Maes, no sé ustedes, pero a veces siento que escuchar un discurso político en este país es como un deporte extremo. Uno se sienta a ver qué dicen y termina con una lista de nuevos enemigos de la patria que ni sabía que existían. Y diay, la celebración de la Independencia en Cartago no fue la excepción. El presi, Rodrigo Chaves, llegó a la Vieja Metrópoli no solo a dar el feliz día, sino a tirar un filazo tras otro, dejando claro que su Gobierno sí le responde a Cartago... y que si algo no sale bien, ya tiene la lista de culpables bien apuntada.
La vara es que el discurso se salió del típico guion de “gracias a los héroes que nos dieron patria”. ¡Para nada! Chaves aprovechó el micrófono para mandar un mensaje clarísimo: hay gente intentando “traicionar a la patria” con corrupción y, agarrense, con “comunismo”. O sea, pasamos de celebrar la firma del Acta a una advertencia de Guerra Fría en cuestión de minutos. El presidente aseguró que no va a permitir que “empobrezcan” al país con esas “ideas absurdas y pervertidas”. Fue un discurso de campaña en plena fiesta cívica, y la verdad, un recordatorio de que en la política tica, cualquier tarima sirve para el pleito.
Y aquí es donde la cosa se pone más densa, porque Chaves le puso nombre y apellido al problema de Cartago: el bendito hospital Max Peralta. Mae, ¡qué despiche con ese tema! Lleva años siendo la promesa eterna, el chunche que nunca llega. Según Chaves, el atraso no es casualidad; denunció décadas de manipulación en la compra de terrenos y sobreprecios. Y apuntó directamente a los sindicatos y a la Uccaep, acusándolos de forzar al Estado a pagar $80 millones de más en un proyecto. Básicamente, dijo que mientras la gente se enferma esperando atención, hay grupos de interés viendo a ver cómo se llenan los bolsillos. El plan para un hospital nuevo, por culpa de todo este enredo, prácticamente se fue al traste varias veces.
Lo más interesante es cómo usa el simbolismo. Agarró la vara de la antorcha y la usó como metáfora de su lucha. Dijo que mientras unos la llevan con orgullo, otros han querido “apagar la luz de la soberanía”, vendiéndose a intereses oscuros. Es una jugada retórica inteligente, sin duda. Se posiciona a sí mismo como el guardián de la llama, el que defiende la independencia real, no solo la del 15 de setiembre. Es un discurso que busca unir a la gente contra un enemigo común, que según él, está compuesto por todos los que no piensan como su gobierno. Es casi poético, si no fuera porque en el fondo, la gente de Cartago sigue salada, esperando un hospital digno.
Al final, uno se queda con un montón de preguntas. Está bien que un presidente defienda su gestión y señale problemas, ese es su brete. Pero, ¿hasta qué punto un discurso de celebración nacional debe convertirse en un campo de batalla verbal? La línea entre gobernar e hacer campaña permanente cada vez es más delgada. Chaves dice que sí le ha respondido a Cartago, pero la gente de a pie lo que ve son las presas, la falta de brete y un hospital que sigue siendo un dibujo. Más allá del show y los filazos, ¿ustedes le creen? ¿Es pura hablada para la galería o de verdad sienten que se está moviendo algo en la Vieja Metrópoli? ¿O es que el brete político ya es solo esto, tirarse chunches de un lado a otro mientras los problemas reales siguen ahí?
La vara es que el discurso se salió del típico guion de “gracias a los héroes que nos dieron patria”. ¡Para nada! Chaves aprovechó el micrófono para mandar un mensaje clarísimo: hay gente intentando “traicionar a la patria” con corrupción y, agarrense, con “comunismo”. O sea, pasamos de celebrar la firma del Acta a una advertencia de Guerra Fría en cuestión de minutos. El presidente aseguró que no va a permitir que “empobrezcan” al país con esas “ideas absurdas y pervertidas”. Fue un discurso de campaña en plena fiesta cívica, y la verdad, un recordatorio de que en la política tica, cualquier tarima sirve para el pleito.
Y aquí es donde la cosa se pone más densa, porque Chaves le puso nombre y apellido al problema de Cartago: el bendito hospital Max Peralta. Mae, ¡qué despiche con ese tema! Lleva años siendo la promesa eterna, el chunche que nunca llega. Según Chaves, el atraso no es casualidad; denunció décadas de manipulación en la compra de terrenos y sobreprecios. Y apuntó directamente a los sindicatos y a la Uccaep, acusándolos de forzar al Estado a pagar $80 millones de más en un proyecto. Básicamente, dijo que mientras la gente se enferma esperando atención, hay grupos de interés viendo a ver cómo se llenan los bolsillos. El plan para un hospital nuevo, por culpa de todo este enredo, prácticamente se fue al traste varias veces.
Lo más interesante es cómo usa el simbolismo. Agarró la vara de la antorcha y la usó como metáfora de su lucha. Dijo que mientras unos la llevan con orgullo, otros han querido “apagar la luz de la soberanía”, vendiéndose a intereses oscuros. Es una jugada retórica inteligente, sin duda. Se posiciona a sí mismo como el guardián de la llama, el que defiende la independencia real, no solo la del 15 de setiembre. Es un discurso que busca unir a la gente contra un enemigo común, que según él, está compuesto por todos los que no piensan como su gobierno. Es casi poético, si no fuera porque en el fondo, la gente de Cartago sigue salada, esperando un hospital digno.
Al final, uno se queda con un montón de preguntas. Está bien que un presidente defienda su gestión y señale problemas, ese es su brete. Pero, ¿hasta qué punto un discurso de celebración nacional debe convertirse en un campo de batalla verbal? La línea entre gobernar e hacer campaña permanente cada vez es más delgada. Chaves dice que sí le ha respondido a Cartago, pero la gente de a pie lo que ve son las presas, la falta de brete y un hospital que sigue siendo un dibujo. Más allá del show y los filazos, ¿ustedes le creen? ¿Es pura hablada para la galería o de verdad sienten que se está moviendo algo en la Vieja Metrópoli? ¿O es que el brete político ya es solo esto, tirarse chunches de un lado a otro mientras los problemas reales siguen ahí?