¡Ay, mi gente! Ya estamos en 2025 y el tema del 5G sigue dando vueltas. Parece que finalmente vamos a dejar de sufrir con esas conexiones lentísimas cuando hay mucha pila de gente en algún concierto o en la Romería a Cartago. Pero, ¿realmente esto va a cambiarle la vida a nuestros pequeños negocios? Ahí les va la onda, porque la cosa pinta interesante.
Desde hace rato, todos hemos escuchado hablar del 5G como el internet supersónico, pero la verdad es que el asunto es mucho más profundo. No es solo tener TikTok corriendo a mil por hora, sino una herramienta que puede transformar industrias enteras. Según expertos, desde la agricultura hasta la salud, pasando por el turismo, tenemos un potencial tremendo si le sacamos provecho bien.
Imagínense, por ejemplo, un caficultor que pueda mostrarle al cliente de dónde viene exactamente el grano que está tomando. Con el 5G, esa trazabilidad se vuelve una realidad. Ya no es cuestión de decir 'café de Tarrazú', sino 'café de la Finca La Esperanza, lote tres, proceso lavado'. ¡Eso sí vende, diay!
Y no solo en el campo. En la ciudad, los hoteleros de Guanacaste pueden ofrecer servicios digitales de lujo, y hasta la fonda del barrio podría tener un sistema de pedidos online que funcione a toda máquina. Las posibilidades son infinitas. Fabián Ceciliano, de CONELECTRICAS R.L., nos decía que esto no es cuento, sino una oportunidad de oro para modernizar nuestras empresas.
Ahora, claro, no todo es color de rosa. Invertir en infraestructura implica un buen fajate – un 40% más alto de lo previsto, dicen – y la seguridad cibernética es una preocupación seria. Porque, díganlo en voz baja, somos más vulnerables de lo que creemos. Pero ahí radica el brete: o damos el salto ahora o nos quedamos viendo como otros países nos comen el pastel.
Otro punto crucial es la telemedicina. Imaginen poder consultar con un especialista desde cualquier rincón del país, sin importar si vive en San José o en el cantón más alejado. Médicos pudiendo asesorar cirugías a distancia con imágenes nítidas… ¡Menuda vara! Podríamos salvar vidas y mejorar la atención médica para todos, sin importar dónde vivan.
Y hablando de futuro, la movilidad autónoma tampoco es ciencia ficción. Con el 5G, los vehículos inteligentes podrían comunicarse entre sí y evitar accidentes. Aunque todavía suena a película, la tecnología está avanzando a pasos gigantescos. Algunos expertos predicen que en pocos años veremos taxis sin chofer circulando por nuestras calles, ¡qué carga!
Así que, a pesar de los desafíos, parece que el 5G llegó para quedarse y darle un empujón a nuestra economía. La pregunta que me hago es: ¿Estamos realmente preparados para aprovechar al máximo esta revolución tecnológica? ¿Qué medidas debemos tomar para asegurar que el beneficio llegue a todos los rincones del país y no solo a unos cuantos afortunados?
Desde hace rato, todos hemos escuchado hablar del 5G como el internet supersónico, pero la verdad es que el asunto es mucho más profundo. No es solo tener TikTok corriendo a mil por hora, sino una herramienta que puede transformar industrias enteras. Según expertos, desde la agricultura hasta la salud, pasando por el turismo, tenemos un potencial tremendo si le sacamos provecho bien.
Imagínense, por ejemplo, un caficultor que pueda mostrarle al cliente de dónde viene exactamente el grano que está tomando. Con el 5G, esa trazabilidad se vuelve una realidad. Ya no es cuestión de decir 'café de Tarrazú', sino 'café de la Finca La Esperanza, lote tres, proceso lavado'. ¡Eso sí vende, diay!
Y no solo en el campo. En la ciudad, los hoteleros de Guanacaste pueden ofrecer servicios digitales de lujo, y hasta la fonda del barrio podría tener un sistema de pedidos online que funcione a toda máquina. Las posibilidades son infinitas. Fabián Ceciliano, de CONELECTRICAS R.L., nos decía que esto no es cuento, sino una oportunidad de oro para modernizar nuestras empresas.
Ahora, claro, no todo es color de rosa. Invertir en infraestructura implica un buen fajate – un 40% más alto de lo previsto, dicen – y la seguridad cibernética es una preocupación seria. Porque, díganlo en voz baja, somos más vulnerables de lo que creemos. Pero ahí radica el brete: o damos el salto ahora o nos quedamos viendo como otros países nos comen el pastel.
Otro punto crucial es la telemedicina. Imaginen poder consultar con un especialista desde cualquier rincón del país, sin importar si vive en San José o en el cantón más alejado. Médicos pudiendo asesorar cirugías a distancia con imágenes nítidas… ¡Menuda vara! Podríamos salvar vidas y mejorar la atención médica para todos, sin importar dónde vivan.
Y hablando de futuro, la movilidad autónoma tampoco es ciencia ficción. Con el 5G, los vehículos inteligentes podrían comunicarse entre sí y evitar accidentes. Aunque todavía suena a película, la tecnología está avanzando a pasos gigantescos. Algunos expertos predicen que en pocos años veremos taxis sin chofer circulando por nuestras calles, ¡qué carga!
Así que, a pesar de los desafíos, parece que el 5G llegó para quedarse y darle un empujón a nuestra economía. La pregunta que me hago es: ¿Estamos realmente preparados para aprovechar al máximo esta revolución tecnológica? ¿Qué medidas debemos tomar para asegurar que el beneficio llegue a todos los rincones del país y no solo a unos cuantos afortunados?