¡Aguántense que les voy a contar una vaina que ni en mis sueños más locos me imaginé! Resulta que hay un güey alemán, Mika Etowski, que se echó la talla de dejar atrás la chimenea y la vida moderna para irse a vivir a la selva de Kumana, en Sri Lanka. Y no, no es broma, ¡lleva cinco años ahí!
Todo empezó porque el Mika estaba buscando al elefante pigmeo, una especie súper rara y que casi nadie ha visto. Imagínate, quedan menos de 1,500 en todo el planeta. Pero como muchos proyectos, la cosa agarró forma diferente y ahora, el tipo vive como si fuera Tarzán, sin zapato, sin electricidad y compartiendo territorio con cocodrilos, leopardos y esos pachidermos gigantes.
Este man, que nació en Estrasburgo, Alemania, se largó hacia Asia con 22 años. Después de juntarle unos cuantos billetes mientras estudiaba, se metió de lleno a la onda de buscar estos elefantes raritos. Dice que renunció a todo lo que conocía para dedicarse a eso, ¡qué compromiso, diay! Se hizo una cabañita improvisada allá en la espesura y ahora su vida es pura conexión con la naturaleza.
Y pa' que se hagan una idea de cómo de loco está el caso, el Mika dice que sus pies se han vuelto como cuero, tan duros que ya ni siente la necesidad de ponerse zapatos. Además, cuenta que la selva te cambia, te convierte en parte del ambiente. “Dejas de ser quien eras y te conviertes en un animal más,” nos explicó. ¡Imagínate, hablando con el mismo Mikey, claro!
Pero lo más interesante es que el tipo dice haberse encontrado una paz que jamás sintió en la ciudad. Explica que el ruido de los carros y la prisa constante te estresan muchísimo más de lo que uno piensa. Ahí, en medio de la selva, la mente se relaja y se pone tranquila. Un respiro total, ¿verdad?
La movida del Mika llamó la atención de algunos exploradores y documentalistas. Entre ellos, un pibe llamado Paddy Hackett, que lo bautizó como “el verdadero Tarzán.” Fue precisamente Paddy quien lo invitó a participar en un documental llamado 'El Río de la Vida y la Muerte'. Según Hackett, el Mika era perfecto para la búsqueda porque prácticamente camina como un perro por la selva, con los pies bien curtidos.
Hackett recuerda que desde que conoció al Mika, éste solo hablaba de los elefantes pigmeos, incluso después de haber visto elefantes africanos y asiáticos. Era su sueño encontrar a estos colosos esquivos. Así que ambos se fueron a explorar las zonas más recónditas de Sri Lanka y Borneo, documentando la belleza y fragilidad de la vida silvestre. Y, sobre todo, resaltando la importancia de proteger estos ecosistemas que estamos perdiendo a toda velocidad. Ahora, además de buscar elefantes, también contribuye a visibilizar la necesidad de cuidar nuestro planeta.
Ahora, como todos los que emprenden aventuras así, el Mika vive de lo que guardó, de colaboraciones puntuales y de saber desenvolverse en la selva. Sus amigos dicen que es poco probable que vuelva a la ciudad pronto. Su meta es clara: encontrar y documentar a esos elefantes pigmeos. Pero dime tú, ¿crees que esta decisión de abandonar la vida moderna para sumergirse en la naturaleza es una escapatoria o un acto de valentía y conciencia ambiental? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!
Todo empezó porque el Mika estaba buscando al elefante pigmeo, una especie súper rara y que casi nadie ha visto. Imagínate, quedan menos de 1,500 en todo el planeta. Pero como muchos proyectos, la cosa agarró forma diferente y ahora, el tipo vive como si fuera Tarzán, sin zapato, sin electricidad y compartiendo territorio con cocodrilos, leopardos y esos pachidermos gigantes.
Este man, que nació en Estrasburgo, Alemania, se largó hacia Asia con 22 años. Después de juntarle unos cuantos billetes mientras estudiaba, se metió de lleno a la onda de buscar estos elefantes raritos. Dice que renunció a todo lo que conocía para dedicarse a eso, ¡qué compromiso, diay! Se hizo una cabañita improvisada allá en la espesura y ahora su vida es pura conexión con la naturaleza.
Y pa' que se hagan una idea de cómo de loco está el caso, el Mika dice que sus pies se han vuelto como cuero, tan duros que ya ni siente la necesidad de ponerse zapatos. Además, cuenta que la selva te cambia, te convierte en parte del ambiente. “Dejas de ser quien eras y te conviertes en un animal más,” nos explicó. ¡Imagínate, hablando con el mismo Mikey, claro!
Pero lo más interesante es que el tipo dice haberse encontrado una paz que jamás sintió en la ciudad. Explica que el ruido de los carros y la prisa constante te estresan muchísimo más de lo que uno piensa. Ahí, en medio de la selva, la mente se relaja y se pone tranquila. Un respiro total, ¿verdad?
La movida del Mika llamó la atención de algunos exploradores y documentalistas. Entre ellos, un pibe llamado Paddy Hackett, que lo bautizó como “el verdadero Tarzán.” Fue precisamente Paddy quien lo invitó a participar en un documental llamado 'El Río de la Vida y la Muerte'. Según Hackett, el Mika era perfecto para la búsqueda porque prácticamente camina como un perro por la selva, con los pies bien curtidos.
Hackett recuerda que desde que conoció al Mika, éste solo hablaba de los elefantes pigmeos, incluso después de haber visto elefantes africanos y asiáticos. Era su sueño encontrar a estos colosos esquivos. Así que ambos se fueron a explorar las zonas más recónditas de Sri Lanka y Borneo, documentando la belleza y fragilidad de la vida silvestre. Y, sobre todo, resaltando la importancia de proteger estos ecosistemas que estamos perdiendo a toda velocidad. Ahora, además de buscar elefantes, también contribuye a visibilizar la necesidad de cuidar nuestro planeta.
Ahora, como todos los que emprenden aventuras así, el Mika vive de lo que guardó, de colaboraciones puntuales y de saber desenvolverse en la selva. Sus amigos dicen que es poco probable que vuelva a la ciudad pronto. Su meta es clara: encontrar y documentar a esos elefantes pigmeos. Pero dime tú, ¿crees que esta decisión de abandonar la vida moderna para sumergirse en la naturaleza es una escapatoria o un acto de valentía y conciencia ambiental? ¡Déjame tu opinión en los comentarios!