
Esta critica es bastante buena:
Estados Unidos está viviendo una época dorada en la televisión. Programas de alta calidad como
The Wire, The Sopranos, Mad Men, Dexter, Breaking Bad, han elevado el estándar de las cadenas y de los propios televidentes. Los tiempos en que cualquier programa tenía éxito por contar con una estrella ha llegado a su fin (
Gracias, Charlie Sheen).
Después de que los años 90′ fueron dominados por realities como
Big Brother, The Real World, Survivor, entre otros, la falta de calidad, contenido y el vacío de creatividad provocaron que primero estos shows derrotaran a todos en los ratings pero cayeran rápidamente. Esto dio paso a que los canales de paga innovaran y reinyectaran de sangre nueva y reinventaran el medio.
Hoy en día, existe tanta diversidad y oportunidades de crear productos únicos, que internet y los nuevos medios de distribución quieren un pedazo del pastel. El servicio
Netflix ya lanzó
House of Cards (hicimos un análisis de su importancia
aquí), y en abril lanzan
Hemlock Grove y firmaron con los hermanos Wachoswki para realizar su serie
Sens8.
Sin embargo, existe un tipo de programa que se rehúsa a morir: la Telebasura. Y no existe hoy en día un programa que personifique mejor este género que una pequeña llamada Alana Thompson mejor conocida como Honey Boo Boo.
Este engrendo surgió de un programa llamado
Toddlers & Tiaras, que reflejaba la vida de las familias que incitaban a sus hijas a participar en concursos de belleza para niñas que apenas podían procesar dónde se encontraban. En ese show,
Honey Boo Boo se distinguió por su irreverencia, su falta de modales, su ignorante familia y una bebida que tomaba justo antes de subir al escenario y, que para el más distraído observador, era obvio que contenía algo de alcohol.

Así,
The Learning Channel (sí, una canal que se supone debe fomentar el aprendizaje pero que cayó en la desgracia después de ser privatizado, algo que muchos temen le suceda a
PBS) firmó un contrato con Honey Boo Boo y su familia para realizar un reality sobre su vida y el fenómeno ha sido más grande de lo que todos esperaban.
Con su “gracia” sureña, sus comentarios fuera de lugar y su particular vida campirana,
Here Comes Honey Boo Boo se volvió inmediatamente en el programa más visto de la cadena y un fenómeno mediático sin precedentes. Pronto, la cara de
Honey Boo Boo llegó a todos los canales y programas, recordándonos que la civilización puede caer un poco más bajo.
La llegada del programa a la televisión de nuestro país es un terrible para la globalización de la estupidez americana. Así como Hollywood puede ser capaz de crear productos inteligentes, profundos y conmovedores, puede recordarnos que existe un sector de la población dispuesto a matar neuronas a través de la televisión.
El gran problema de
Honey Boo Boo es que demuestra que la ignorancia puede ser un camino al éxito; que la sociedad puede aspirar a ella y hacer así al intelecto a un lado.

En la primera escena del extraordinario programa
The Newsroom, creado por
Aaron Sorkin,
Will McAvoy, un reconocido periodista estadounidense, tiene una epifanía frente a cientos de estudiantes reconociendo que Estados Unidos no es el mejor país del mundo, un eslogan que nuestro vecino del norte carga con orgullo. “Somos séptimo lugar en alfabetismo, 27o. en matemáticas, 22 en Ciencia, 49 en expectativa de vida, 178 en mortalidad infantil… Somos líderes en sólo tres categorías: número de ciudadanos encarcelados per cápita, número de adultos que creen que los ángeles son reales y gasto en defensa”.
Will McAvoy concluye diciendo que Estados Unidos solía luchar por lo que estaba bien, lanzaban guerras contra la pobreza no contra los pobres, actuaban como hombres, aspiraban a la inteligencia, no luchaban contra ella. Los medios masivos son la mejor ventana a la sociedad estadounidense.
Honey Boo Boo es una mirada a lo peor de ella, una caída en espiral a la estupidez, donde dejamos la lógica y el sentido común a un lado para reír de una persona o, pero aún, de nosotros mismos.
Honey Boo Boo es una advertencia, una especie de cuento para aprender qué hacer antes de que nos lleve el diablo. Programas como
Jersey Shore o
Here Comes Honey Boo Boo son una muestra de qué tan bajo podemos caer por entretener y vender algo a la gente. Nos separan de la racionalidad, lo único que nos separa de los animales. Y eso es peligroso por obvias razones.
Por el bien de la humanidad, no vean
Here comes Honey Boo Boo.