Un problema que se ha enfrentado desde siempre incluso en el comienzo del cristianismo y hasta con los mismos apóstoles a quienes Jesús regañó varias veces porque empezaron a hablar de repartirse puestos y ver quién tenía el puesto más alto entre ellos y en el reino de Dios (Lucas 22:24-27).
Como humanos que somos tenemos tendencia a corromper las cosas con nuestra propia naturaleza. En este caso, muchas veces el seguimiento de Jesús y la fe se reducen a una competencia de quién tiene más fé, quién es más salvo, quién es más santo y quién es más digno de entrar al reino de los cielos y por supuesto, quién tendrá un puesto más alto en el cielo. Olvidamos hace mucho tiempo que la fe y la salvación son un acto, no una competencia.
Muchos andan engañados que cuanto más pandereta sea (por ponerlo de alguna manera), más ore, más ayude a su iglesia será más santo y estará más cerca de Dios en el cielo, es decir, practican la fe no porque quieren a Dios sino por (a) miedo a irse al infierno y (b) por ver qué saca en cielo por andarle chupando las medias a Dios acá.
Muchos porque se creen muy santos (y se dicen que leen mucho la Biblia) creen que van a estar alto en el cielo, tal vez se les pasaron por alto estos extractos de un par más de escrituras por ahí:
Marcos 10,35-45
Concédenos sentarnos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó:
- No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaron con el bautismo con que yo me voy a bautizar? El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Lucas 7.18-35
Os digo que ninguno entre todos los hombres ha sido más grande que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.
Muchos también juegan de jueces y jurados con las almas de todos poniéndose por encima de Dios, olvidándose que juzgar le es sólo reservado a Dios. Puede haber un estadio lleno de líderes religiosos condenándonos a mí o a usted pero ninguno de ellos tiene la autoridad de juzgar ni las pulgas del perrito que va por la calle.
En resumen, si creen que por andar jugando de chupa medias va a tener algo grande en el cielo, se va a decepcionar un poco cuando llegue.
(No me vuelvan a dejar postear después de tomar café)