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In y yo, una historia más o menos ficticia. Parte I

iguanas

EXILIADO
[Saludos! Hace rato pensaba en escribir algunas historias por acá pero no sabía como postearlas sin llegar a ser soez en el relato y que pueda ser entretenido para que pueda ser usado con su imaginación. Advierto que trata de tema consanguíneo, así que si le molesta el tema siéntase en la libertad de pasar de lado. Si le causa curiosidad o le gusta el relato, siéntase en la libertad de comentar si desea una siguiente entrega y lo que le ha provocado, lo que siente cuando lo leyó.]







Tendría yo unos 14 años, en plena cúspide de la pubertad. Nunca me consideré un chavalo especialmente atractivo, de hecho hasta ése momento seguía siendo muy introvertido y, lo seguiría siendo por algún tiempo.

Como todo adolescente de esas edades, ya habían ciertas hormonas haciendo estragos y provocando reacciones fisiológicas que a veces eran incontrolables, sumado a la posibilidad de adquirir cierto material adulto del que tenía alguna que otra facilidad para encontrar y pasar mis momentos de soledad e intimidad, todo adquirido a través de compañeros del cole. [“¡no sé cómo llegaron a mi, lo juro!” Fue lo que dije años después a mamá cuando me los encontró]

Era una época complicada, recuerdo. Intentaba ligar con compañeras y conocidas pero como dije, no era del gusto de ninguna, ellas preferían el típico chico popular o los matones. Un tipo normal como yo, introvertido, amante de los videojuegos y de uno que otro deporte, algunos no muy populares como el básquet, el tiro deportivo o la fórmula 1 o que hablara de conflictos bélicos, historia o de mis sueños de viajar [aunque obviamente a esas edades no había presupuesto ni para una coca cola con papas], no eran interesantes temas para jovencitas de 14 años.

Fue bastante frustrante estar casi terminando el primer año de cole y no haber tenido ni “un piquito” o “un aprete” o tan siquiera haber conseguido una amistad fémina mientras que otros compañeros comentaban de sus escapadas, de sus hazañas y “jugadas”; habían, como en muchos casos “jetones” pero en otros casos ya los compañeros tenían amistades que, en mi caso, eran imposibles de conseguir.

Recuerdo que para fin de año nos reuníamos en la familia, mis padres con mis tíos y mis primos con migo. Siempre habían sido especialmente cercanos y cuando éramos pequeños disfrutábamos jugando mucho. Éste año fue totalmente diferente, si bien nos reunimos como siempre a jugar, los juegos habían cambiado, ahora jugábamos a Magic the Gathering, Pókemon, Yu Gi Ho, entre otros juegos de cartas. Mi prima menor ése año por terminar cumplió 13 y desde que la observé entrar por la puerta de la casa sentí esa sensación que provocan las hormonas a esa edad reaccionando. Recuerdo que comenzaba a tener una figura más de muchacha que, no le había observado nunca antes ni me había pasado por la mente, su piel tersa y blanca con sus mejillas dulcemente rosadas, todo arropado en una vestimenta juvenil por allá de finales de los 90’s, ella era un poco más alta que yo también y algo desarrollada para su edad; recuerdo también durante esa reunión estar hipnotizado y perder todos las partidas que jugamos, mientras intentaba observar sus pechos un poco más grandes por entre la blusa. Ella, no se percató obviamente, pues tenía otra mentalidad pero para mí había sido un gran impacto y no podía creer: me había “enamorado” de mi prima y por supuesto, sentía pena.

Ese día estuve todo embobado, no sé en qué momento hablaron los primos mayores de hacer un paseo todos a la costa y visitar lugares que yo ni puta idea tenía que existían a esa edad. Hablaron de realizarlo a inicios de año, tipo enero o febrero [porque antes las vacaciones eran tooodo diciembre, enero y febrero, entraba uno ya a mitad de marzo y ¡ojo! Caía semana Santa al ratico. Eran épocas algo diferentes].

La cosa es que llegó el momento del paseo, mi prima vistiendo para ir a la playa me tuvo intranquilo todo el viaje, desde el abrazo y beso de saludo hasta sus shorts durante le viaje. Nunca había estado tan cerca de una chica de mi edad aproximada que me resultara tan atractiva; todo un gran dilema. Recuerdo en algún momento que, sin ánimo de “samuelear” se inclinó para tomar algo que se le había caído de las manos y pude ver un lunar en su muslo, en la parte interna que siempre me pareció muy sensual. El paseo duraba unos 4 días [se terminó alargando semana y media] pero siempre todos andábamos en “pelota”, los primos mayores [que rondaban los 25 años] protegiendo a los menores como yo para evitar algún accidente por lo que, era difícil realmente tener un momento privado, con migo mismo.

Uno de los días del paseo, me separé un poco del grupo ya que, estábamos en unas pozas de un río y con la excusa de ir a orinar [para no orinar en la poza] me fui un “momentico” a solas. Tenía varios días de “tensión juvenil” con mi prima, que a partir de este momento llamaremos simplemente como “In”, y por fin tenía un momento a solas para desahogar esa tensión y hacerme a la idea de que allí moría la cosa, como una de las fantasías de esas que vi con complicidad de los compañeros del colegio en alguna revista o café internet. Por cierto, no recuerdo hasta ese momento haber aguantado una presión similar, simplemente para esas épocas si tenía un momento privado [que eran bastantes en casa] me masturbaba usando la imaginación o con ayuda de material facilitado, pero en ese paseo había sido imposible pues siempre había alguien cerca, hasta ese momento.

Naturalmente me tuve que haber tomado algún tiempo, hasta me senté en una roca y cuando terminaba la sensación de “calambre” recuerdo haber inclinado la cabeza hacia atrás, con esa sensación de adormilamiento que da después de…. Y con el rabillo del ojo veo a In, parada a un par de metros de distancia, vestida con su traje de baño naranja de una sola pieza que abrazaba sus pechos juveniles y resaltando su cadera en plena formación; alzó su mano izquierda en cuanto cruzamos miradas, llevándosela a la boca, como pellizcándose el labio inferior pero cerca de la comisura de la boca. Pudieron ser unos 2 o 3 segundos de silencio e inmovilidad, done el sonido del ambiente se vuelve ensordecedor cuando no hay palabras mientras yo estaba que me moría de la vergüenza con la sensación también de vacío en el estómago también. Deseaba que la roca donde estaba sentado se desprendiera y me dejase caer al río, no sin antes aplastarme. El silencio fue roto por un sonido ahogado de ella, de sorpresa casi que al mismo tiempo que uno de mis primos mayores comenzó a gritar a la distancia porque le parecía sospechoso que durara tanto orinando. Ella se volteó dio unos pasos devolviéndose por donde había venido y gritó simplemente que ya me había encontrado, que por allí venía. Mientras tanto, yo con el mayor de los apuros ni podía acomodarme bien la pantaloneta porque seguía erecto.

Ella se devolvió y poco después yo, ninguno tocamos el tema durante el resto del paseo, fue muy incómodo. Tanto así que, casi no nos dirigíamos palabra y ella evitaba cualquier acercamiento. Me sentía culpable, tal vez había herido su inocencia, me sentí tan mal como cuando los compañeros hablaban de cosas de chicos de las cuales no podía aportar yo ninguna experiencia pero con el agravante que la había cagado enormemente con mi prima y la vergüenza que eso significaba para mí. También me asomaba la posibilidad que si mis tíos se enteraran, me matarían.

Una vez terminado el paseo, nos dependíamos en la terminal de buses donde nuestros padres nos recogían y nos separábamos cada uno para su casa. Llegó el momento con el que sufrí un par de días: ¿con qué cara me despedía yo de ella? Aún recuerdo la sensación de vergüenza que me recorría ese día, tenía las manos frías y me sudaba la frente, hasta recuerdo que un primo me lo dijo cuando le di un apretón de mano. El momento llegaba, yo me despedía nerviosamente de todos allí y quedamos de últimos, ella notablemente nerviosa me dijo: “no se ha despedido de mí”. Recuerdo una sonrisa nerviosa de ella y me acerqué para darle un besito inocente, de los que se les da a los familiares, nada raro porque no tenía mente para ello, sin embargo, ella me rodeó con sus brazos, me presionó contra su pecho y me dijo suavecito: “tranquilo, yo me asusté también”.

Fue como un golpe de desconcierto: pesaba la vergüenza y después de esa frase me quedé con la sensación de no saber dónde estaba parado, quién era o lo que había ocurrido, pero me tranquilizó.
 
La segunda parte está en proceso ya que veo algún movimiento en el tema. No pensé que fuera a sobrevivir el tema en realidad porque hay un admin que me borra los temas que abro en menos de 12 horas 🖕🏼🤬🖕🏼

Esta semana estaré subiendo la 2da parte 😁✏️
 
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Esta semana estaré subiendo la 2da parte 😁✏️
Está interesante
 
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Tendría yo unos 14 años, en plena cúspide de la pubertad. Nunca me consideré un chavalo especialmente atractivo, de hecho hasta ése momento seguía siendo muy introvertido y, lo seguiría siendo por algún tiempo.

Como todo adolescente de esas edades, ya habían ciertas hormonas haciendo estragos y provocando reacciones fisiológicas que a veces eran incontrolables, sumado a la posibilidad de adquirir cierto material adulto del que tenía alguna que otra facilidad para encontrar y pasar mis momentos de soledad e intimidad, todo adquirido a través de compañeros del cole. [“¡no sé cómo llegaron a mi, lo juro!” Fue lo que dije años después a mamá cuando me los encontró]

Era una época complicada, recuerdo. Intentaba ligar con compañeras y conocidas pero como dije, no era del gusto de ninguna, ellas preferían el típico chico popular o los matones. Un tipo normal como yo, introvertido, amante de los videojuegos y de uno que otro deporte, algunos no muy populares como el básquet, el tiro deportivo o la fórmula 1 o que hablara de conflictos bélicos, historia o de mis sueños de viajar [aunque obviamente a esas edades no había presupuesto ni para una coca cola con papas], no eran interesantes temas para jovencitas de 14 años.

Fue bastante frustrante estar casi terminando el primer año de cole y no haber tenido ni “un piquito” o “un aprete” o tan siquiera haber conseguido una amistad fémina mientras que otros compañeros comentaban de sus escapadas, de sus hazañas y “jugadas”; habían, como en muchos casos “jetones” pero en otros casos ya los compañeros tenían amistades que, en mi caso, eran imposibles de conseguir.

Recuerdo que para fin de año nos reuníamos en la familia, mis padres con mis tíos y mis primos con migo. Siempre habían sido especialmente cercanos y cuando éramos pequeños disfrutábamos jugando mucho. Éste año fue totalmente diferente, si bien nos reunimos como siempre a jugar, los juegos habían cambiado, ahora jugábamos a Magic the Gathering, Pókemon, Yu Gi Ho, entre otros juegos de cartas. Mi prima menor ése año por terminar cumplió 13 y desde que la observé entrar por la puerta de la casa sentí esa sensación que provocan las hormonas a esa edad reaccionando. Recuerdo que comenzaba a tener una figura más de muchacha que, no le había observado nunca antes ni me había pasado por la mente, su piel tersa y blanca con sus mejillas dulcemente rosadas, todo arropado en una vestimenta juvenil por allá de finales de los 90’s, ella era un poco más alta que yo también y algo desarrollada para su edad; recuerdo también durante esa reunión estar hipnotizado y perder todos las partidas que jugamos, mientras intentaba observar sus pechos un poco más grandes por entre la blusa. Ella, no se percató obviamente, pues tenía otra mentalidad pero para mí había sido un gran impacto y no podía creer: me había “enamorado” de mi prima y por supuesto, sentía pena.

Ese día estuve todo embobado, no sé en qué momento hablaron los primos mayores de hacer un paseo todos a la costa y visitar lugares que yo ni puta idea tenía que existían a esa edad. Hablaron de realizarlo a inicios de año, tipo enero o febrero [porque antes las vacaciones eran tooodo diciembre, enero y febrero, entraba uno ya a mitad de marzo y ¡ojo! Caía semana Santa al ratico. Eran épocas algo diferentes].

La cosa es que llegó el momento del paseo, mi prima vistiendo para ir a la playa me tuvo intranquilo todo el viaje, desde el abrazo y beso de saludo hasta sus shorts durante le viaje. Nunca había estado tan cerca de una chica de mi edad aproximada que me resultara tan atractiva; todo un gran dilema. Recuerdo en algún momento que, sin ánimo de “samuelear” se inclinó para tomar algo que se le había caído de las manos y pude ver un lunar en su muslo, en la parte interna que siempre me pareció muy sensual. El paseo duraba unos 4 días [se terminó alargando semana y media] pero siempre todos andábamos en “pelota”, los primos mayores [que rondaban los 25 años] protegiendo a los menores como yo para evitar algún accidente por lo que, era difícil realmente tener un momento privado, con migo mismo.

Uno de los días del paseo, me separé un poco del grupo ya que, estábamos en unas pozas de un río y con la excusa de ir a orinar [para no orinar en la poza] me fui un “momentico” a solas. Tenía varios días de “tensión juvenil” con mi prima, que a partir de este momento llamaremos simplemente como “In”, y por fin tenía un momento a solas para desahogar esa tensión y hacerme a la idea de que allí moría la cosa, como una de las fantasías de esas que vi con complicidad de los compañeros del colegio en alguna revista o café internet. Por cierto, no recuerdo hasta ese momento haber aguantado una presión similar, simplemente para esas épocas si tenía un momento privado [que eran bastantes en casa] me masturbaba usando la imaginación o con ayuda de material facilitado, pero en ese paseo había sido imposible pues siempre había alguien cerca, hasta ese momento.

Naturalmente me tuve que haber tomado algún tiempo, hasta me senté en una roca y cuando terminaba la sensación de “calambre” recuerdo haber inclinado la cabeza hacia atrás, con esa sensación de adormilamiento que da después de…. Y con el rabillo del ojo veo a In, parada a un par de metros de distancia, vestida con su traje de baño naranja de una sola pieza que abrazaba sus pechos juveniles y resaltando su cadera en plena formación; alzó su mano izquierda en cuanto cruzamos miradas, llevándosela a la boca, como pellizcándose el labio inferior pero cerca de la comisura de la boca. Pudieron ser unos 2 o 3 segundos de silencio e inmovilidad, done el sonido del ambiente se vuelve ensordecedor cuando no hay palabras mientras yo estaba que me moría de la vergüenza con la sensación también de vacío en el estómago también. Deseaba que la roca donde estaba sentado se desprendiera y me dejase caer al río, no sin antes aplastarme. El silencio fue roto por un sonido ahogado de ella, de sorpresa casi que al mismo tiempo que uno de mis primos mayores comenzó a gritar a la distancia porque le parecía sospechoso que durara tanto orinando. Ella se volteó dio unos pasos devolviéndose por donde había venido y gritó simplemente que ya me había encontrado, que por allí venía. Mientras tanto, yo con el mayor de los apuros ni podía acomodarme bien la pantaloneta porque seguía erecto.

Ella se devolvió y poco después yo, ninguno tocamos el tema durante el resto del paseo, fue muy incómodo. Tanto así que, casi no nos dirigíamos palabra y ella evitaba cualquier acercamiento. Me sentía culpable, tal vez había herido su inocencia, me sentí tan mal como cuando los compañeros hablaban de cosas de chicos de las cuales no podía aportar yo ninguna experiencia pero con el agravante que la había cagado enormemente con mi prima y la vergüenza que eso significaba para mí. También me asomaba la posibilidad que si mis tíos se enteraran, me matarían.

Una vez terminado el paseo, nos dependíamos en la terminal de buses donde nuestros padres nos recogían y nos separábamos cada uno para su casa. Llegó el momento con el que sufrí un par de días: ¿con qué cara me despedía yo de ella? Aún recuerdo la sensación de vergüenza que me recorría ese día, tenía las manos frías y me sudaba la frente, hasta recuerdo que un primo me lo dijo cuando le di un apretón de mano. El momento llegaba, yo me despedía nerviosamente de todos allí y quedamos de últimos, ella notablemente nerviosa me dijo: “no se ha despedido de mí”. Recuerdo una sonrisa nerviosa de ella y me acerqué para darle un besito inocente, de los que se les da a los familiares, nada raro porque no tenía mente para ello, sin embargo, ella me rodeó con sus brazos, me presionó contra su pecho y me dijo suavecito: “tranquilo, yo me asusté también”.

Fue como un golpe de desconcierto: pesaba la vergüenza y después de esa frase me quedé con la sensación de no saber dónde estaba parado, quién era o lo que había ocurrido, pero me tranquilizó.
No lo leí todo y no me interesa el tema al q se refiere pero dejeme decirle q ud se ve q es una persona inteligente. La calidad en que escribe es ejemplar tiene pinta de escritor ud o almenos un profesional bien formado para escribir así
 
[disculpen la tardanza pero hubo que salir del país y el trabajo estuvo algo fuerte por lo que realmente no tuve un rato prolongado para poder escribir, aparte que el departamento creativo de mi persona se extravió unos días. Espero compensarlos con el contenido de esta parte. Agradezco que me hagan saber si notan algún horror de ortografía ya que lo escribí “a pelo” y no lo revisé. En unos 15 días, dependiendo del movimiento que genere esta parte, espero poder añadir más. Pura Vida a los lectores, espero que pueda causar alguna sensación buena y rica en Uds]


***************2DA PARTE*******************


Pasaban las vacaciones de principio de año y como vivíamos relativamente cerca ya eran de por si común los encuentros para hacer mandados o salir a jugar, sin embargo, después de la anécdota del río los encuentros se comenzaron a distanciar y, paradójicamente volvía a mí la sensación de que, realmente la había cagado en grande. No obstante, cuando nos encontrábamos, las reuniones eran más tensas, a mí se me agitaba el corazón y ella, como era tan blanquita, se le sonrojaban las mejillas y notaba que entrecerraba los ojitos cuando me hablaba a mí a pesar de que, tiene ojos grandes. El ritual era más o menos el mismo, a la distancia resonaba el diminutivo de uno de nuestros nombres o un silbido, nos encontrábamos en la acera a paso apresurado y sucedía un abrazo con un beso en la mejilla aun que, poco a poco los abrazos se volvían más largos y…. ¡sorpresa! Un día particular In, no sé si a propósito o no, cambió de perfil su cara en el último momento y besé la comisura de sus labios. Fue tremendamente desconcertante que pasara en un momento donde nos habíamos comenzado a distanciar o, por lo menos, comenzábamos ambos a ver las cosas un poco diferentes a por ejemplo, un año atrás.

Hubo un momento de silencio incómodo, no sé qué cara habría puesto yo pero ella sonrió, con las mejillas aún rosadas y un poco agitada y pateó mi ego como si fueran las patadas aéreas de Liu Kang de MK4, con un entre buscado “pollito”. Fue duro, ella era solo un poco menor que yo y supongo que todos, hasta los que leen esto esperaban que, y hasta ella podría suponer que, yo tenía algo más de experiencia; como habrán leído en la primera parte yo no había estado ni cerca de “un periquito”.

Creo que la decepcioné, ella de pronto estaba aflorando en su juventud y yo en la mía, pero notablemente más lento porque siempre he sido tímido.

Entraban las clases semanas después, mis tíos le habían pedido a mis padres que llevara las primeras veces al colegio a mi prima pues era su primer año allí. No estábamos en el mismo cole pero el mío quedaba de camino al de ella. Ella siempre era muy distraída cuando andábamos hablando y era un poco incómodo poque a veces la tenía que tomar de la mano para cruzar calles, cada vez que lo hacía me comenzaba a sudar la frente y ella se le ponían las mejillas rosadas en su piel tan blanca. Poco a poco, se fue distanciando un poco más nuestro contacto bajo esa circunstancia, comenzó a hacerse de compañeritas y pues, tampoco quería quedar como el primo sapo por lo que, ella comenzó a “independizarse”.

In siempre había sido muy sociable y rápidamente se hizo de “una cuadrilla” de amigas. Y como casi siempre íbamos por el mismo camino a horas similares pues nos encontrábamos, yo ahora comenzaba a viajar solo y ella siempre acompañada por “la cuadrilla”, lo cual tal vez provocaría que “Beta” se comenzara a fijar un poco en mí. Ya saben esas cosas tontas de la pubertad de por aquéllas épocas de: “Beta le manda saludes” o un papelito por allá [si, cagados, antes los papelitos eran el medio de comunicación oficial para esas cosas]

“Beta” era una jovencita, también algo desarrollada pero que, sinceramente no me atraía. Morena, de pelo castaño y con un problema de acné entre leve o moderado. La otra compañera era “Alfa”, la tipa popular entre los “setimillos” y con la que, todos los pelafustanes y perdedores de de 4to y 5to intentarán perder su virginidad.

La cosa es que llegó “la semana mayor” y mi prima y sus amigas se organizaron para reunirse en casa de In. Por casualidad yo me las encontré mientras ellas se las agenciaban para ir a la pulpe a comprar una Coca Cola y helados. El ritual se repitió entre In y yo, ella se notaba un poco incómoda porque se topó con el “primo sapo” [yo supongo que eso es lo que pensó]. Cuando nos saludamos nuevamente nos pusimos nerviosos pero con el agravante que esta vez estaba la cuadrilla rodeándonos. Inmediatamente, como todas adolescentes resonó el infantil, incómodo pero llamativo “aaayyyyy” de los que sin palabras, dan a entender que se gustan.

Inmediatamente noté que la cuadrilla no sabía que éramos primos, algo que me sorprendió. Incómodos, In muy nerviosa negó la sapiencia de las integrantes del grupo de amigas y yo me puse nervioso porque no sabía cómo reaccionar después de que, In simplemente aclarara que yo era un vecino; me sentí desubicado.

Esa tarde me escapé con ellas, comimos helados con coca cola y galletas. Las chicas aprovecharon y nos conocimos mejor y Beta se interesaba cada vez más en mí, haciendo preguntas inocentes pero a veces subidas de temperatura. Jugamos en la consola del momento vimos películas tontas que a las chicas por esa época les gustaba y comimos palomitas de maíz; básicamente me colé en la pijamada de mi prima y sus amigas, mientras mis tíos se habían ido de paseo a “quién sabe dónde”. Cuando era tarde, me reporté con mi mamá que de fijo estaría preocupada de a dónde me había metido [no mocosos, en esa época un culicagado como yo no podría tener un celular]. Entonces mientras me despedía de mamá en la habitación donde estaba el único teléfono de la casa de In, a obscuras se me aproxima lentamente Beta con una sonrisa de esas que sabes que tiene algo planeado.

Probablemente se disculpó con la cuadrilla para ir al baño o fue planeado por parte de ellas, nunca lo supe pero estaba allí. Entró preguntando con voz bajita si me quedaría un poco más a lo que afirmé nervioso. Se me acercó feliz porque me quedaría y me recalcó lo diferente que le parecía a los chicos de su clase. Acercose tanto a mí que invadía ese espacio que llamamos personal y por miedo u timidez no reaccioné, permitiéndole recostarse sobre el mueble del teléfono. Fue para mí un momento raro pues como he recalcado, no estaba acostumbrado a este tipo de cercanía.

Comenzamos una pequeña charla trivial y de un momento a otro ella corta el aburrido tema externándome las ganas que tenía de saber cómo sería un beso mío pues le parecían muy atractivos mis labios. Yo apenas alcancé a responder que solo podría averiguarse si…. Pero no me dio chance a terminar. Nuestros labios se cruzaron, yo me tensé de alguna manera que ella al notarlo envolvió mi cara con sus manos delicadas y me aproxima mucho más a ella abriendo sus rodillas frente a mi para acortar espacio y abrazarme entre sus piernas morenas y joviales. Si, fue mi primer beso, no fue un simple “periquito”, fue largo tendido, con respiraciones que cada vez se aceleraban más pero calmaban de alguna manera la taquicardia que en un principio me generó el observar a Beta haberse aproximado a la puerta. En algún momento del éxtasis, Beta introdujo su lengua en mi boca y nuevamente caí en esa circunstancia donde no sabía qué diablos sucedía. Fue apasionado, tendido, lo suficiente para provocar en mí una erección bastante notable que, cuando acabase el beso Beta lo notaría. Fue incómodo el momento pero la morena de acné en la cara solo lo observaría, sonreiría y acercaría con la mano para tocar por encima de mi pantalón, retirándose en silencio mientras yo, paralizado de lo impactante de la situación, volvía a entrar en crisis porque no iba a regresar notablemente excitado al cuarto de las chicas, tuve que entrar al baño y “disimular”.

Al regresar al cuarto las chicas estaban solo risillas por lo que podía intuir que habían chismeado de la situación entre Beta y yo en el cuarto del teléfono. Yo no lo entendía en ese momento por mi inexperiencia pero las chicas estaban excitadas con lo que sea que les haya contado la joven.

Llegaba la hora de la cena y mis tíos habían dejado alguna comida fácil de hacer para In por lo que, nos pusimos manos a la obra. En ese momento Alfa observó la pequeña colección de bebidas alcohólicas de tío y propuso tomar un traguito por medio de un juego. [ya saben de esos donde uno nunca termina tomando un solo trago] La cosa es que eran preguntas incómodas, de esas que te acorralan para sacarte una historia: “¿hay alguien que te guste en clase?” o “¿te has besado con…?”

La cosa es que por mi timidez, me daba vergüenza contar cosas mías y si a eso le sumábamos lo que rato atrás sucedió en la habitación del teléfono, me dio como resultado haber tomado "shotcillos" de más. Entre las últimas preguntas que hicieron fue si ya habían “apretado”. Alfa contestó afirmativamente, obviamente era la chica más desarrollada y la más popular de las "setimillas". In tomó trago lo cual, fue extraño porque en uno de nuestros encuentros donde toqué la comisura de sus labios hacía poco, donde me puse nervioso tuvo la valentía de llamarme “pollito”, con lo que evadió la respuesta; Beta afirmó con una sonrisilla y agregó que fue más que un "aprete", a lo que siguió un bullicio de la cuadrilla que deseaba saber más de ese encuentro pero sapientemente Beta dijo que esa era otra pregunta para el juego y yo, que envalentonado por ser el mayor, por los tragos que me había tomado de más, dije con seriedad y firmeza intentando impresionar a Alfa que, sí ya había dado mi primer beso. No podía darme por menos, era mayor que ellas y había sido con lengüita y todo. Nuevamente eso alzó el volumen de la cuadrilla quienes, había olvidado, ya probablemente sabían de lo de Beta y yo en el cuarto del teléfono. Fue divertido pero no medí las consecuencias de lo que provocaría el dichoso juego, nunca me había metido en ese tipo de problemas [y ninguno regularmente, yo era muy tranquilo ¡lo juro!]

Entrada más la noche las chicas se cambiaron una a una con sus famosas pijamas [porque una pijamada no es pijamada si no llevas pijamas ¿cierto?] Yo, como me había “escapado” de la casa no andaba ropa de más así que me quedé de último y le pedí a In que me prestara un paño para bañarme y me regalara un cepillo de dientes de los que guardaban para recambio y ella, amablemente como siempre, me acompañó a buscar uno. Desde que In y yo nos separamos de la cuadrilla noté que estaba un poco extraña. Yo poseía [y poseo aún] esa inútil habilidad que tenemos la mayoría de los hombres de darnos cuenta del problema demasiado tarde, es fuerte en mí, tanto que me bastaría para ingresar a la escuela de jóvenes mutantes, en X-men.

In, apenas tuvo la oportunidad a solas me preguntó que si lo del beso era cierto. Con mi super habilidad potenciada con los shots de whiskey que habíamos tomado, la terminé cagando cuando devolví la pregunta, intentando indagar si se refería a Beta. Recuerdo su cara blanquita, sus ojos bien abiertos y el suspiro cuando procesó la estupidez que acababa yo de contra preguntar. Ella se sentó sobre la cama del cuarto de los tíos, que tenía un baño privado donde tomaría yo mi baño, en silencio, con las manos cubriéndole la cara y notablemente entristecida. Yo no sabía que hacer, probablemente ni le puse mucha atención en ése momento, simplemente entré al baño y me di un duchazo rápidamente, mientras intentaba entender qué había estado mal pero no llegué al problema, tendría que preguntarle a In en cuanto saliera del baño.

Dichosamente salí lo suficientemente rápido de la ducha e In seguía allí, sollozando un poco, con sus hermosos ojos grandes, llorosos. Obviamente me preocupé y me acerqué y la abracé para calmarla un poco. Le pregunté por qué estaba así y ella me contestó que sentía mucha vergüenza y que quería salir corriendo de allí. Yo la consolé diciéndole que siempre sería su primo y que podía confiarme lo que fuera que yo la iba a apoyar. Ella entonces me confesó que, a la cuadrilla nunca les contó que éramos primos, por eso me había negado frente a ellas que, más bien me usaba a mí como mampara para no parecer la más inexperta entre las amigas ya que, tanto Alfa como Beta ya tenían alguna que otra experiencia con chicos y que ella se sentía desubicada, que desencajaba entre sus amigas. Con un poco de cólera admitió que cuando Beta subió a contar que me había besado en el cuarto del teléfono y que “me toqueteó todo”, sintió un poco de rabia porque si bien ella no dijo que nos gustáramos o algo, como refiriéndose “al vecino” que fue como me presentó, ellas algo sabían y por eso la molestaban conmigo cuando estaban a solas.

Obviamente ellas percibían nuestra cercanía pero ignoraban que fuéramos familiares. Por otra parte la presión social que la cuadrilla ejercía en ella era muy superior a lo que yo podía imaginarme y podía imaginarme la vergüenza que podría sentir In, de tener una amiga que se le había adelantado “al vecino” que le atraía.

La abracé fuertemente durante largo rato, mientras pensaba pero eso alborotó las hormonas de In y más rápido de lo que me había dado cuenta, In buscó mi cara y me besó. Entre mi cabello aún húmedo y el suave pero refrescante olor del “splash” que ella usaba después del baño, comenzó a besarme corta y tímidamente ante mi inacción. No era un beso travieso, poco a poco se comenzó a transformar en apasionado mientras mi cuerpo entraba en frecuencia con ella.

El instinto animal despertó en mí a pesar de mi timidez al principio y comenzamos a recorrernos con nuestras manos por encima de la ropa, ella en pijamas y yo con solo el paño puesto sobre la cintura. Mientras ocurrían todas esas nuevas sensaciones para ambos y lograba desabrochar el brasier como lo había visto en los materiales proporcionados por los compañeros del cole del año recién acabado. Ella despertó del trance donde estaba, pegó un brinco apartándome a mí a un lado, haciendo que se me callera el paño y descubriera mi pene erecto. Ella volvió a asombrarse con esa bocana de aire que se hace al sorprenderse, como la vez que me pescó auto complaciéndome en el río meses atrás, llevándose la mano a la boca. Inmediatamente pensé en todos los problemas en los que, potencialmente, ya me había metido; podía percibir el rechazo categórico de In en las siguientes palabras, pero no.

In se quedó observando algunos unos segundos y lo siguiente que salió de su boca fue: “no estamos preparados”, mientras con la otra mano se presionaba uno de los redonditos y blancos pechos. Me desconcertó bastante, no era lo que pensaba que sucedería. La sensación me paralizó y le pregunté qué hacíamos. Ella sonrió un poco nerviosa y se recostó nuevamente a la cama, envolviendo mi pene ahora desnudo entre su delicada mano al tiempo que lo acariciaba y duro como una roca, se ponía. Ella dijo que no podía quedar embarazada, menos de mí pero que no podía controlarse más. Con un poco de timidez admitió que yo “la alborotaba” pero que debido a las circunstancias pensó que no se podía dar nada y que ahora no podría parar, después de que Beta se haya aproximado tanto a mí. Acto seguido volvimos a besarnos apasionadamente, con algo de culpas y miedos, le saqué la ropa lenta y delicadamente, primero pude deleitarme con sus pechos pequeños y firmes, blancos y con pezones tímidamente rosaditos, como sus labios. Después de amasarlos un poco y de uno que otro suspiro que salía de la boca de In, no sabía mucho más que hacer. Se veía tan fácil en los videos y revistas que me pasaron en el cole pero estaba algo paralizado en el acto por lo que, In tomó mi mano de uno de sus pechos y la dirigió debajo de la cadera, poco más debajo de su ombligo y estómago, plano y terso; acto seguido ella se apoyó sobre su espalda y lentamente se deshizo de la parte baja de su pijama, junto con su ropa interior.

Mientras palpaba su vientre blanquito, e intentaba ignorar el movimiento que In hacía, tuve que observar abajo. Después de todo ella ya había observado mi pene en dos ocasiones, erecto y minutos antes lo había sujetado, al mismo tiempo que su otra mano tocaba mi pecho o mi espalda. Pude observar su corto y delicado bello púbico del color de su cabello pero un poco más oscuro y bajé un poco mi cuerpo que estaba a un lado del de ella para ayudarla a des hacernos de esa parte de la pijama. Lo que observé no era ni de cerca parecido a lo que enseñaban esas películas que observé, era tierno, era inocente; sus blancas piernas posaban alto, permitiéndome deleitarme con ese lunar que tenía en el muslo interno que me parecía tan atractivo en el viaje, bajando un poco más podía observar su virginal vulva, sutilmente protegida por un bello púbico muy sutil, algo húmedo por la secreción que provenía de su vagina, la cual era de un tono pastel del rosado así como sus labios y pezones. Un poco más abajo su culo que se escondía entre su cuerpo y la sobre cama un lugar extraño pero tierno también, por donde había escapado una gotita de su jugo.

Después de observarla curiosamente subí nuevamente, más despacio, apreciando su vientre y sus caderas ya bastante formadas y nuevamente sus extraordinarios y tiernos pechos. Cuando cruzamos las miradas nuevamente, noté que ella también me había estado examinando y, sonreímos. Claramente a ambos nos gustaba lo que observábamos.

In volvió a tomar mi mano y la dirigió con algo de ternura y timidez a su vulva, indicándome dónde podía tocar. Mientras yo le agarraba el “toque” y palpaba cada milímetro sin perder el contacto visual de In más que una fracción de segundo. Ella comenzaba a apretar fuerte mi pene lo que causó un poco de incomodidad en mí y de manera recíproca le mostré cómo sujetarlo para que se sintiera bien, con un poco de movimiento de cadera para que pudiera captarlo, con una miradilla traviesa que dirigió hacia mi aparato. Ella se sorprendió que debajo de un tupido vello hubiese más longitud de mi órgano, sonriendo. Inocentemente preguntó, probablemente para ella misma, si realmente cabría en su vagina. Aunque me moría de ganas por penetrarla salvajemente como animales de la selva, ella tenía razón, no estábamos preparados en ese momento.

Por fin después de palpar bien su clítoris y percibir los labios de su órgano mojaditos me atreví un poco más y rocé un poco más profundo su cavidad. Probablemente la tomó por sorpresa mi movimiento por lo que, poco a poco intenté más profundo hasta que mi dedo índice se hundió por la mitad. Su respiración era agitada, pero entraba en trance por segundos, mientras entrecerraba los ojos y dejaba de masturbarme con su delicada y pequeña mano y, estoy seguro que, ambos disfrutábamos del momento.

En algún momento decidí otra vez hacer un movimiento rápido y me sorprendió lo jugoso que sonaba su vagina con mis dedos dentro, mojados, babosos y cálidos. Hice un par de movimientos rápidos que provocaron que In apretara con firmeza mi pene que, al mismo tiempo estaba tan duro y a punto de vomitar una carga pesada de mi ADN [no recuerdo pero tendría unos 10 días sin masturbarme]. Decidí mover rápidamente mi dedo en ese movimiento de “ven aquí” que despertó algo en ella que la hizo levantar la espalda de la sobre cama y pellizcarse sus pezones roza al tiempo que inhalaba por la boca sordamente mientras fruncía el ceño, mientras que el movimiento hacía sonar desde dentro de su órgano a algo parecido como cuando guardas gaseosa entre los cachetes y lo revuelves para sacarle el gas. En un primer momento pensé que le había dolido pero me hizo comprender, sin palabra alguna, lo excitada que se encontraba cuando se tocaba lentamente su clítoris.

No aguante la sensación y mi pene explotó a chorros, probablemente con la mitad del agua que el cuerpo humano puede almacenar. Me explico, yo siempre que me masturbaba mi pene podría eyacular unos 4-5 shots pero esa noche fueron más de diez, tal vez doce, bastante potentes. El primero salió sin control sobre el cuerpo de In, asustándola un poco y arruinando un poco el momento. Ella hizo un sonido de sorpresa, no tan silencioso, cerrando los ojos y cubriéndose un poco que, de inmediato pudo haber alertado a la cuadrilla pero en ese momento estábamos tan sumergidos en lo nuestro que, no lo pensamos ni por un segundo.

Como al 4 o 5 shot, era tanto el semen que In se “acongojó” y se sentó en sus rodillas sobre la cama y pude admirar sus tiernos pechos y su brazo delgado cubiertos por parte de mi esencia. Notablemente un poco perpleja, buscaba una solución para aquél desastre que comenzaba a derramarse sobre la cama y rápidamente acercó su cara a mi pene que no paraba de disparar semen, el cual disparó una vez contra su mejilla. Seguidamente abrió la boca e introdujo mi glande entre sus labios. Probablemente eso me hizo disparar un par de veces más semen ya dentro de su boca mientras que, la sensación de des estrés comenzaban.

Nos quedamos quietos y en silencio por unos segundos, aún con la respiración agitada y nuestros cuerpos un poco sudados hasta que In movió un poco mi pene entre su boca y lo sacó con un sonido de “beso”. Hacía muecas pero naturalmente después de la excitación había saboreado mi semen. Hizo un par de muecas, mientras con la otra mano se quitó un poco que le había llegado a la cara y lo olió, lo que me causó un poco de gracia porque era como ver las muecas de un infante como cuando le dan a probar sus primeras comidas, era un momento tierno.

Con parte del semen aún en su boca, tomó un poco de aire como dándose ánimo y trago una parte y el resto lo escupió sobre mi pene y dijo con una sonrisa muy pícara y con mirada llena de deseo: “no sabe mal”. Inmediatamente volvió la atmósfera excitante y le respondía alguna estupidez para seguir el juego pero caímos casi al mismo tiempo en cuenta que, habíamos hecho un desastre en el cuarto de mis tíos. Fue como pasar de lo excitante a lo tierno, caer otra vez en el momento caliente para golpearte contra la realidad y sentir el verdadero terror [incerte voz de narrador de DBZ en la saga de Cell].

Dichosamente mi paño de baño seguía allí, con el cual, In se limpió y sobró para secar un poco mi ADN derramado por algunas partes de la cama, a la carrera. Me percaté vagamente que nos perdimos unos 30 minutos de la cuadrilla y que, no tuvimos ni la sutileza de cerrar la puerta de el cuarto de mis tíos pero toda la casa parecía estar en silencio, solo roto por el televisor del cuarto de mi prima encendido que, tal vez había mitigado los sonidos que pudieron haber salido de la habitación.

Nos compusimos un poco, ella se lavó los dientes y se medio peinó y quitó una gotita de mi esperma que cayó sobre su cabello anteriormente, lo cual me hizo un poco de gracia mientras me veía por el espejo del baño con mirada de “eres un idiota”. Ella me miró por última vez de arriba a bajo, cruzamos uno o dos segundos la mirada y sin decirme nada se fue, con sus sandalias en la mano y en medias para no hacer bulla al llegar a su cuarto, donde la cuadrilla estuvo esperando. Me quedé parado en el marco de la puerta de la habitación, esperando el típico bullicio de las muchachas cuando descubren un chisme de una de las integrantes pero fue silencio, ellas quién sabe hace cuánto se habían dormido; miré mi reloj, eran las 3:15am.

Al día siguiente me despertó Beta con un brinco sobre mi cama como saludo de buenos días, como si de toda la vida fueramos amigos. Llegaron todas, nos burlamos de la cara de destruidos de cada uno, fue un momento gracioso ver Alfa, la mas guapa de las "setimillas", toda desaliñada, compartimos inocentemente todos, como amigos . Compartimos un rato, planeamos el desayuno y como a medio día, “calabaza calabaza…”

Posterior a llegar a casa y recibir la debida regañada de mamá por haberme ido sin permiso, cosa que no me importaba debido a lo loco que fue el día anterior y que me había permitido “crecer un par de años más”, gustoso recibí el sermón para después llamar a In ya que habíamos obviado un pequeño detalle: la sobre cama llena de mi semen. Cuando llamé, mis tíos habían regresado, tía no me permitió hablar con In porque la castigó con el teléfono porque notaron que ella y las amigas tomaron whiskey de tío y porque fueron a comer al cuarto de ellos y que habían llenado la sobre cama de basura. Recuerdo que casi se me sale la risa con mi tía en el teléfono y por el resto del día no paraba de imaginarme a In con la ropa de cama haciendo una tanda de lavandería el fin de semana, mientras me miraría, similar a como lo hizo a través del espejo mientras se quitaba la gotita del cabello, diciéndome con odio: “eres un idiota”. Colgué el teléfono, lleno de gozo de enumerar lo que pasó la noche anterior: tuve mi primer beso, hice una amistad con la cuadrilla y hasta secuaz, mi prima y yo habíamos desnudado nuestros deseos, había tenido mi primera pequeña experiencia con una mujer [en realidad, dos] y una pequeña pseudo mamada. Probablemente sentía el orgullo de Neil Armstrong cuando fue el primer hombre en pisar la luna.
 

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