¡Quién lleva la campaña! ¿Se va atrás (perdiendo) en las encuestas… o quiere perder….? ¿Se va imponiendo el ritmo (la agenda) o se está reaccionando (dando respuesta )?
En política, al igual que en comunicación, la pausa y el silencio son instrumentos de poder, pero ambos tienen un uso y una razón, con apego a objetivos. Se entendería por pausa pretender o tomar medidas y acciones con un cierto distanciamiento de los acontecimientos, bajo el supuesto de esperar ciertos hechos o un momento propicio. Asimismo, por silencio, la ausencia parcial o total en el tratamiento de ciertos temas, por considerar que no es apropiado referirse a ellos o en el afán de apelar a la siempre efímera y difusa memoria social.
Sin embargo, no es apropiado aplicar estas herramientas cuando se trata de responder la contrapropaganda (ataques), cuando esta apela a una orquestación de mensaje vedado o cuasi-directo, en el que se pone en entredicho la rectitud y honorabilidad; así como cuando se trata de exaltar las virtudes y bondades propias. De igual manera, no se puede dar espacio o tiempo, ni mucho menos callar cuando se trata de hacer un llamado directo, explícito, racional y emotivo a lograr el voto, cuando se trata de un precandidato o candidato político.
En el primer caso, cuando los ataques son latentes, a “medias tintas”, cuando se “lanza la piedra y se esconde la mano”, y se acude a sembrar la duda por medio de artilugios o reglas de la propaganda política (JM. Domenach), tales como “definirse por lo que no es mi contrincante u opositor”, resulta pertinente:
a) Desenmascarar la campaña, denunciar pública y directamente al oponente. De igual manera que se señala públicamente la vinculación entre un precandidato y el gobierno de turno, o que se explicita lo falaz que resulta atribuirse logros de una administración por el hecho de haber pertenecido a ella, es menester enfrentar cualquier intento o remedo de ataque “ad hominem”, infundado o que pretenda sembrar duda de la capacidad u honorabilidad. Esto no necesariamente debe hacerlo el candidato afectado, sino alguien de sólida reputación que pueda dar respuesta o resalte las virtudes.
b) Si se desea responder a una posición, la falacia puede utilizarse en el mismo sentido. Si un precandidato se atribuye logros de una administración por pertenecer a ella, estos logros – bajo la misma (i)lógica – los logros son de todos los costarricenses (con su voto y sus impuestos), así como de los demás ministros, diputados, regidores, alcaldes, quienes también pertenecen a la administración. El atribuírselos es mezquindad, pero si tratan de hacerlo, no reconocer el trabajo de los demás también lo es.
c) La lucha se puede, y algunas veces, dar en el mismo plano: si los ataques no son directos, las respuestas tampoco. Así se continúa, de alguna manera, sin referirse al tema, pero como una acción de “contención”, para ello se puede recurrir a foros no formales (Internet especialmente, programas de opinión en radio y demás) mediante un “panel de respuesta” conformado con personas calificadas y preparadas para ello.
d) Cuando el tema cobra una relevancia extrema (esto debe medirse) no es necesario contraatacar en el mismo plano que el oponente, sino resaltando precisamente el trabajo honesto, honrado, sin mancha alguna que ya se ha realizado o bien, retando a cualquiera que demuestre lo contrario.
En el segundo caso, es mandatorio exaltar las virtudes propias. Esto cumple algunos otros objetivos:
a) Sirve para reforzar la imagen del (pre)candidato, combate al mismo tiempo la contrapropaganda (propaganda negativa) y además se puede recurrir a personalidades que gozan de legitimidad para hacerlo, ganando con ello una buena imagen “derivada” de las otras, amalgamando la simpatía hacia ellos, a la propia.
b) Si se goza de una gestión previa de obra pública y logros importantes, estos DEBEN ser dichos. Ello demuestra, al menos, capacidad comprobada, interés por la ciudadanía, experiencia y liderazgo.
En tercer y último lugar, es necesario acudir a hacer un llamado directo al voto.
a) DEBE llamarse al voto, liderar, mostrar positivismo, invitar, compartir, generar expectativa, todo ello conforma un ánimo, un espíritu combativo, competitivo, de un horizonte a cumplir, de un objetivo a lograr, de una meta con un plazo y una acción definidos. El llamado per sé, sin apego a emotividad no tiene sentido alguno.
b) Debe también colocarse objetivos claros que se lograrán con el voto: la llegada del candidato a ocupar el puesto por sí mismo no es una meta, siempre debe vérsele como el instrumento mediante el cual se lograrán los objetivos que el (pre)candidato encarna: por ejemplo, infraestructura, ayuda social, economía, seguridad, vivienda. Por ello se apela a indicar que si vota, si comprometidamente se llega a la urna, con su voto logrará materializar todas las propuestas del (pre)candidato.
c) Hay que evidenciar cómo se da “poder a la gente”…. El voto por ahora es no el único, pero el mayor (masivo) recurso con el que se cuenta.
Desgraciada o dichosamente este “pulso” se gana/libra mediáticamente y para ello los medios masivos siguen teniendo vigencia. Lo descrito arriba es producto de lo observado como campaña electoral en el nivel de los horarios y recursos disponibles para la mayor parte de la población, caso contrario… se iría al frente en las encuestas.
En política, al igual que en comunicación, la pausa y el silencio son instrumentos de poder, pero ambos tienen un uso y una razón, con apego a objetivos. Se entendería por pausa pretender o tomar medidas y acciones con un cierto distanciamiento de los acontecimientos, bajo el supuesto de esperar ciertos hechos o un momento propicio. Asimismo, por silencio, la ausencia parcial o total en el tratamiento de ciertos temas, por considerar que no es apropiado referirse a ellos o en el afán de apelar a la siempre efímera y difusa memoria social.
Sin embargo, no es apropiado aplicar estas herramientas cuando se trata de responder la contrapropaganda (ataques), cuando esta apela a una orquestación de mensaje vedado o cuasi-directo, en el que se pone en entredicho la rectitud y honorabilidad; así como cuando se trata de exaltar las virtudes y bondades propias. De igual manera, no se puede dar espacio o tiempo, ni mucho menos callar cuando se trata de hacer un llamado directo, explícito, racional y emotivo a lograr el voto, cuando se trata de un precandidato o candidato político.
En el primer caso, cuando los ataques son latentes, a “medias tintas”, cuando se “lanza la piedra y se esconde la mano”, y se acude a sembrar la duda por medio de artilugios o reglas de la propaganda política (JM. Domenach), tales como “definirse por lo que no es mi contrincante u opositor”, resulta pertinente:
a) Desenmascarar la campaña, denunciar pública y directamente al oponente. De igual manera que se señala públicamente la vinculación entre un precandidato y el gobierno de turno, o que se explicita lo falaz que resulta atribuirse logros de una administración por el hecho de haber pertenecido a ella, es menester enfrentar cualquier intento o remedo de ataque “ad hominem”, infundado o que pretenda sembrar duda de la capacidad u honorabilidad. Esto no necesariamente debe hacerlo el candidato afectado, sino alguien de sólida reputación que pueda dar respuesta o resalte las virtudes.
b) Si se desea responder a una posición, la falacia puede utilizarse en el mismo sentido. Si un precandidato se atribuye logros de una administración por pertenecer a ella, estos logros – bajo la misma (i)lógica – los logros son de todos los costarricenses (con su voto y sus impuestos), así como de los demás ministros, diputados, regidores, alcaldes, quienes también pertenecen a la administración. El atribuírselos es mezquindad, pero si tratan de hacerlo, no reconocer el trabajo de los demás también lo es.
c) La lucha se puede, y algunas veces, dar en el mismo plano: si los ataques no son directos, las respuestas tampoco. Así se continúa, de alguna manera, sin referirse al tema, pero como una acción de “contención”, para ello se puede recurrir a foros no formales (Internet especialmente, programas de opinión en radio y demás) mediante un “panel de respuesta” conformado con personas calificadas y preparadas para ello.
d) Cuando el tema cobra una relevancia extrema (esto debe medirse) no es necesario contraatacar en el mismo plano que el oponente, sino resaltando precisamente el trabajo honesto, honrado, sin mancha alguna que ya se ha realizado o bien, retando a cualquiera que demuestre lo contrario.
En el segundo caso, es mandatorio exaltar las virtudes propias. Esto cumple algunos otros objetivos:
a) Sirve para reforzar la imagen del (pre)candidato, combate al mismo tiempo la contrapropaganda (propaganda negativa) y además se puede recurrir a personalidades que gozan de legitimidad para hacerlo, ganando con ello una buena imagen “derivada” de las otras, amalgamando la simpatía hacia ellos, a la propia.
b) Si se goza de una gestión previa de obra pública y logros importantes, estos DEBEN ser dichos. Ello demuestra, al menos, capacidad comprobada, interés por la ciudadanía, experiencia y liderazgo.
En tercer y último lugar, es necesario acudir a hacer un llamado directo al voto.
a) DEBE llamarse al voto, liderar, mostrar positivismo, invitar, compartir, generar expectativa, todo ello conforma un ánimo, un espíritu combativo, competitivo, de un horizonte a cumplir, de un objetivo a lograr, de una meta con un plazo y una acción definidos. El llamado per sé, sin apego a emotividad no tiene sentido alguno.
b) Debe también colocarse objetivos claros que se lograrán con el voto: la llegada del candidato a ocupar el puesto por sí mismo no es una meta, siempre debe vérsele como el instrumento mediante el cual se lograrán los objetivos que el (pre)candidato encarna: por ejemplo, infraestructura, ayuda social, economía, seguridad, vivienda. Por ello se apela a indicar que si vota, si comprometidamente se llega a la urna, con su voto logrará materializar todas las propuestas del (pre)candidato.
c) Hay que evidenciar cómo se da “poder a la gente”…. El voto por ahora es no el único, pero el mayor (masivo) recurso con el que se cuenta.
Desgraciada o dichosamente este “pulso” se gana/libra mediáticamente y para ello los medios masivos siguen teniendo vigencia. Lo descrito arriba es producto de lo observado como campaña electoral en el nivel de los horarios y recursos disponibles para la mayor parte de la población, caso contrario… se iría al frente en las encuestas.