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¿Quién no a pensado en la muerte?El Ministerio de Salud de Costa Rica lanzó un enérgico llamado a la población para generar conciencia sobre los suicidios en Costa Rica, un problema de salud pública que, año tras año, sigue mostrando cifras preocupantes. En este contexto, la entidad también insistió en la importancia de fomentar redes de apoyo para aquellas personas que se encuentran en situación de riesgo.
Desde el 2019, Costa Rica ha implementado medidas como la instalación de mallas de protección en puntos estratégicos, como el famoso Puente del Saprissa sobre el río Virilla y el puente Rafael Iglesias en Grecia, conocidos lugares donde han ocurrido numerosos intentos de suicidio. Estas barreras, que pretenden evitar que las personas salten al vacío, representan un esfuerzo del gobierno para frenar el comportamiento suicida, pero ¿es esto suficiente para abordar la raíz del problema? Las mallas, aunque útiles, no parecen detener el aumento en las cifras.
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Entre 2019 y 2023, según datos del Instituto de Estadística y Censo (INEC) y el Ministerio de Salud, se registraron 2.009 suicidios en el país. Lo más alarmante es que de esa cifra, 1.656 de los fallecidos fueron hombres, mientras que solo 352 fueron mujeres. Estos números reflejan que los hombres son los principales protagonistas de esta trágica realidad en Costa Rica. Ante este panorama, surge una pregunta inevitable: ¿qué está llevando a los hombres a tomar la decisión de autoliquidarse como una forma de escapar de la realidad?
El Ministerio de Salud ha destacado que el comportamiento suicida es un fenómeno multidimensional, influenciado por factores psicológicos, biológicos, sociales, culturales y familiares. Aunque los esfuerzos por mejorar la infraestructura en lugares críticos son loables, la realidad es que la lucha contra el suicidio necesita algo más que mallas físicas; requiere un cambio profundo en la forma en que la sociedad aborda la salud mental.
En Costa Rica, la Línea Aquí Estoy, operada por el Colegio de Profesionales en Psicología, ofrece asistencia a personas que requieren ayuda psicológica no urgente al teléfono 2227-3774. Este servicio busca atender a aquellos que, aunque no enfrentan una emergencia, necesitan apoyo emocional y orientación profesional. Sin embargo, en situaciones donde la vida de una persona está en riesgo inminente, el sistema de Emergencias 9-1-1 se activa para ofrecer una respuesta rápida e inmediata. Aun así, queda la duda de cuántas personas en crisis conocen y acceden a estos servicios antes de que sea demasiado tarde.
Los expertos en salud mental coinciden en que uno de los principales desafíos es el estigma que rodea a la salud mental, especialmente entre los hombres. En una sociedad donde pedir ayuda todavía se asocia con la debilidad, muchos optan por el silencio antes que por buscar apoyo. Este silencio, muchas veces, termina por convertirse en una trampa mortal. Los datos muestran que son los hombres quienes más recurren al suicidio como escape, lo que sugiere una crisis subyacente que no se está abordando adecuadamente.
Una de las recomendaciones del Ministerio de Salud es preguntar abiertamente si se sospecha que alguien está contemplando el suicidio. Aunque para muchos, esta parece una conversación incómoda, los especialistas aseguran que hacerlo abre un espacio seguro donde la persona en riesgo puede expresarse y sentirse escuchada. Este gesto simple, acompañado de redes de apoyo, puede reducir considerablemente el riesgo. No obstante, el temor al rechazo o la falta de preparación emocional de quienes rodean a la persona afectada, sigue siendo una barrera importante para salvar vidas.
La realidad de los suicidios en Costa Rica expone una herida profunda en el tejido social del país. Aunque las mallas en los puentes y las líneas telefónicas de emergencia son pasos en la dirección correcta, está claro que el problema va más allá de la infraestructura. La prevención del suicidio exige una sociedad más consciente, dispuesta a hablar abiertamente sobre salud mental y capaz de ofrecer apoyo sin juicios. La mayoría de los hombres que se suicidan lo hacen en silencio, arrastrados por una sensación de desesperanza de la que sienten que no pueden escapar.
El llamado del Ministerio de Salud es un recordatorio de que la prevención del suicidio no puede quedarse solo en manos del gobierno. Es un esfuerzo colectivo que comienza en los hogares, las escuelas y los lugares de trabajo. Costa Rica debe decidir si está lista para enfrentar este tema de manera frontal, sin tabúes, y si es capaz de ofrecer las redes de apoyo necesarias antes de que más vidas se pierdan en la batalla contra el silencio. En última instancia, más que mallas en los puentes, lo que se necesita es una red social sólida que impida que las personas caigan al vacío de la desesperación.
La pregunta sigue siendo:
¿Está Costa Rica preparada para dar ese salto hacia una verdadera conciencia sobre los suicidios?
Las cifras dicen que todavía queda mucho por hacer.?
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