Mae, hay que aceptarlo: la política tica a veces parece una mezcla entre una mejenga de barrio con mucho pique y una serie de Netflix con giros de guion cada semana. Y el capítulo más reciente tiene un título que se las trae: “Peces en un estañón”. ¡Qué nivel de frase se mandó el presi! Pero diay, vamos por partes, porque detrás de la fanfarronada hay un despiche legal y político que podría definir el resto de su gobierno.
La vara es así: la Asamblea Legislativa, específicamente la Comisión de Inmunidad, llamó a Rodrigo Chaves a una audiencia pública. ¿El motivo? Nada más y nada menos que analizar si le quitan el fuero para que enfrente una acusación del Fiscal General por el presunto delito de concusión. Estamos hablando de un enredo serio con un contrato de más de $400,000 con el BCIE. En cualquier otro escenario, un presidente estaría con un discurso sobrio, hablando del “debido proceso” y la “colaboración con las instituciones”. Pero Chaves no. El mae sale y dice, con una seguridad que asusta o inspira (depende de a quién le pregunte), que le “va a encantar ir” porque será “como agarrar peces dentro de un estañón”. O sea, pan comido.
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Esa frase no es casualidad. Es una declaración de guerra con una sonrisa. Es puro teatro político diseñado para sus seguidores y para poner nerviosos a los diputados. Es decirle al país: “Ellos creen que me tienen acorralado, pero yo voy a llegar ahí a darles una clase”. La estrategia es clara: transformar una situación legalmente peligrosa en una plataforma de comunicación, en un show donde él es el protagonista invencible y los diputados son los extras. ¡Qué carga la audacia! Porque hay que tener agallas para pintar un posible juicio penal como si fuera una pulseada que ya tiene ganada. Es una apuesta altísima: si le sale bien, se consolida como un líder que ni la “política tradicional” puede tocar. Si le sale mal... mae, si le sale mal, podría quedar como el tipo más confiado que se resbaló con la cáscara de banano más grande de la historia.
Y del otro lado del ring no están pintados en la pared. La presidenta de la comisión, Andrea Álvarez, ya le marcó la cancha: la audiencia será pública. Esto significa que no habrá secretos. Todo el país va a ver el intercambio, sin filtros. No será un monólogo presidencial, sino un interrogatorio donde cada pregunta y cada respuesta serán analizadas con lupa. Los diputados tienen un brete enorme: prepararse para no ser los “peces” del estañón. Tienen que ir con datos, con preguntas filosas y sin caer en provocaciones. Si se dejan llevar por el show de Chaves, pierden. Si logran mantener el control y enfocar la discusión en los hechos del caso de concusión, la historia puede ser muy diferente. Al final, la comisión tiene 20 días para dar un veredicto que irá al Plenario. Ahí se decide si Chaves (y el ministro de Cultura, Jorge Rodríguez) se quedan sin inmunidad y deben enfrentar a la justicia como cualquier otro ciudadano.
Entonces, ¿qué nos queda? Un espectáculo político de alto calibre. Por un lado, un presidente que redobla la apuesta, que usa la ofensa como defensa y que confía ciegamente en su capacidad para dominar la narrativa. Por otro, una fracción del poder legislativo que tiene la tarea histórica de decidir si un mandatario en funciones debe ser investigado penalmente. Si Chaves se jala una torta en esa audiencia, el costo político podría ser inmenso. Y si los diputados no están a la altura, quedarán como los peces que él mismo vaticinó. La pregunta para el foro es casi obligatoria, maes...
Viendo este panorama, ¿creen que la jugada de Chaves es de un mae muy carga que entiende perfectamente el juego político, o se está confiando demasiado y esta vez sí se le puede devolver la tortilla y terminar bien salado? ¿Logrará convertir la Asamblea en su estañón personal? ¡Los leo!
La vara es así: la Asamblea Legislativa, específicamente la Comisión de Inmunidad, llamó a Rodrigo Chaves a una audiencia pública. ¿El motivo? Nada más y nada menos que analizar si le quitan el fuero para que enfrente una acusación del Fiscal General por el presunto delito de concusión. Estamos hablando de un enredo serio con un contrato de más de $400,000 con el BCIE. En cualquier otro escenario, un presidente estaría con un discurso sobrio, hablando del “debido proceso” y la “colaboración con las instituciones”. Pero Chaves no. El mae sale y dice, con una seguridad que asusta o inspira (depende de a quién le pregunte), que le “va a encantar ir” porque será “como agarrar peces dentro de un estañón”. O sea, pan comido.
Aquí es donde la cosa se pone interesante. Esa frase no es casualidad. Es una declaración de guerra con una sonrisa. Es puro teatro político diseñado para sus seguidores y para poner nerviosos a los diputados. Es decirle al país: “Ellos creen que me tienen acorralado, pero yo voy a llegar ahí a darles una clase”. La estrategia es clara: transformar una situación legalmente peligrosa en una plataforma de comunicación, en un show donde él es el protagonista invencible y los diputados son los extras. ¡Qué carga la audacia! Porque hay que tener agallas para pintar un posible juicio penal como si fuera una pulseada que ya tiene ganada. Es una apuesta altísima: si le sale bien, se consolida como un líder que ni la “política tradicional” puede tocar. Si le sale mal... mae, si le sale mal, podría quedar como el tipo más confiado que se resbaló con la cáscara de banano más grande de la historia.
Y del otro lado del ring no están pintados en la pared. La presidenta de la comisión, Andrea Álvarez, ya le marcó la cancha: la audiencia será pública. Esto significa que no habrá secretos. Todo el país va a ver el intercambio, sin filtros. No será un monólogo presidencial, sino un interrogatorio donde cada pregunta y cada respuesta serán analizadas con lupa. Los diputados tienen un brete enorme: prepararse para no ser los “peces” del estañón. Tienen que ir con datos, con preguntas filosas y sin caer en provocaciones. Si se dejan llevar por el show de Chaves, pierden. Si logran mantener el control y enfocar la discusión en los hechos del caso de concusión, la historia puede ser muy diferente. Al final, la comisión tiene 20 días para dar un veredicto que irá al Plenario. Ahí se decide si Chaves (y el ministro de Cultura, Jorge Rodríguez) se quedan sin inmunidad y deben enfrentar a la justicia como cualquier otro ciudadano.
Entonces, ¿qué nos queda? Un espectáculo político de alto calibre. Por un lado, un presidente que redobla la apuesta, que usa la ofensa como defensa y que confía ciegamente en su capacidad para dominar la narrativa. Por otro, una fracción del poder legislativo que tiene la tarea histórica de decidir si un mandatario en funciones debe ser investigado penalmente. Si Chaves se jala una torta en esa audiencia, el costo político podría ser inmenso. Y si los diputados no están a la altura, quedarán como los peces que él mismo vaticinó. La pregunta para el foro es casi obligatoria, maes...
Viendo este panorama, ¿creen que la jugada de Chaves es de un mae muy carga que entiende perfectamente el juego político, o se está confiando demasiado y esta vez sí se le puede devolver la tortilla y terminar bien salado? ¿Logrará convertir la Asamblea en su estañón personal? ¡Los leo!
