¡Ay, Dios mío, qué vaina! Resulta que la historia de esta pastora de La Unión, en Cartago, se está poniendo más caliente que gallina pochada. El señor, su exesposo, la ha metido en un lío tremendo por unos bienes que, según él, le quitaron a escupito durante el divorcio. Un caso que parece sacado de novela, díganme si no.
Todo empezó hace años, allá por el 2003, cuando empezaron a moverse cosas raras. Según la querella, el señor – un arquitecto, para que se hagan la idea – se dio cuenta de que estaban haciendo de las suyas para dejarlo sin nada. Se habla de una “organización criminal”, señores, ¡con notarias y todo! Parece película de espías, pero aquí estamos hablando de feria y cartón.
Lo peor de todo es que el hombre alega que nunca ni siquiera recibió la notificación formal del divorcio. Imagínate la sorpresa, despertar un día y descubrir que ya estás casado en papel con alguien que te está dejando seco. ¡Un golpe bajo, pura verdad!
Y colorín colorado, acudimos al registro migratorio, donde encontramos una catarata de viajes. La pastora, junto con algunas notarias, anduvieron correteando por Europa y Estados Unidos entre 2023 y 2024. España, Italia, Estados Unidos, Panamá... ¡parece que le tenían ganas a unas vacaciones pagadas con el sudor ajeno! Él dice que eso era pa’ esconder las pruebas y seguirle dando vueltas al asunto.
Pero espera, que hay más. Porque resulta que la querella también revela un affaire entre la pastora y otro personaje. Fotos íntimas enviadas por WhatsApp, dicen, que terminaron en manos de su exesposo. Y para colmo, aparentemente el señor tampoco fue fiel, así que ambos tienen billete al frente, como decimos nosotros. Una pena, porque imaginen el brete que debe ser lidiar con esto todo.
En cuanto a los bienes en juego, hablamos de una lana considerable. Una casita en Cartago valuada en ¢38 millones, otra en Alajuela por ¢20 millones, todavía una más en Cartago con ¢41 millones y un carro Land Cruiser Prado que vale ¢10 millones. ¡Eso no es changuito, mi pana! Un buen agarrón para cualquier persona.
Ahora, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) anda buscando a los querellados para notificarles formalmente el proceso, pero parece que se les escapa la liebre. Dicen que no los ubican, que se esconden. ¡Será que sí andan metidos en algo turbio o será que simplemente quieren evitar el escandalo?
Esta telenovela familiar tiene todos los ingredientes para mantenernos pegados a la pantalla. Pero me pregunto, ¿cree usted que este tipo de casos complejos deberían manejarse con mayor transparencia y regulación para proteger a las víctimas de posibles abusos legales? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡porque esto está que arde!
Todo empezó hace años, allá por el 2003, cuando empezaron a moverse cosas raras. Según la querella, el señor – un arquitecto, para que se hagan la idea – se dio cuenta de que estaban haciendo de las suyas para dejarlo sin nada. Se habla de una “organización criminal”, señores, ¡con notarias y todo! Parece película de espías, pero aquí estamos hablando de feria y cartón.
Lo peor de todo es que el hombre alega que nunca ni siquiera recibió la notificación formal del divorcio. Imagínate la sorpresa, despertar un día y descubrir que ya estás casado en papel con alguien que te está dejando seco. ¡Un golpe bajo, pura verdad!
Y colorín colorado, acudimos al registro migratorio, donde encontramos una catarata de viajes. La pastora, junto con algunas notarias, anduvieron correteando por Europa y Estados Unidos entre 2023 y 2024. España, Italia, Estados Unidos, Panamá... ¡parece que le tenían ganas a unas vacaciones pagadas con el sudor ajeno! Él dice que eso era pa’ esconder las pruebas y seguirle dando vueltas al asunto.
Pero espera, que hay más. Porque resulta que la querella también revela un affaire entre la pastora y otro personaje. Fotos íntimas enviadas por WhatsApp, dicen, que terminaron en manos de su exesposo. Y para colmo, aparentemente el señor tampoco fue fiel, así que ambos tienen billete al frente, como decimos nosotros. Una pena, porque imaginen el brete que debe ser lidiar con esto todo.
En cuanto a los bienes en juego, hablamos de una lana considerable. Una casita en Cartago valuada en ¢38 millones, otra en Alajuela por ¢20 millones, todavía una más en Cartago con ¢41 millones y un carro Land Cruiser Prado que vale ¢10 millones. ¡Eso no es changuito, mi pana! Un buen agarrón para cualquier persona.
Ahora, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) anda buscando a los querellados para notificarles formalmente el proceso, pero parece que se les escapa la liebre. Dicen que no los ubican, que se esconden. ¡Será que sí andan metidos en algo turbio o será que simplemente quieren evitar el escandalo?
Esta telenovela familiar tiene todos los ingredientes para mantenernos pegados a la pantalla. Pero me pregunto, ¿cree usted que este tipo de casos complejos deberían manejarse con mayor transparencia y regulación para proteger a las víctimas de posibles abusos legales? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡porque esto está que arde!