Maes, hay que hablar de lo que pasó en Cartago este 14 de setiembre, porque la vara tiene más capas que un tamal de fin de año. En medio de la lluvia, los desfiles y el correcorre de la Antorcha, el Gobierno soltó la noticia que toda la Vieja Metrópoli lleva años, si no décadas, esperando: al fin hay fecha para que arranque la construcción del nuevo hospital. La presidenta de la Caja, Mónica Taylor, se mandó con todo y anunció que la orden de inicio es para el próximo 3 de octubre. Una noticia que, en cualquier otro contexto, sería para tirar confeti y celebrar. Pero claro, esto es Costa Rica, y más específicamente, esto es política a lo Chaves.
Porque el anuncio no vino solo. Fiel a su estilo, el presi no podía simplemente dar la buena nueva y ya. Tenía que venir con el show completo. Desde la Plaza Mayor, con el micrófono en mano, Chaves se despachó con una de sus frases para enmarcar: "Compren mucha crema de rosas, repártala por ahí que hay más de un chimado". Una indirecta más directa que un derechazo, apuntando a todos los que, según él, intentaron frenar el proyecto. Y por si fuera poco, remató asegurando que el Gobierno "no le afloja a Cartago", como si estuviera en medio de un pleito de barrio. Diay, es un despiche político que casi opaca la noticia principal: que por fin se va a empezar a mover algo.
Ahora, vamos a los fierros, a lo que importa de verdad detrás de la hablada. El brete, que va a estar a cargo de la constructora Van Der Laat y Jiménez, no es jugando. Estamos hablando de un proyecto de casi $400 millones de dólares, una cifra que marea a cualquiera. El refrendo de la Contraloría llegó hace apenas unos días, y no sin su novela, porque al parecer la Caja tuvo que mandar papeles adicionales porque la cosa no venía completa al inicio. Lo de siempre. La promesa es que, una vez que arranquen, la etapa de diseño y planos se come siete meses y la construcción, unos dos años más. O sea, si todo sale a cachete, para el 2027 podríamos estar hablando de un hospital nuevo de verdad.
El mismo Chaves justificó las vueltas y atrasos con la narrativa que ha mantenido desde el día uno: que el terreno original era un peligro y que había un sobreprecio para beneficiar a unos cuantos con la plusvalía. "Décadas de manipulación, cambio de documentos", dijo en su discurso. Esa es la versión del Gobierno. Mientras tanto, los cartagos han estado en el medio, escuchando promesas y viendo cómo la deuda en infraestructura solo se hacía más grande, con este hospital y el proyecto de Taras-La Lima como los dos grandes monumentos a la espera. La vara es que el nuevo chunche, cuando esté listo, va a ser un nivel: 90.000 m², más de 430 camas, 10 quirófanos y un montón de servicios de alta complejidad.
Al final, la sensación que queda es agridulce. Por un lado, ¡qué chiva que al fin haya una fecha concreta! Es un paso que se siente real. Pero por otro, el circo político y la forma en que se comunican las cosas lo deja a uno pensando si de verdad la prioridad es la gente o ganar la siguiente batalla en redes sociales. Es la eterna historia de una de cal y otra de arena. La orden de inicio está firmada y la plata, refrendada. Ahora solo falta que la promesa se convierta en paredes, equipos y doctores atendiendo gente.
Diay, maes, la pregunta del millón: ¿Ustedes le creen? ¿O es pura hablada hasta que no veamos la primera pala clavada en ese terreno?
Porque el anuncio no vino solo. Fiel a su estilo, el presi no podía simplemente dar la buena nueva y ya. Tenía que venir con el show completo. Desde la Plaza Mayor, con el micrófono en mano, Chaves se despachó con una de sus frases para enmarcar: "Compren mucha crema de rosas, repártala por ahí que hay más de un chimado". Una indirecta más directa que un derechazo, apuntando a todos los que, según él, intentaron frenar el proyecto. Y por si fuera poco, remató asegurando que el Gobierno "no le afloja a Cartago", como si estuviera en medio de un pleito de barrio. Diay, es un despiche político que casi opaca la noticia principal: que por fin se va a empezar a mover algo.
Ahora, vamos a los fierros, a lo que importa de verdad detrás de la hablada. El brete, que va a estar a cargo de la constructora Van Der Laat y Jiménez, no es jugando. Estamos hablando de un proyecto de casi $400 millones de dólares, una cifra que marea a cualquiera. El refrendo de la Contraloría llegó hace apenas unos días, y no sin su novela, porque al parecer la Caja tuvo que mandar papeles adicionales porque la cosa no venía completa al inicio. Lo de siempre. La promesa es que, una vez que arranquen, la etapa de diseño y planos se come siete meses y la construcción, unos dos años más. O sea, si todo sale a cachete, para el 2027 podríamos estar hablando de un hospital nuevo de verdad.
El mismo Chaves justificó las vueltas y atrasos con la narrativa que ha mantenido desde el día uno: que el terreno original era un peligro y que había un sobreprecio para beneficiar a unos cuantos con la plusvalía. "Décadas de manipulación, cambio de documentos", dijo en su discurso. Esa es la versión del Gobierno. Mientras tanto, los cartagos han estado en el medio, escuchando promesas y viendo cómo la deuda en infraestructura solo se hacía más grande, con este hospital y el proyecto de Taras-La Lima como los dos grandes monumentos a la espera. La vara es que el nuevo chunche, cuando esté listo, va a ser un nivel: 90.000 m², más de 430 camas, 10 quirófanos y un montón de servicios de alta complejidad.
Al final, la sensación que queda es agridulce. Por un lado, ¡qué chiva que al fin haya una fecha concreta! Es un paso que se siente real. Pero por otro, el circo político y la forma en que se comunican las cosas lo deja a uno pensando si de verdad la prioridad es la gente o ganar la siguiente batalla en redes sociales. Es la eterna historia de una de cal y otra de arena. La orden de inicio está firmada y la plata, refrendada. Ahora solo falta que la promesa se convierta en paredes, equipos y doctores atendiendo gente.
Diay, maes, la pregunta del millón: ¿Ustedes le creen? ¿O es pura hablada hasta que no veamos la primera pala clavada en ese terreno?
