Maes, seamos honestos. Hay temas que, por más que queramos, nos ponen un nudo en la garganta. El cáncer es, sin duda, el campeón de esa categoría. Uno escucha la palabra y de una vez la mente se va por los peores escenarios. Es una vara que aísla, que llena de preguntas que a uno le da pena o no le da tiempo de hacer en una consulta de quince minutos con el doctor. Porque una cosa es el diagnóstico clínico y otra, muy distinta, es el despiche emocional y logístico que se viene para el paciente y, sobre todo, para la familia que está ahí, en primera fila, sin saber cómo diablos ayudar.
Por eso, cuando me topé con esta noticia del Diario Extra, la verdad es que me pareció una iniciativa demasiado chiva. No es la típica charla médica donde un señor de gabacha te tira un Power Point con estadísticas que asustan más de lo que ayudan. No, para nada. La vara es un "conversatorio". O sea, un espacio para hablar, para preguntar lo que sea, para desahogarse. Y lo más importante: está liderado por gente que ya pasó por ese camino. Tres mujeres sobrevivientes, Silvia Zúñiga, Elizabeth Steinvorth y Marlen Rozencwaig, van a estar ahí compartiendo lo que vivieron. Eso, maes, vale oro. Es escuchar a alguien que no te va a decir "todo va a estar bien" por pura fórmula, sino porque de verdad lo sabe, porque ya estuvo en ese hueco y encontró la salida.
¡Qué carga la iniciativa del Centro Integral de Oncología! Entendieron perfectamente que la lucha contra el cáncer no es solo quimio y radioterapia. Es el miedo a que vuelva, la inseguridad con los cambios en el cuerpo, la frustración de no poder hacer las cosas como antes. Diay, son un montón de varas que solo alguien que lo ha vivido puede entender al cien por ciento. Tener en el mismo espacio a sobrevivientes que te dan esa luz de esperanza y a especialistas listos para "evacuar dudas" (como dice la nota, muy formalmente) crea un ambiente de apoyo que simplemente no se encuentra en un hospital. Es darle a la gente herramientas reales para manejar el día a día, que al final es el brete más duro de todos.
Ahora, vamos a lo práctico, porque de nada sirve que la idea sea tuanis si nadie se entera o puede ir. El evento es este sábado 6 de setiembre, de 10 de la mañana a 12 mediodía. El lugar es Talcafé, en Barva de Heredia, que ya de por sí suena a un ambiente mucho más relajado y humano que un auditorio clínico. Y aquí viene lo mejor de todo: es completamente gratis. Eso sí, y pongan atención, el cupo es limitado, así que no se duerman en los laureles. Hay que reservar el espacio, ya sea llamando al 4052-2410, mandando un WhatsApp al 7280-8000 o metiéndose a la página web de ellos. De verdad, si conocen a alguien que esté pasando por esto, o que ya lo superó pero sigue con dudas, o a un familiar que se siente perdido, pásenle el santo. Es un recurso invaluable.
Al final, noticias como esta nos recuerdan que, en medio de tanto caos y malas noticias, todavía hay gente haciendo cosas que valen la pena. Iniciativas que construyen comunidad y que atacan los problemas desde la empatía. No es solo un evento; es un abrazo grupal, una señal de que nadie tiene por qué enfrentar una enfermedad tan dura en solitario. Esto va más allá de la medicina; esto es humanidad en su máxima expresión. Y me deja pensando... Más allá de este evento en particular, ¿qué tan importante creen ustedes que es tener estos espacios de apoyo comunitario en Tiquicia para temas tan delicados? ¿Nos falta más de esto?
Por eso, cuando me topé con esta noticia del Diario Extra, la verdad es que me pareció una iniciativa demasiado chiva. No es la típica charla médica donde un señor de gabacha te tira un Power Point con estadísticas que asustan más de lo que ayudan. No, para nada. La vara es un "conversatorio". O sea, un espacio para hablar, para preguntar lo que sea, para desahogarse. Y lo más importante: está liderado por gente que ya pasó por ese camino. Tres mujeres sobrevivientes, Silvia Zúñiga, Elizabeth Steinvorth y Marlen Rozencwaig, van a estar ahí compartiendo lo que vivieron. Eso, maes, vale oro. Es escuchar a alguien que no te va a decir "todo va a estar bien" por pura fórmula, sino porque de verdad lo sabe, porque ya estuvo en ese hueco y encontró la salida.
¡Qué carga la iniciativa del Centro Integral de Oncología! Entendieron perfectamente que la lucha contra el cáncer no es solo quimio y radioterapia. Es el miedo a que vuelva, la inseguridad con los cambios en el cuerpo, la frustración de no poder hacer las cosas como antes. Diay, son un montón de varas que solo alguien que lo ha vivido puede entender al cien por ciento. Tener en el mismo espacio a sobrevivientes que te dan esa luz de esperanza y a especialistas listos para "evacuar dudas" (como dice la nota, muy formalmente) crea un ambiente de apoyo que simplemente no se encuentra en un hospital. Es darle a la gente herramientas reales para manejar el día a día, que al final es el brete más duro de todos.
Ahora, vamos a lo práctico, porque de nada sirve que la idea sea tuanis si nadie se entera o puede ir. El evento es este sábado 6 de setiembre, de 10 de la mañana a 12 mediodía. El lugar es Talcafé, en Barva de Heredia, que ya de por sí suena a un ambiente mucho más relajado y humano que un auditorio clínico. Y aquí viene lo mejor de todo: es completamente gratis. Eso sí, y pongan atención, el cupo es limitado, así que no se duerman en los laureles. Hay que reservar el espacio, ya sea llamando al 4052-2410, mandando un WhatsApp al 7280-8000 o metiéndose a la página web de ellos. De verdad, si conocen a alguien que esté pasando por esto, o que ya lo superó pero sigue con dudas, o a un familiar que se siente perdido, pásenle el santo. Es un recurso invaluable.
Al final, noticias como esta nos recuerdan que, en medio de tanto caos y malas noticias, todavía hay gente haciendo cosas que valen la pena. Iniciativas que construyen comunidad y que atacan los problemas desde la empatía. No es solo un evento; es un abrazo grupal, una señal de que nadie tiene por qué enfrentar una enfermedad tan dura en solitario. Esto va más allá de la medicina; esto es humanidad en su máxima expresión. Y me deja pensando... Más allá de este evento en particular, ¿qué tan importante creen ustedes que es tener estos espacios de apoyo comunitario en Tiquicia para temas tan delicados? ¿Nos falta más de esto?