Maes, ¿saben cuál es una de las tortas más grandes que puede pasar en este país? Un proyecto de construcción —ya sea una torre de apartamentos, una carretera o hasta un centro comercial— pegado años en un juzgado por una disputa contractual. Un despiche total que nos afecta a todos, con proyectos a medio palo y plata estancada. Pues bueno, parece que esa novela está por terminar, porque la Cámara Costarricense de la Construcción (la famosa CCC) y el Centro de Arbitraje y Mediación (CAM) del Colegio de Abogados se mandaron y firmaron un convenio que, la verdad, suena ¡qué tuanis!
Y no, esto no es un asunto menor. Estamos hablando del sector que mueve cerca del 11% del Producto Interno Bruto. ¡Una tajada GIGANTE de la economía! La vara es que hasta ahora, si había un problema entre el desarrollador y el contratista por un tema técnico o de plata, la única salida era un pleito judicial que podía durar una eternidad y costar un platal. Con esta nueva oficina especializada, la idea es tener "árbitros" expertos que entiendan del tema y resuelvan el asunto en dos toques. Esto se traduce en más confianza para los inversionistas, menos proyectos en el limbo y más movimiento para la economía. A cachete, ¿no?
Entonces, ¿cómo funciona el chunche este? Sencillo. En lugar de ir a llorar al juzgado, las empresas ahora tienen acceso directo a mediación (donde un tercero ayuda a que se pongan de acuerdo), arbitraje (donde un experto toma una decisión final y obligatoria) y los famosos "dispute boards", que son como un comité preventivo para que los problemas ni siquiera exploten. Como lo puso en buen tico el presi de la CCC, Alfredo Volio, el sector es un motor para el país, pero los pleitos son inevitables. ¡Qué nivel de solución! En lugar de frenar toda una obra por una bronca, la resuelven con gente que sabe del tema y siguen con el brete.
Y para los que piensan que esto es pura hablada, pongan atención a este número: el Centro de Arbitraje y Mediación (CAM) reportó el año pasado una tasa de éxito del 91%. ¡Noventa y uno por ciento! O sea, de cada 100 broncas que les llegan, 91 se arreglan sin pisar un tribunal. La directora del CAM, Dennia Fernández Morales, lo dejó clarísimo: ellos son el único centro con el sello de garantía del Colegio de Abogados, lo que asegura que todo se hace a derecho, con ética y sin chorizo. Básicamente, le están dando al sector construcción una herramienta que ya demostró ser un carga para resolver problemas de forma eficiente.
En resumen, maes, esto es más que un simple convenio. Es un cambio de mentalidad. Es pasar de la cultura del pleito eterno a la de la eficiencia y el diálogo. Menos judicialización significa proyectos que terminan a tiempo (¡imaginen!), más seguridad para invertir y, al final del día, un motor económico que no se apaga por pequeñeces. Una jugada maestra que le da un respiro a una industria clave para el desarrollo del país. Pero bueno, esa es mi opinión. Ahora les pregunto a ustedes: ¿Creen que esta es la verdadera solución para destrabar los grandes proyectos en Costa Rica o es solo un buen intento que se va a topar con la burocracia de siempre? ¡Los leo!
Y no, esto no es un asunto menor. Estamos hablando del sector que mueve cerca del 11% del Producto Interno Bruto. ¡Una tajada GIGANTE de la economía! La vara es que hasta ahora, si había un problema entre el desarrollador y el contratista por un tema técnico o de plata, la única salida era un pleito judicial que podía durar una eternidad y costar un platal. Con esta nueva oficina especializada, la idea es tener "árbitros" expertos que entiendan del tema y resuelvan el asunto en dos toques. Esto se traduce en más confianza para los inversionistas, menos proyectos en el limbo y más movimiento para la economía. A cachete, ¿no?
Entonces, ¿cómo funciona el chunche este? Sencillo. En lugar de ir a llorar al juzgado, las empresas ahora tienen acceso directo a mediación (donde un tercero ayuda a que se pongan de acuerdo), arbitraje (donde un experto toma una decisión final y obligatoria) y los famosos "dispute boards", que son como un comité preventivo para que los problemas ni siquiera exploten. Como lo puso en buen tico el presi de la CCC, Alfredo Volio, el sector es un motor para el país, pero los pleitos son inevitables. ¡Qué nivel de solución! En lugar de frenar toda una obra por una bronca, la resuelven con gente que sabe del tema y siguen con el brete.
Y para los que piensan que esto es pura hablada, pongan atención a este número: el Centro de Arbitraje y Mediación (CAM) reportó el año pasado una tasa de éxito del 91%. ¡Noventa y uno por ciento! O sea, de cada 100 broncas que les llegan, 91 se arreglan sin pisar un tribunal. La directora del CAM, Dennia Fernández Morales, lo dejó clarísimo: ellos son el único centro con el sello de garantía del Colegio de Abogados, lo que asegura que todo se hace a derecho, con ética y sin chorizo. Básicamente, le están dando al sector construcción una herramienta que ya demostró ser un carga para resolver problemas de forma eficiente.
En resumen, maes, esto es más que un simple convenio. Es un cambio de mentalidad. Es pasar de la cultura del pleito eterno a la de la eficiencia y el diálogo. Menos judicialización significa proyectos que terminan a tiempo (¡imaginen!), más seguridad para invertir y, al final del día, un motor económico que no se apaga por pequeñeces. Una jugada maestra que le da un respiro a una industria clave para el desarrollo del país. Pero bueno, esa es mi opinión. Ahora les pregunto a ustedes: ¿Creen que esta es la verdadera solución para destrabar los grandes proyectos en Costa Rica o es solo un buen intento que se va a topar con la burocracia de siempre? ¡Los leo!