Maes, pónganle atención a esto. Seguro más de uno se ha topado por ahí, navegando en redes, con la publicidad de un chunche llamado “Otoryx”. Se lo venden a uno como la última maravilla, unas pastillas con eucalipto, romero y un montón de vitaminas que supuestamente le arreglan a uno la vida. Suena tentador, ¿verdad? Bueno, antes de que alguien se emocione y le dé clic a “comprar”, les cuento que el Ministerio de Salud acaba de pegar el grito al cielo, y con toda la razón. Resulta que toda esta vara es, para decirlo en buen tico, un completo despiche.
El problema de fondo es muy simple: el Otoryx no tiene registro sanitario en Costa Rica. Y eso, maes, no es un simple papelito burocrático. Significa que aquí nadie, absolutamente nadie con autoridad científica, ha revisado si ese chereque es seguro, si de verdad funciona o si siquiera contiene lo que dice la etiqueta. La Dirección de Regulación de Productos de Interés Sanitario fue clarísima: no tienen ni la más remota idea de la composición real de esas pastillas, ni en qué condiciones las fabrican, las guardan o las traen al país. Básicamente, comprar Otoryx es jugar a la ruleta rusa con la salud, porque uno no sabe si se está metiendo una pastilla de aserrín o algo peor.
Y aquí es donde la cosa se pone seria. El riesgo no es solo botar la plata. Es que te puede dar una reacción alérgica del carajo, o que el producto interactúe con algún otro medicamento que estés tomando y ahí sí, todo el plan de salud se te va al traste. Además, sin controles de calidad, esas pastillas podrían estar contaminadas con cualquier cosa. Esto no es un juego. De hecho, la Ley General de Salud es tajante y prohíbe de cabo a rabo la venta de productos sin registro. Las empresas o personas que se la jueguen vendiendo este producto se exponen a que les cierren el chuzo y les metan una multa que los deja temblando, sin contar posibles broncas penales.
Entonces, ¿qué hacemos? Las recomendaciones de Salud son puro sentido común, pero nunca está de más recordarlas. Primero: si ven Otoryx, no lo compren, no lo consuman y si ya se jalaron la torta y lo tienen en casa, lo mejor es llevarlo al Área de Salud más cercana para que se deshagan de él de forma segura. Segundo, hay que andar con malicia indígena con cualquier producto que anuncian como “100% natural y sin efectos secundarios”, sobre todo si solo lo venden por Facebook o en páginas web sospechosas. Esa hablada casi siempre es sinónimo de producto ilegal. La forma de ir a la segura es meterse a la plataforma registrelo.go.cr y buscar el producto. Si no aparece, es pirata. Punto.
Al final, esta advertencia sobre el Otoryx es un recordatorio de que en internet nos pueden vender cualquier cuento. Por más bonito que pinten un producto y por más testimonios falsos que pongan, si no tiene el aval del Ministerio de Salud, es un riesgo que simplemente no vale la pena correr. La salud no es un juego y es mil veces mejor confiar en un profesional que en un anuncio bonito de Instagram. Diay, maes, ¿qué opinan de todo este asunto? ¿Se han topado con anuncios de este Otoryx o de otros productos ‘milagrosos’ por el estilo? ¿Creen que la gente le hace caso a estas advertencias o igual se van en todas?
El problema de fondo es muy simple: el Otoryx no tiene registro sanitario en Costa Rica. Y eso, maes, no es un simple papelito burocrático. Significa que aquí nadie, absolutamente nadie con autoridad científica, ha revisado si ese chereque es seguro, si de verdad funciona o si siquiera contiene lo que dice la etiqueta. La Dirección de Regulación de Productos de Interés Sanitario fue clarísima: no tienen ni la más remota idea de la composición real de esas pastillas, ni en qué condiciones las fabrican, las guardan o las traen al país. Básicamente, comprar Otoryx es jugar a la ruleta rusa con la salud, porque uno no sabe si se está metiendo una pastilla de aserrín o algo peor.
Y aquí es donde la cosa se pone seria. El riesgo no es solo botar la plata. Es que te puede dar una reacción alérgica del carajo, o que el producto interactúe con algún otro medicamento que estés tomando y ahí sí, todo el plan de salud se te va al traste. Además, sin controles de calidad, esas pastillas podrían estar contaminadas con cualquier cosa. Esto no es un juego. De hecho, la Ley General de Salud es tajante y prohíbe de cabo a rabo la venta de productos sin registro. Las empresas o personas que se la jueguen vendiendo este producto se exponen a que les cierren el chuzo y les metan una multa que los deja temblando, sin contar posibles broncas penales.
Entonces, ¿qué hacemos? Las recomendaciones de Salud son puro sentido común, pero nunca está de más recordarlas. Primero: si ven Otoryx, no lo compren, no lo consuman y si ya se jalaron la torta y lo tienen en casa, lo mejor es llevarlo al Área de Salud más cercana para que se deshagan de él de forma segura. Segundo, hay que andar con malicia indígena con cualquier producto que anuncian como “100% natural y sin efectos secundarios”, sobre todo si solo lo venden por Facebook o en páginas web sospechosas. Esa hablada casi siempre es sinónimo de producto ilegal. La forma de ir a la segura es meterse a la plataforma registrelo.go.cr y buscar el producto. Si no aparece, es pirata. Punto.
Al final, esta advertencia sobre el Otoryx es un recordatorio de que en internet nos pueden vender cualquier cuento. Por más bonito que pinten un producto y por más testimonios falsos que pongan, si no tiene el aval del Ministerio de Salud, es un riesgo que simplemente no vale la pena correr. La salud no es un juego y es mil veces mejor confiar en un profesional que en un anuncio bonito de Instagram. Diay, maes, ¿qué opinan de todo este asunto? ¿Se han topado con anuncios de este Otoryx o de otros productos ‘milagrosos’ por el estilo? ¿Creen que la gente le hace caso a estas advertencias o igual se van en todas?