Maes, agárrense porque la novela en Cuesta de Moras acaba de soltar su capítulo más denso. La vara con el fuero del presidente Chaves ya no es un simple rumor de pasillo ni una hablada en conferencias de prensa; ahora es un informe oficial, robusto y con una recomendación que le debe estar quitando el sueño a más de uno en Zapote: quítenle la inmunidad. Así, sin anestesia. El documento, firmado por las diputadas Andrea Álvarez del PLN y Rocío Alfaro del Frente Amplio, básicamente le dice al resto de los 57 congresistas que, a su criterio, hay carnita suficiente en la acusación por concusión para que el Presidente deje de lado el escudo presidencial y enfrente a la justicia como cualquier otro ciudadano. Un verdadero bombazo político.
Claro, esto no fue unánime. Como en toda buena serie tica, no podía faltar el personaje que se opone a todo. El diputado oficialista, como era de esperarse, pegó el grito al cielo, alegando que el informe de mayoría era una jugada sucia para impedirle presentar su propia versión de la historia, donde, obviamente, defiende a capa y espada al mandatario. Pero la decisión de la comisión (2 a 1) ya está tomada y ahora la papa caliente pasa al Plenario. Las diputadas firmantes fueron claras en su análisis: para ellas, esto no huele a persecución política. Más bien, consideran que los elementos presentados por la Fiscalía son lo suficientemente serios como para que el caso no muera en un limbo legal por la inmunidad. ¡Qué despiche se va a armar!
Y aquí es donde el ajedrez político se pone bueno, porque una cosa es un informe de comisión y otra muy distinta es conseguir los votos. El PLN, a través de su jefe de fracción, ya adelantó que la bancada votaría en bloque, pero que estaban esperando justamente este informe. La señal parece clara: si su diputada en la comisión dice que sí, es muy probable que Liberación se incline por levantar el fuero. Sin embargo, en el PUSC la cosa no está tan ordenada; el diputado Leslye Bojorges ya se adelantó y dijo que él votará en contra, mostrando las grietas que existen incluso entre la oposición. Cada voto va a valer oro, y me imagino que los teléfonos de los diputados indecisos van a echar humo en las próximas dos semanas. El brete de convencer y negociar va a ser titánico.
Marquen sus calendarios: el 22 de setiembre. Ese es el día D. El presidente del Congreso, Rodrigo Arias, ya puso fecha para el round final. Ese día, el Plenario se convertirá en un coliseo. Chaves tendrá la opción de ir personalmente a ejercer su defensa por 30 minutos. Imagínense la escena. Luego, se retira y empieza la maratón de discursos: cada diputado tendrá hasta 15 minutos para justificar su voto. Pero la verdadera tensión llegará con el número mágico: 38. Se necesitan 38 votos —mayoría calificada— para que el plan de levantar la inmunidad no se vaya al traste. Si no se llega a esa cifra, todo este escándalo habrá sido puro show y el caso quedará congelado. Pero si los consiguen, el Presidente quedará a disposición de la Corte.
Al final, más allá de si Chaves es culpable o inocente (eso lo decidirá un juez), lo que estamos viendo es un pulso de poderes de una magnitud que no se veía en años. Es la Asamblea Legislativa diciéndole al Ejecutivo que los controles existen y que nadie está por encima de la ley. Por otro lado, es el oficialismo clamando que se trata de un golpe blando de las élites de siempre. La narrativa que gane no solo definirá el futuro del Presidente, sino también el clima de un país ya bastante polarizado. La pregunta del millón, maes, es si realmente existen los 38 votos. ¿Creen que la oposición logrará unirse para esto, o la presión y las negociaciones bajo la mesa terminarán salvando al mandatario? ¿Qué se juega Costa Rica en esta decisión?
Claro, esto no fue unánime. Como en toda buena serie tica, no podía faltar el personaje que se opone a todo. El diputado oficialista, como era de esperarse, pegó el grito al cielo, alegando que el informe de mayoría era una jugada sucia para impedirle presentar su propia versión de la historia, donde, obviamente, defiende a capa y espada al mandatario. Pero la decisión de la comisión (2 a 1) ya está tomada y ahora la papa caliente pasa al Plenario. Las diputadas firmantes fueron claras en su análisis: para ellas, esto no huele a persecución política. Más bien, consideran que los elementos presentados por la Fiscalía son lo suficientemente serios como para que el caso no muera en un limbo legal por la inmunidad. ¡Qué despiche se va a armar!
Y aquí es donde el ajedrez político se pone bueno, porque una cosa es un informe de comisión y otra muy distinta es conseguir los votos. El PLN, a través de su jefe de fracción, ya adelantó que la bancada votaría en bloque, pero que estaban esperando justamente este informe. La señal parece clara: si su diputada en la comisión dice que sí, es muy probable que Liberación se incline por levantar el fuero. Sin embargo, en el PUSC la cosa no está tan ordenada; el diputado Leslye Bojorges ya se adelantó y dijo que él votará en contra, mostrando las grietas que existen incluso entre la oposición. Cada voto va a valer oro, y me imagino que los teléfonos de los diputados indecisos van a echar humo en las próximas dos semanas. El brete de convencer y negociar va a ser titánico.
Marquen sus calendarios: el 22 de setiembre. Ese es el día D. El presidente del Congreso, Rodrigo Arias, ya puso fecha para el round final. Ese día, el Plenario se convertirá en un coliseo. Chaves tendrá la opción de ir personalmente a ejercer su defensa por 30 minutos. Imagínense la escena. Luego, se retira y empieza la maratón de discursos: cada diputado tendrá hasta 15 minutos para justificar su voto. Pero la verdadera tensión llegará con el número mágico: 38. Se necesitan 38 votos —mayoría calificada— para que el plan de levantar la inmunidad no se vaya al traste. Si no se llega a esa cifra, todo este escándalo habrá sido puro show y el caso quedará congelado. Pero si los consiguen, el Presidente quedará a disposición de la Corte.
Al final, más allá de si Chaves es culpable o inocente (eso lo decidirá un juez), lo que estamos viendo es un pulso de poderes de una magnitud que no se veía en años. Es la Asamblea Legislativa diciéndole al Ejecutivo que los controles existen y que nadie está por encima de la ley. Por otro lado, es el oficialismo clamando que se trata de un golpe blando de las élites de siempre. La narrativa que gane no solo definirá el futuro del Presidente, sino también el clima de un país ya bastante polarizado. La pregunta del millón, maes, es si realmente existen los 38 votos. ¿Creen que la oposición logrará unirse para esto, o la presión y las negociaciones bajo la mesa terminarán salvando al mandatario? ¿Qué se juega Costa Rica en esta decisión?