¡Ay, Dios mío! Parece que el sistema educativo se nos está viniendo encima como arroz con pollo. Un estudio recién salido del horno del Ministerio de Educación Pública (MEP) pinta un cuadro bien feo sobre la salud y el bienestar de nuestros maestros y maestras, y la cifra es impactante: miles han tenido que pedir traslados por temas de salud. ¿Se imaginan eso?
El Décimo Informe del Estado de la Educación (EE) echó luz sobre una realidad que muchos ya sabíamos, pero que ahora queda plasmada en números fríos: entre el 2020 y julio de este año, casi 15 mil solicitudes de reubicación llegaron al MEP, con el 74% siendo docentes. Eso significa más de 10 mil profes luchando contra achaques que les impiden hacer su brete en las aulas. Y lo más preocupante es que, desde enero, estos pedidos han ido en aumento, con un salto del 32% en los últimos siete meses. ¡Qué va!
Lo que más preocupa es qué está pasando. Según el reporte, las consultas más frecuentes tienen que ver con problemas de salud mental –psiquiatría lidera con un 35.3%– y dolores en huesos y articulaciones (ortopedia, con un 15.4%). Esto, vamos, que no es cualquier cosilla; es gente quemándose por el estrés y la presión del trabajo. Y claro, ahí entra el tema del salario que no alcanza para vivir dignamente, la inflación que te come el bolsillo y la sensación de estar dando todo y no recibir nada a cambio.
Pero el problema no termina ahí, amigos. El informe del Estado de la Educación advierte que estamos limitando el buen desempeño docente, lo cual directamente afecta el aprendizaje de los niños y niñas. Nosotros queremos una educación de calidad para nuestros hijos, pero si los maestros están agotados y enfermos, ¿cómo esperan que puedan dar lo mejor de sí mismos? Es un círculo vicioso que hay que romper ya, diay.
Según datos del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), casi la mitad de los docentes reportan altos niveles de fatiga, dolores físicos y dificultades para concentrarse. Eso es alarmante, ¡y debería encender todas las luces rojas! Carolina Cervantes, representante del Colegio de Profesionales en Orientación (CPO), lo explica perfecto: los maestros no solo tienen que lidiar con los programas educativos, sino también con las cargas emocionales y conductuales de los alumnos y sus familias. Además, en muchas escuelas hay aulas superpobladas, con hasta 35 estudiantes por salón.
“En este momento, nuestro sistema educativo está muy colapsado,” recalca Cervantes. “Veamos la cantidad de docentes que se incapacitan por temas emocionales.” Y no es solo cuestión de pedir días libres, es un síntoma de un problema mucho más profundo, de una profesión que ha sido olvidada y poco valorada. Ahí también entran los presupuestos ajustados y los salarios que no reflejan la importancia del rol de los maestros en nuestra sociedad. Imagínense pasar horas enseñando, corrigiendo tareas, atendiendo a padres, y luego tener que preocuparse por llegar a fin de mes… ¡Qué estrés!”
Por eso, el informe del Estado de la Educación hace un llamado urgente a reconstruir el cuerpo docente, implementando políticas públicas que prioricen su bienestar. Se habla de fortalecer la formación continua, apoyar el uso de tecnología en las aulas y crear un programa nacional de desarrollo profesional. En resumen, darle a los maestros las herramientas y el respaldo que necesitan para hacer su trabajo de la mejor manera posible. Y los políticos, que hagan caso a estas recomendaciones, porque si no, ¡nos iremos al traste como país!
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto: ¿cree usted que el próximo gobierno dará prioridad real a la inversión en educación y al bienestar de los docentes, o seguirá siendo solo promesas vacías? ¿Qué medidas concretas deberían tomarse para aliviar la carga de trabajo y mejorar la calidad de vida de los maestros en Costa Rica?
El Décimo Informe del Estado de la Educación (EE) echó luz sobre una realidad que muchos ya sabíamos, pero que ahora queda plasmada en números fríos: entre el 2020 y julio de este año, casi 15 mil solicitudes de reubicación llegaron al MEP, con el 74% siendo docentes. Eso significa más de 10 mil profes luchando contra achaques que les impiden hacer su brete en las aulas. Y lo más preocupante es que, desde enero, estos pedidos han ido en aumento, con un salto del 32% en los últimos siete meses. ¡Qué va!
Lo que más preocupa es qué está pasando. Según el reporte, las consultas más frecuentes tienen que ver con problemas de salud mental –psiquiatría lidera con un 35.3%– y dolores en huesos y articulaciones (ortopedia, con un 15.4%). Esto, vamos, que no es cualquier cosilla; es gente quemándose por el estrés y la presión del trabajo. Y claro, ahí entra el tema del salario que no alcanza para vivir dignamente, la inflación que te come el bolsillo y la sensación de estar dando todo y no recibir nada a cambio.
Pero el problema no termina ahí, amigos. El informe del Estado de la Educación advierte que estamos limitando el buen desempeño docente, lo cual directamente afecta el aprendizaje de los niños y niñas. Nosotros queremos una educación de calidad para nuestros hijos, pero si los maestros están agotados y enfermos, ¿cómo esperan que puedan dar lo mejor de sí mismos? Es un círculo vicioso que hay que romper ya, diay.
Según datos del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), casi la mitad de los docentes reportan altos niveles de fatiga, dolores físicos y dificultades para concentrarse. Eso es alarmante, ¡y debería encender todas las luces rojas! Carolina Cervantes, representante del Colegio de Profesionales en Orientación (CPO), lo explica perfecto: los maestros no solo tienen que lidiar con los programas educativos, sino también con las cargas emocionales y conductuales de los alumnos y sus familias. Además, en muchas escuelas hay aulas superpobladas, con hasta 35 estudiantes por salón.
“En este momento, nuestro sistema educativo está muy colapsado,” recalca Cervantes. “Veamos la cantidad de docentes que se incapacitan por temas emocionales.” Y no es solo cuestión de pedir días libres, es un síntoma de un problema mucho más profundo, de una profesión que ha sido olvidada y poco valorada. Ahí también entran los presupuestos ajustados y los salarios que no reflejan la importancia del rol de los maestros en nuestra sociedad. Imagínense pasar horas enseñando, corrigiendo tareas, atendiendo a padres, y luego tener que preocuparse por llegar a fin de mes… ¡Qué estrés!”
Por eso, el informe del Estado de la Educación hace un llamado urgente a reconstruir el cuerpo docente, implementando políticas públicas que prioricen su bienestar. Se habla de fortalecer la formación continua, apoyar el uso de tecnología en las aulas y crear un programa nacional de desarrollo profesional. En resumen, darle a los maestros las herramientas y el respaldo que necesitan para hacer su trabajo de la mejor manera posible. Y los políticos, que hagan caso a estas recomendaciones, porque si no, ¡nos iremos al traste como país!
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto: ¿cree usted que el próximo gobierno dará prioridad real a la inversión en educación y al bienestar de los docentes, o seguirá siendo solo promesas vacías? ¿Qué medidas concretas deberían tomarse para aliviar la carga de trabajo y mejorar la calidad de vida de los maestros en Costa Rica?