¡Duro, duro! Resulta que un estudio nuevo de la Universidad de Costa Rica (UCR) sacudió el avispero ambiental. Parece que nuestros ríos, esas venas azules que tanto queremos, tienen un problema serio: están llenos de restos de medicamentos. No me digas que todavía tenemos que lidiar con esto… ¡Qué torta!
El Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la UCR echó pata atrás y analizó 163 puntos de agua en todo el país – desde hospitales hasta plantitas lecheras, pasando por rellenos sanitarios y hasta algunas fincas. Y la conclusión es escalofriante: encontraron 37 compuestos farmacéuticos nadando en nuestras aguas. De esos, 25 representan un riesgo medio a alto para el ecosistema, y nueve se metieron en la lista negra como los contaminantes más peligrosos.
Para ponerle orden al pandemónium, los investigadores destacaron algunos nombres que deberían preocuparnos. Encabezando la lista está la cafeína, que ya sé, muchos consumen a diario; pero luego aparecen la difenhidramina (para las alergias), acetaminofén (el calmante clásico), y la lovastatina (la que usan para bajar el colesterol). ¡Un brete de químicos flotando por ahí!
Pero eso no es todo, compas. También detectaron gemfibrozilo (para controlar la grasa en la sangre), ciprofloxacina (antibiótico contra infecciones), ibuprofeno, doxiciclina (otro antibiótico para problemas respiratorios o de piel), y norfloxacina (contra infecciones urinarias). ¡Todo un arsenal químico amenazando nuestra fauna y flora acuática!
Según el Dr. Carlos Rodríguez Rodríguez, investigador del CICA-UCR, estos “contaminantes emergentes” llegan a nuestros ríos por varias vías. Una de ellas es cuando nuestro cuerpo no puede procesar completamente los medicamentos y los desechamos. Parte de ese medicamento sale por las orinas y termina en las aguas residuales que van a las plantas de tratamiento. ¡Y si no son eficientes, voilá! Se escapan al río.
Pero hay otra vía mucho más preocupante: la gente simplemente no sabe qué hacer con sus medicinas viejas o que ya no necesita. Muchos las tiran a la basura común, o peor aún, las echan por el inodoro o lavamanos. ¡Qué despiche! Así facilitamos que lleguen a los sistemas de alcantarillado y, finalmente, a los ríos.
El Dr. Didier Ramírez Morales, también parte del equipo de investigación, señaló que este estudio es crucial porque nos da una idea clara de cuáles son los fármacos más problemáticos en Costa Rica. En vez de perder tiempo y recursos investigando todos los compuestos, podemos enfocarnos en los prioritarios y encontrar soluciones efectivas. ¡Más vale tarde que nunca, dicen!
Ahora sí, les lanzo la bola al debate: ¿Cómo crees tú que podríamos solucionar este problema? ¿Sería factible implementar programas de recolección de medicamentos vencidos en farmacias o centros de salud? ¿O quizás deberíamos intensificar la educación pública sobre la correcta eliminación de fármacos? ¡Déjanme saber tu opinión, compa!
El Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la UCR echó pata atrás y analizó 163 puntos de agua en todo el país – desde hospitales hasta plantitas lecheras, pasando por rellenos sanitarios y hasta algunas fincas. Y la conclusión es escalofriante: encontraron 37 compuestos farmacéuticos nadando en nuestras aguas. De esos, 25 representan un riesgo medio a alto para el ecosistema, y nueve se metieron en la lista negra como los contaminantes más peligrosos.
Para ponerle orden al pandemónium, los investigadores destacaron algunos nombres que deberían preocuparnos. Encabezando la lista está la cafeína, que ya sé, muchos consumen a diario; pero luego aparecen la difenhidramina (para las alergias), acetaminofén (el calmante clásico), y la lovastatina (la que usan para bajar el colesterol). ¡Un brete de químicos flotando por ahí!
Pero eso no es todo, compas. También detectaron gemfibrozilo (para controlar la grasa en la sangre), ciprofloxacina (antibiótico contra infecciones), ibuprofeno, doxiciclina (otro antibiótico para problemas respiratorios o de piel), y norfloxacina (contra infecciones urinarias). ¡Todo un arsenal químico amenazando nuestra fauna y flora acuática!
Según el Dr. Carlos Rodríguez Rodríguez, investigador del CICA-UCR, estos “contaminantes emergentes” llegan a nuestros ríos por varias vías. Una de ellas es cuando nuestro cuerpo no puede procesar completamente los medicamentos y los desechamos. Parte de ese medicamento sale por las orinas y termina en las aguas residuales que van a las plantas de tratamiento. ¡Y si no son eficientes, voilá! Se escapan al río.
Pero hay otra vía mucho más preocupante: la gente simplemente no sabe qué hacer con sus medicinas viejas o que ya no necesita. Muchos las tiran a la basura común, o peor aún, las echan por el inodoro o lavamanos. ¡Qué despiche! Así facilitamos que lleguen a los sistemas de alcantarillado y, finalmente, a los ríos.
El Dr. Didier Ramírez Morales, también parte del equipo de investigación, señaló que este estudio es crucial porque nos da una idea clara de cuáles son los fármacos más problemáticos en Costa Rica. En vez de perder tiempo y recursos investigando todos los compuestos, podemos enfocarnos en los prioritarios y encontrar soluciones efectivas. ¡Más vale tarde que nunca, dicen!
Ahora sí, les lanzo la bola al debate: ¿Cómo crees tú que podríamos solucionar este problema? ¿Sería factible implementar programas de recolección de medicamentos vencidos en farmacias o centros de salud? ¿O quizás deberíamos intensificar la educación pública sobre la correcta eliminación de fármacos? ¡Déjanme saber tu opinión, compa!