Dos viejitos siempre ingresaban al cine y cuando se apagaban las luces el viejito ponía la mano de la viejita en su miembro. Sin embargo, un día el viejito se sentó al lado de otra viejita y cuando su pareja lo vio, lo encaró y le dijo: ¡Oye que tiene ella que no tenga yo!
Y el viejo le contesta muy orondo: Parkinson.
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