¡Ay, mándale! Se nos fue Don Armando Acuña, una figura que trascendió las ondas de radio y se metió en el corazón de todos los ticos, especialmente los amantes del fútbol. El mundo del periodismo nacional está de luto porque perdimos a uno de sus pilares, un hombre que le puso voz a nuestros triunfos deportivos y a las polémicas políticas durante más de medio siglo. ¡Qué pesar!
Para los más jóvenes que quizás no recuerden todas sus vivencias, Don Armando Acuña fue mucho más que un simple locutor. Él fue el cronista incansable de nuestra nación, un periodista que empezó a labrar su camino desde Limón, en tiempos donde agarrarle la Vara en el periodismo era un brete considerable. Desde ahí, con pura gallardía, conquistó escenarios nacionales e internacionales, dejando una huella imborrable.
Recordemos que su paso por Radio Monumental en 1960, junto a leyendas como Luis Cartín Paniagua y Joaquín Vargas Gené, sentó las bases de su prolífica carrera. No se quedó solamente en Costa Rica, sino que cruzó fronteras, llevando su talento a radios en Nicaragua, Honduras y El Salvador. ¡Se echó unos chunches afuera!, aprendiendo a sobrevivir en entornos complejos, como durante su etapa en Radio Cadena Maya en Guatemala, donde presenció de cerca los horrores de la guerra civil. Eso, mis panas, te cambia la vida. Te hace ver el periodismo con otra perspectiva, con más responsabilidad.
Y luego vino “la voz de Saprissa”. ¡Qué carga la tenía con los equipos rojos! Nadie contaba los partidos como él. Su programa Polideportes en Radio Musical, y posteriormente en Radio Sonora y Radio Rica, fue un fenómeno de popularidad, dominando las encuestas y movilizando multitudes. Muchos recuerdan sus relatos apasionados, sus emociones contagiosas… ¡Era un crack!, un verdadero maestro de la narración deportiva.
Pero Don Armando no se limitó al deporte. Con su programa Realidad Política, se convirtió en un referente del análisis político nacional, un espacio donde las voces encontradas se enfrentaban cara a cara. Durante más de 17 años, moderó debates intensos, ofreciendo una visión crítica y perspicaz de la realidad costarricense. Demostró que un buen periodista no solo narra, sino que también analiza y cuestiona. ¡Eso sí es oficio!
Entre sus anécdotas, resaltan sus persecuciones en Guatemala por criticar al gobierno, experiencias que lo endurecieron y afianzaron su compromiso con la verdad. Siempre decía que la credibilidad del periodismo era sagrada, y que jamás estaría dispuesto a sacrificarla por conveniencias. Una filosofía admirable, sobre todo en estos tiempos donde las fake news abundan como churros. Este mae sí que entendía la importancia de la ética en el periodismo.
Más allá de los micrófonos, Don Armando fue un empresario, un dirigente de seguros, e incluso Coronel de Tránsito, cargos que demostraban su versatilidad y su capacidad de liderazgo. Un hombre de muchas facetas, un ejemplo de perseverancia y dedicación. En fin, un ícono que nos deja un legado invaluable, una inspiración para las nuevas generaciones de periodistas. El periodismo tico ha perdido una joya, una voz inconfundible que ya no resonará en nuestras radios.
Ahora, con Don Armando partiendo rumbo a otro brete, me pregunto: ¿Cómo podemos honrar su memoria y mantener vivo el espíritu crítico y ético que caracterizó su labor periodística? ¿Cuál creen que es el mayor desafío que enfrenta el periodismo costarricense hoy en día, considerando el entorno digital y la proliferación de información falsa?
Para los más jóvenes que quizás no recuerden todas sus vivencias, Don Armando Acuña fue mucho más que un simple locutor. Él fue el cronista incansable de nuestra nación, un periodista que empezó a labrar su camino desde Limón, en tiempos donde agarrarle la Vara en el periodismo era un brete considerable. Desde ahí, con pura gallardía, conquistó escenarios nacionales e internacionales, dejando una huella imborrable.
Recordemos que su paso por Radio Monumental en 1960, junto a leyendas como Luis Cartín Paniagua y Joaquín Vargas Gené, sentó las bases de su prolífica carrera. No se quedó solamente en Costa Rica, sino que cruzó fronteras, llevando su talento a radios en Nicaragua, Honduras y El Salvador. ¡Se echó unos chunches afuera!, aprendiendo a sobrevivir en entornos complejos, como durante su etapa en Radio Cadena Maya en Guatemala, donde presenció de cerca los horrores de la guerra civil. Eso, mis panas, te cambia la vida. Te hace ver el periodismo con otra perspectiva, con más responsabilidad.
Y luego vino “la voz de Saprissa”. ¡Qué carga la tenía con los equipos rojos! Nadie contaba los partidos como él. Su programa Polideportes en Radio Musical, y posteriormente en Radio Sonora y Radio Rica, fue un fenómeno de popularidad, dominando las encuestas y movilizando multitudes. Muchos recuerdan sus relatos apasionados, sus emociones contagiosas… ¡Era un crack!, un verdadero maestro de la narración deportiva.
Pero Don Armando no se limitó al deporte. Con su programa Realidad Política, se convirtió en un referente del análisis político nacional, un espacio donde las voces encontradas se enfrentaban cara a cara. Durante más de 17 años, moderó debates intensos, ofreciendo una visión crítica y perspicaz de la realidad costarricense. Demostró que un buen periodista no solo narra, sino que también analiza y cuestiona. ¡Eso sí es oficio!
Entre sus anécdotas, resaltan sus persecuciones en Guatemala por criticar al gobierno, experiencias que lo endurecieron y afianzaron su compromiso con la verdad. Siempre decía que la credibilidad del periodismo era sagrada, y que jamás estaría dispuesto a sacrificarla por conveniencias. Una filosofía admirable, sobre todo en estos tiempos donde las fake news abundan como churros. Este mae sí que entendía la importancia de la ética en el periodismo.
Más allá de los micrófonos, Don Armando fue un empresario, un dirigente de seguros, e incluso Coronel de Tránsito, cargos que demostraban su versatilidad y su capacidad de liderazgo. Un hombre de muchas facetas, un ejemplo de perseverancia y dedicación. En fin, un ícono que nos deja un legado invaluable, una inspiración para las nuevas generaciones de periodistas. El periodismo tico ha perdido una joya, una voz inconfundible que ya no resonará en nuestras radios.
Ahora, con Don Armando partiendo rumbo a otro brete, me pregunto: ¿Cómo podemos honrar su memoria y mantener vivo el espíritu crítico y ético que caracterizó su labor periodística? ¿Cuál creen que es el mayor desafío que enfrenta el periodismo costarricense hoy en día, considerando el entorno digital y la proliferación de información falsa?