones.
Sin embargo, se guardó el entero en su bolsillo y le dijo que antes de cambiarlo debía hacer un sacrificio, debía darle ¢3 millones a él, la décima parte de ese dinero.
“Yo le dije que no tenía esa plata, que por eso no podía dársela. Ante la negativa comenzó a interrogar, preguntándome dónde trabajaba, qué hacía. Yo al principio le confesé que trabajaba en el banco, pero que no tenía relación con el dinero, que solo manejaba facturas. Entonces me dijo que alterara una factura para obtener esos millones y que luego cuando cambiaba el entero premiado los devolvía. Que los únicos beneficiados eran sus familias, y más que todo mi esposo” indica María Conchita. Agregó que ella se negó a hacerlo, porque sabía que era un delito y que podría ir a la cárcel. Por eso lo dejó de llamar y de ir al consultorio del brujo por unos días.
EL REGALO PROMETIDO PARA EL DÍA DE LA MADRE
Luego la llamó y le salió con el cuento de que el espíritu le había revelado que en la tercera luna podría cambiar los ¢30 millones, pero ella lo esquivó, no quería saber nada de ese brujo.
Pero al acercarse el Día de la Madre le volvió a hacer una propuesta. Le iba a hacer un regalo a ella y a su mamá para demostrarle que era bondadoso y bueno. Que fuera el lunes siguiente.
“Ese día, en medio del incienso, velas de colores, música extraña y todo un rito, sacó un entero de una Biblia, lo extendió en piso de madera curada y me dijo que cerrara los ojos, rezara siete Padres Nuestros, y que pensara en mi familia. Cuando terminé, me dijo que viera donde estaba el billete. Los abrí y vi que era el número ganador el día anterior, que tenía un premio mayor de ¢100 millones. Me puse recontenta, pero me sentía al mismo tiempo extraña, como que no era yo misma”, dijo a DIARIO EXTRA.
Asegura que ese día le dijo que no se lo podía llevar para cambiarlo y que se fuera para la oficina, que tomara tres hojas blancas, que las doblara en tres y las echara en un sobre y se las llevara al otro día.
LA ENGAÑA CON PREMIO DE ¢100 MILLONES
Eso hizo. Cuando se presento a la oficina el brujo abrió el sobre, desdoblo las hojas le puso una vela debajo para que con el humo comenzaron a aparecer letras. Ahí decía “Hola, mi nombre y felicidades que me había ganado ¢100 millones que era un regalo para mi y mi mamá que para cobrar ese premio debía de entregarle $50 mil y sino lo hacia mi familia iba a sufrir mucho, más que todo mi esposo, mi mamá y mi papá, en ese orden. Yo le respondí que no tenía ese dinero que no se lo iba a dar y salí corriendo”, sostuvo Maria Conchita, temblando del recordar ese momento, con palabras entrecortadas.
PASÓ A LAS AMENAZAS
Ante esa situación, rompió el contacto con el guatemalteco por unos días pero luego comenzó a acosarla y llamarla constantemente, cambió su acento, su voz ya no era educada y dulce, sino agresiva y amenazante. “No me dejaba tener vida. Me mandaba mensajes de texto diciendo que le urgía hablar conmigo. Me decía que si ya tenía el dinero y algo que no entendía: que si ya había podido cortar las flores. Yo le dije que no lo tenía, que no iba a cometer un delito”, dijo.
Sin embargo, las llamadas mortificantes continuaron pero ahora recordándole que supuestamente algo muy grave le podría pasar a su esposo y sus padres, por que le estaban haciendo brujería muy mala y solo él los podía salvar de esa magia negra.
“En mas de una oportunidad me dijo que sabía todos mis movimientos, dónde trabajaba, qué hacía, horarios, y que conocía a mi esposo y que les iba a pasar algo muy, muy malo si no le daba ese dinero. El tono y la voz me daban miedo. Me ponía la carne de gallina”, dijo.
Ante tal acoso, el último viernes de agosto le prometió hacerlo, pero el miedo, sus convicciones y su educación pudieron más y no lo hizo. Al final de la tarde, cuando él la llamó, le dijo que no lo iba hacer, que tenía miedo y fue cuando el guatemalteco comenzó con toda una retahíla de amenazas sobre la seguridad de su esposo y sus padres.
“Me sentía presionada, que me iba a volver loca. Como si en mis adentros hubiera una guerra interna. Pero me dijo que tenía de tiempo hasta el viernes siguiente el 4 de setiembre.
Para recordarle el ultimátum le estuvo enviando mensajes de texto toda la semana pasada y le decía que lo llamara urgente desde un teléfono público, que era urgente para terminar lo que habían comenzado, que ya no había más tiempo, que solo tenía hasta el viernes.
SE SENTÍA COMO AUTÓMATA
Fue así como el viernes se llenó de valor y lo hizo. Otra vez María Conchita se quedó sin palabras, sin recordar exactamente cómo paso, cómo lo hizo, fallándole la memoria por cuanto recordaba como en cámara lenta y en fotografías en blanco y negro lo que había ocurrido.
En medio de esa laguna mental, Maria Conchita recordó que se le quitó el miedo. No sentía nada, tenía su mente en blanco. Como si fuera una autómata, una marioneta movida por hilos. Tomó los $50 mil de la caja del Bancrédito, los guardó en la oficina de su jefe y al salir por la tarde los recogió y se marchó como si no hubiera pasado nada, llevando en su bolso esa cifra millonaria en fajos de billetes de $100. Nadie se dio cuenta.
En las múltiples llamadas que le hizo el brujo se habían puesto de acuerdo en verse en el McDonald’s situado frente al Parque Central, ahí subió las escaleras y Santos Cabrera estaba esperándola a la par de los baños. Le dijo que le diera un beso en la mejilla y simulara como que eran grandes amigos y que entrara al baño, se quitara el abrigo y envolviera los billetes con él y en una mesa del fondo del salón se los diera discretamente.
Así lo hizo, se los dio y salió, despacio, tranquila. “Me sentí como si me hubiera quitado un gran peso de encima al saber que había salvado a mi familia de un gran sufrimiento, del daño que le iban a hacer. Todos estarían a salvo. Era la salvadora. Pensaba que cuando me diera el entero de lotería premiado con el sorteo del Día de la Madre lo iba a cambiar y reintegrar el dinero que había tomado prestado.
Él le dijo que al otro día me lo iba a dar, que lo llamara para ponerse de acuerdo en la hora. Esa noche, aún sin saber las consecuencias ni cómo había hecho el robo, durmió bien porque al otro día tendría ¢100 millones.
Sin embargo, el sábado comenzó a llamarlo a toda hora y los tres teléfonos celulares que usaba el extranjero estaban apagados y en el de la oficina no contestó. Lo intento de nuevo el domingo y el lunes y nada. Era como si se lo hubiera tragado la tierra.
Ante esta situación el lunes fue a buscarlo a la oficina y estaba cerrada: el brujo estafador se marchó.
El administrador del edificio le dijo que una joven había llegado el fin de semana y se llevó todas las cosas del brujo y que no sabía dónde localizarlo. Ahí fue donde se dio cuenta de que había sido engañada, estafada, extorsionada y mediante la hipnosis llevada cometer un delito. Se quedó sin el santo y sin la limosna.
DESCUBREN ROBO Y LA DESPIDEN
Ese mismo lunes en el banco se dieron cuenta del faltante de los $50 mil, la despidieron y la acusaron penalmente, por lo que ayer fue indagada.
Además está a la espera de que le hagan los exámenes psicológicos y psiquiátricos que correspondan para determinar si le dictan prisión preventiva.
Mientras tanto, sostiene que por ser una víctima más de este tipo de brujos se someterá completamente a la justicia y colaborará en todos los extremos para que se detenga al brujo hipnotizador, para que el banco pueda recuperar ese dinero puesto que, como ella es inocente, no lo tiene en su poder.
http://www.diarioextra.com/2009/setiemb ... esos03.php
Increíble pero cierto, hay gente que le gusta pecar de ignorante.