¡Ay, Dios mío! La educación pública en Costa Rica anda más patosa que balón desinflado. Un nuevo estudio revela que casi 11.000 maestros y maestras han pedido cambiar de escuela por temas de salud en los últimos cuatro años. ¡Eso sí que es una torta! Parece que el brete les está pasando factura y el sistema educativo entero está temblando.
Según el Décimo Informe del Estado de la Educación, la mayoría de estas solicitudes –cerca del 74%– provienen de nuestros dedicados educadores. Y no estamos hablando de resfriados ni dolorillos, no ma’. Aquí la cosa es más seria: estrés, ansiedad, depresiones… Padecimientos psiquiátricos que le están dando duro al profesorado. De hecho, este porcentaje representa un montón de gente buscando alivio porque el trabajo les está comiendo vivo.
Para ponerle más sabor a la papa, los números siguen escalando. En los primeros siete meses de este año ya hay un incremento del 32% en las solicitudes de reubicación por razones de salud, comparado con el mismo período del año pasado. ¡Imagínate la carga que están llevando encima! Esto demuestra que la situación no solo es preocupante, sino que se está poniendo cada vez peor, amigos.
Pero, ¿por qué pasa esto? Pues parece que el cóctel perfecto de factores negativos está afectando al personal docente. Sobrecarga laboral, salarios que no alcanzan ni pa’ un café, contratos complicados y una falta de apoyo institucional que da pena ajena. Como dice Carolina Cervantes, representante del Colegio de Profesionales en Orientación, los maestros no solo tienen que enseñar, sino lidiar con los problemas emocionales y familiares de sus alumnos, muchas veces en aulas repletas de niños, ¡hasta con 35 en algunas ocasiones!
Y ahí radica el problema. Nuestros maestros se ven obligados a ser psicólogos, trabajadores sociales, padres suplentes... ¡de todo! Y mientras tanto, el sistema educativo sigue igual, con recursos justos y expectativas altísimas. Es un círculo vicioso, diay, y la consecuencia es que muchos caen rendidos. Algunos se quieren ir al traste, otros simplemente necesitan un respiro, un cambio de aires, para poder volver a dar lo mejor de ellos.
La situación es tan crítica que incluso expertos como Cervantes advierten que el sistema educativo está ‘muy colapsado’. Y no es solo una opinión aislada. La realidad está a la vista de todos: escuelas con infraestructura deficiente, falta de materiales didácticos, jornadas laborales extenuantes y un ambiente de estrés constante. ¿Cómo esperar que nuestros maestros den clases de calidad si están batallando para mantener la cordura?
Ahora bien, ante este panorama desalentador, el informe del Estado de la Educación urgen a reconstruir el cuerpo docente. Hablan de políticas públicas claras, de mejorar las condiciones laborales, de fortalecer el apoyo psicológico y de garantizar el bienestar y la salud ocupacional de los maestros. Porque, seamos sinceros, son ellos quienes sostienen la columna vertebral de nuestra educación. No podemos seguir ignorando este grito de auxilio. Necesitamos actuar ya, antes de que la situación se vaya de las manos.
En fin, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre el valor que realmente le damos a la educación en Costa Rica. Seamos honestos, ¿qué medidas concretas creen ustedes que debería tomar el gobierno para apoyar a nuestros maestros y evitar que tantos tengan que renunciar por motivos de salud? ¿Estamos dispuestos a invertir en el bienestar de quienes forman el futuro de nuestro país o vamos a seguir viendo cómo el sistema educativo se va al traste poco a poco?
Según el Décimo Informe del Estado de la Educación, la mayoría de estas solicitudes –cerca del 74%– provienen de nuestros dedicados educadores. Y no estamos hablando de resfriados ni dolorillos, no ma’. Aquí la cosa es más seria: estrés, ansiedad, depresiones… Padecimientos psiquiátricos que le están dando duro al profesorado. De hecho, este porcentaje representa un montón de gente buscando alivio porque el trabajo les está comiendo vivo.
Para ponerle más sabor a la papa, los números siguen escalando. En los primeros siete meses de este año ya hay un incremento del 32% en las solicitudes de reubicación por razones de salud, comparado con el mismo período del año pasado. ¡Imagínate la carga que están llevando encima! Esto demuestra que la situación no solo es preocupante, sino que se está poniendo cada vez peor, amigos.
Pero, ¿por qué pasa esto? Pues parece que el cóctel perfecto de factores negativos está afectando al personal docente. Sobrecarga laboral, salarios que no alcanzan ni pa’ un café, contratos complicados y una falta de apoyo institucional que da pena ajena. Como dice Carolina Cervantes, representante del Colegio de Profesionales en Orientación, los maestros no solo tienen que enseñar, sino lidiar con los problemas emocionales y familiares de sus alumnos, muchas veces en aulas repletas de niños, ¡hasta con 35 en algunas ocasiones!
Y ahí radica el problema. Nuestros maestros se ven obligados a ser psicólogos, trabajadores sociales, padres suplentes... ¡de todo! Y mientras tanto, el sistema educativo sigue igual, con recursos justos y expectativas altísimas. Es un círculo vicioso, diay, y la consecuencia es que muchos caen rendidos. Algunos se quieren ir al traste, otros simplemente necesitan un respiro, un cambio de aires, para poder volver a dar lo mejor de ellos.
La situación es tan crítica que incluso expertos como Cervantes advierten que el sistema educativo está ‘muy colapsado’. Y no es solo una opinión aislada. La realidad está a la vista de todos: escuelas con infraestructura deficiente, falta de materiales didácticos, jornadas laborales extenuantes y un ambiente de estrés constante. ¿Cómo esperar que nuestros maestros den clases de calidad si están batallando para mantener la cordura?
Ahora bien, ante este panorama desalentador, el informe del Estado de la Educación urgen a reconstruir el cuerpo docente. Hablan de políticas públicas claras, de mejorar las condiciones laborales, de fortalecer el apoyo psicológico y de garantizar el bienestar y la salud ocupacional de los maestros. Porque, seamos sinceros, son ellos quienes sostienen la columna vertebral de nuestra educación. No podemos seguir ignorando este grito de auxilio. Necesitamos actuar ya, antes de que la situación se vaya de las manos.
En fin, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre el valor que realmente le damos a la educación en Costa Rica. Seamos honestos, ¿qué medidas concretas creen ustedes que debería tomar el gobierno para apoyar a nuestros maestros y evitar que tantos tengan que renunciar por motivos de salud? ¿Estamos dispuestos a invertir en el bienestar de quienes forman el futuro de nuestro país o vamos a seguir viendo cómo el sistema educativo se va al traste poco a poco?