Maes, si creían que la política tica estaba tranquila, agárrense, porque el culebrón que se tiene montado Liberación Nacional en San Ramón está para alquilar balcón. No es un chisme de pasillo, es un despiche en toda regla que tiene al partido más grande del país con el Jesús en la boca, porque la famosa (y jugosa) deuda política está colgando de un hilo. Y todo por un pleito que parece no tener fin en el cantón de los poetas, que de poético, por ahora, tiene poco.
Vamos a ver si me explico. Para que el PLN pueda tocar un solo cinco de la plata del Estado para la campaña, necesita tener todas sus estructuras cantonales al día. Pero en San Ramón, los delegados simplemente se han negado a presentarse a la asamblea. ¿Cuántas veces? ¡DIECIOCHO! Leen bien. Dieciocho convocatorias y nada, no hay quórum. La razón del berrinche, porque a estas alturas ya parece eso, es un enredo de dimes y diretes que tiene como protagonista a Miguel Guillén, el secretario general del partido. Aparentemente, una parte de la dirigencia ramonense no lo quería ni en pintura como candidato a diputado y, para meter presión, decidieron “no jugar”. Una jugada de ajedrez político que les puede salir carísima a todos los verdiblancos.
Y aquí es donde la vara se pone seria. Según el Tribunal Supremo de Elecciones, el tiempo se acaba. Aunque Guillén dice que tienen chance hasta el 26 de octubre, a partir de esa fecha, si San Ramón sigue en huelga de brazos caídos, el TSE básicamente congela los desembolsos. No es que pierdan el derecho a la plata para siempre, pero en la práctica, se quedan sin liquidez en plena recta final hacia las elecciones. Imagínense el panorama: una campaña nacional a toda máquina y la billetera congelada. ¡Qué torta se estarían jalando! Toda la planificación se les podría ir al traste por un conflicto que no han podido (o no han querido) solucionar a tiempo.
En medio del incendio, los líderes intentan jugar de bomberos. Álvaro Ramos, el candidato presidencial, después de la Asamblea Nacional del sábado andaba más “relajado”, diciendo que ahora que ya escogió vices y demás, le va a entrar con todo al tema. Usó una frase buenísima: "Es un tema de cuántas bolas tenés en el aire". Diay, parece que la bola de San Ramón se le estaba quemando. Por su parte, Miguel Guillén, en un intento por apagar las llamas, ya tiró la toalla y dijo que no aspirará a ninguna diputación. "Si el retiro mío de algo sirve (...) enhorabuena", declaró. Básicamente se hizo a un lado para ver si así se calma la gente y se logra el bendito quórum.
Al final, todo esto deja un sabor amargo. Se habla de vetos personales, de un exdiputado metiendo cizaña y de un candidato presidencial que tuvo que enfocarse en otras broncas. El resultado es un partido gigante, con una historia enorme, que podría quedarse sin gasolina a medio camino por no poder poner de acuerdo a un solo cantón. Están tan salados que ya andan viendo cómo le piden ayuda a exministros de Hacienda para buscar un plan B de financiamiento, que sería a punta de donaciones. O sea, volver a pasar el sombrero como en los viejos tiempos. La pregunta ahora es si la salida de Guillén del panorama será suficiente para que los ramonenses firmen la paz. Porque el reloj no para y en política, el tiempo es plata... literalmente.
Diay, maes, ¿ustedes qué harían si fueran la dirigencia del PLN? ¿Ceden a la presión de los ramonenses por asegurar la plata de la deuda política o se mantienen firmes aunque la campaña se les complique? ¡Se abrió el debate en el foro!
Vamos a ver si me explico. Para que el PLN pueda tocar un solo cinco de la plata del Estado para la campaña, necesita tener todas sus estructuras cantonales al día. Pero en San Ramón, los delegados simplemente se han negado a presentarse a la asamblea. ¿Cuántas veces? ¡DIECIOCHO! Leen bien. Dieciocho convocatorias y nada, no hay quórum. La razón del berrinche, porque a estas alturas ya parece eso, es un enredo de dimes y diretes que tiene como protagonista a Miguel Guillén, el secretario general del partido. Aparentemente, una parte de la dirigencia ramonense no lo quería ni en pintura como candidato a diputado y, para meter presión, decidieron “no jugar”. Una jugada de ajedrez político que les puede salir carísima a todos los verdiblancos.
Y aquí es donde la vara se pone seria. Según el Tribunal Supremo de Elecciones, el tiempo se acaba. Aunque Guillén dice que tienen chance hasta el 26 de octubre, a partir de esa fecha, si San Ramón sigue en huelga de brazos caídos, el TSE básicamente congela los desembolsos. No es que pierdan el derecho a la plata para siempre, pero en la práctica, se quedan sin liquidez en plena recta final hacia las elecciones. Imagínense el panorama: una campaña nacional a toda máquina y la billetera congelada. ¡Qué torta se estarían jalando! Toda la planificación se les podría ir al traste por un conflicto que no han podido (o no han querido) solucionar a tiempo.
En medio del incendio, los líderes intentan jugar de bomberos. Álvaro Ramos, el candidato presidencial, después de la Asamblea Nacional del sábado andaba más “relajado”, diciendo que ahora que ya escogió vices y demás, le va a entrar con todo al tema. Usó una frase buenísima: "Es un tema de cuántas bolas tenés en el aire". Diay, parece que la bola de San Ramón se le estaba quemando. Por su parte, Miguel Guillén, en un intento por apagar las llamas, ya tiró la toalla y dijo que no aspirará a ninguna diputación. "Si el retiro mío de algo sirve (...) enhorabuena", declaró. Básicamente se hizo a un lado para ver si así se calma la gente y se logra el bendito quórum.
Al final, todo esto deja un sabor amargo. Se habla de vetos personales, de un exdiputado metiendo cizaña y de un candidato presidencial que tuvo que enfocarse en otras broncas. El resultado es un partido gigante, con una historia enorme, que podría quedarse sin gasolina a medio camino por no poder poner de acuerdo a un solo cantón. Están tan salados que ya andan viendo cómo le piden ayuda a exministros de Hacienda para buscar un plan B de financiamiento, que sería a punta de donaciones. O sea, volver a pasar el sombrero como en los viejos tiempos. La pregunta ahora es si la salida de Guillén del panorama será suficiente para que los ramonenses firmen la paz. Porque el reloj no para y en política, el tiempo es plata... literalmente.
Diay, maes, ¿ustedes qué harían si fueran la dirigencia del PLN? ¿Ceden a la presión de los ramonenses por asegurar la plata de la deuda política o se mantienen firmes aunque la campaña se les complique? ¡Se abrió el debate en el foro!
