Maes, en serio. Hay pocas cosas tan seguras en Costa Rica como que va a llover en octubre, que Saprissa y la Liga van a dar de qué hablar, y que el sistema ATV de Hacienda se va a caer justo cuando uno más lo necesita. ¡Qué torta! Justo cuando uno, responsablemente, saca el ratico del brete para sentarse a lidiar con la declaración, el chunche simplemente no funciona. No es una vara de ahora, es el cuento de nunca acabar, y la paciencia, como la plata a fin de mes, ya se está acabando.
La ironía es casi poética. Mientras el Facebook de Hacienda nos bombardea con recordatorios de que “no lo deje para última hora”, su propia plataforma parece haberse tomado el consejo al pie de la letra y se fue de vacaciones anticipadas. Uno entra a esos posts y lo que ve es un muro de los lamentos digital: gente reportando que el sistema está pegado desde ayer, que no carga, que tira errores misteriosos. Es como si el Ministerio te dijera que tenés que entregar una tarea importantísima, pero al mismo tiempo te escondiera el cuaderno y los lápices. El comentario de un mae llamado Alain Aguilar, que citan en CR Hoy, es el eco de cientos de contribuyentes que están en las mismas: con la obligación encima y las herramientas por el suelo.
Y aquí es donde la vara se pone más densa. Porque uno podría pensar: “Diay, seguro es un gentío conectado al mismo tiempo”. Pero esto ya no es una sorpresa, es un patrón. Cada vez que se acerca una fecha límite importante, la plataforma se va al traste. Entonces, ¿falta planificación? ¿El sistema no da la talla? ¿Qué es lo que pasa? Porque si usted es de los aplicados que intenta hacer todo con tiempo para evitar el corre-corre, diay, igual está salado, porque el sistema falla cuando le da la gana. Y si es de los que lo deja para el último día, pues está doblemente frito. Al final, no importa cómo lo haga, el sistema parece diseñado para agregarle una dosis extra de estrés a la ya de por sí tediosa tarea de pagar impuestos.
Lo que de verdad molesta, más allá del fallo técnico, es el silencio. A esta hora, todavía no hay un comunicado oficial, una explicación, un “maes, disculpen, ya casi lo arreglamos”. Nada. Un silencio que se siente como indiferencia. Mientras en Hacienda deciden si se jalaron una torta monumental o si fue culpa de una iguana que se comió un cable, cientos de personas están perdiendo tiempo valioso de su trabajo y de su vida, actualizando una página que no responde. Los periodistas, como los de CR Hoy, hacen la consulta y la respuesta es la de siempre: “estamos a la espera”. Una espera que nos cuesta a todos.
Al final, este despiche con el ATV es un síntoma de algo más grande: la desconexión que a veces existe entre las instituciones y el ciudadano de a pie. Nosotros cumplimos con nuestra parte, o al menos lo intentamos, pero del otro lado nos topamos con una pared digital que se cae a pedazos. No pedimos un sistema a nivel de la NASA, solo uno que funcione, que sea estable y que respete el tiempo de la gente. ¿Es mucho pedir? Aparentemente sí. En fin, otro día en la oficina para el contribuyente tico. ¿Y a ustedes, maes? ¿Pudieron hacer la declaración o están en las mismas, pegados a la pantalla dándole F5 como si no hubiera un mañana? ¡Cuenten sus historias de terror con el ATV para no sentirnos tan solos!
La ironía es casi poética. Mientras el Facebook de Hacienda nos bombardea con recordatorios de que “no lo deje para última hora”, su propia plataforma parece haberse tomado el consejo al pie de la letra y se fue de vacaciones anticipadas. Uno entra a esos posts y lo que ve es un muro de los lamentos digital: gente reportando que el sistema está pegado desde ayer, que no carga, que tira errores misteriosos. Es como si el Ministerio te dijera que tenés que entregar una tarea importantísima, pero al mismo tiempo te escondiera el cuaderno y los lápices. El comentario de un mae llamado Alain Aguilar, que citan en CR Hoy, es el eco de cientos de contribuyentes que están en las mismas: con la obligación encima y las herramientas por el suelo.
Y aquí es donde la vara se pone más densa. Porque uno podría pensar: “Diay, seguro es un gentío conectado al mismo tiempo”. Pero esto ya no es una sorpresa, es un patrón. Cada vez que se acerca una fecha límite importante, la plataforma se va al traste. Entonces, ¿falta planificación? ¿El sistema no da la talla? ¿Qué es lo que pasa? Porque si usted es de los aplicados que intenta hacer todo con tiempo para evitar el corre-corre, diay, igual está salado, porque el sistema falla cuando le da la gana. Y si es de los que lo deja para el último día, pues está doblemente frito. Al final, no importa cómo lo haga, el sistema parece diseñado para agregarle una dosis extra de estrés a la ya de por sí tediosa tarea de pagar impuestos.
Lo que de verdad molesta, más allá del fallo técnico, es el silencio. A esta hora, todavía no hay un comunicado oficial, una explicación, un “maes, disculpen, ya casi lo arreglamos”. Nada. Un silencio que se siente como indiferencia. Mientras en Hacienda deciden si se jalaron una torta monumental o si fue culpa de una iguana que se comió un cable, cientos de personas están perdiendo tiempo valioso de su trabajo y de su vida, actualizando una página que no responde. Los periodistas, como los de CR Hoy, hacen la consulta y la respuesta es la de siempre: “estamos a la espera”. Una espera que nos cuesta a todos.
Al final, este despiche con el ATV es un síntoma de algo más grande: la desconexión que a veces existe entre las instituciones y el ciudadano de a pie. Nosotros cumplimos con nuestra parte, o al menos lo intentamos, pero del otro lado nos topamos con una pared digital que se cae a pedazos. No pedimos un sistema a nivel de la NASA, solo uno que funcione, que sea estable y que respete el tiempo de la gente. ¿Es mucho pedir? Aparentemente sí. En fin, otro día en la oficina para el contribuyente tico. ¿Y a ustedes, maes? ¿Pudieron hacer la declaración o están en las mismas, pegados a la pantalla dándole F5 como si no hubiera un mañana? ¡Cuenten sus historias de terror con el ATV para no sentirnos tan solos!
