Maes, ¿se acuerdan de aquella vara tan sonada de "La Reina del Mar"? Sí, ese estadio chivísima que el Puntarenas FC iba a construir en El Roble, con capacidad para 8.000 personas y todas las comodidades del primer mundo. Sonaba a cachete, ¿verdad? Bueno, pónganle pausa a la película porque, como dicen en el pueblo, ese plan ya se fue al traste. La directiva porteña le bajó el telón al sueño y, para serles honesta, aunque al principio suena a mala noticia, la nueva ruta que tomaron tiene una lógica aplastante.
Antes de que alguien se jale una torta y empiece a tirar hate, hay que entender el fondo. Héctor Trejos, el presi del PFC, la cantó clarita: esto no es solo un tema de plata o de que no se la puedan jugar. Es una cuestión de responsabilidad social. El mae dijo, y con toda la razón del mundo, que ya todo se está yendo para El Roble: el hospital, los tribunales... la famosa "lengüeta" de Puntarenas centro se está quedando vacía, se está muriendo. Dejar que el estadio, uno de los últimos símbolos que le quedan al corazón del Puerto, también emigre, sería como darle el tiro de gracia. Es una movida valiente, que prioriza la identidad y la comunidad sobre el cemento nuevo. Además, seamos realistas: levantar un chunche de esos desde cero en Costa Rica es un despiche monumental. Si no, pregúntenle al Herediano y la odisea que ha sido su nuevo Rosabal Cordero. A veces, el sueño más bonito no es el más inteligente.
Entonces, ¿cuál es el nuevo brete? Agarrar el viejo y querido Miguel "Lito" Pérez y meterle una inyección de esteroides. El plan B, que para mí tiene toda la pinta de ser un plan A encubierto, es una remodelación profunda. Y no estamos hablando de una manita de gato. La directiva ya tiene un render listo para presentarle a la Municipalidad, y la visión es dejarlo ¡qué nivel! Quieren techarlo por completo, dejar las graderías en perfecto estado y, ojo al dato, construir palcos. La inversión supera el millón de dólares, una harina que demuestra que la vara va en serio. El objetivo es transformar el Lito en un complejo moderno que no solo sirva para los partidos del PFC, sino que se convierta en un motor para la zona.
Claro, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Todo este proyecto depende de un pequeño gran detalle: la burocracia. Para poder justificar semejante inversión, el club le está pidiendo al Concejo Municipal que les otorgue la administración del inmueble por un plazo de 20 años. Sin esa concesión, no hay remodelación que valga. Y la urgencia es máxima. Ahorita mismo, el Lito Pérez está clausurado por orden del Ministerio de Salud. ¡Qué sal! El equipo tiene que jugar a puerta cerrada después de que un informe revelara fallas estructurales graves. O sea, el estadio no es que está viejito, es que representa un riesgo. La Muni tiene en sus manos una papa caliente: o le dan luz verde al PFC para que lo salven, o el estadio se les termina de caer a pedazos.
Al final, este asunto es mucho más grande que solo fútbol. Como bien dijo Trejos, un Lito Pérez remodelado sería "un poquito más de agua oxigenada para Puntarenas". Una provincia tan golpeada necesita desesperadamente fuentes de reactivación. Un estadio funcional y moderno no solo trae fútbol; trae conciertos, ferias, eventos culturales y, sobre todo, trae brete y esperanza. Es una ficha de dominó que podría empezar a mover otras. La pelota está ahora en la cancha de los políticos locales. Tienen la oportunidad de apoyar un proyecto con un impacto social y económico gigantesco, liderado por gente que claramente ama a su provincia.
Diay, ¿ustedes qué opinan, maes? ¿Les parece que es la decisión correcta apostar por el Lito en vez de seguir soñando con un estadio nuevo? ¿Creen que la Muni se va a poner las pilas y les va a dar la administración, o se va a entrabar todo en papeleo? ¡Los leo!
Antes de que alguien se jale una torta y empiece a tirar hate, hay que entender el fondo. Héctor Trejos, el presi del PFC, la cantó clarita: esto no es solo un tema de plata o de que no se la puedan jugar. Es una cuestión de responsabilidad social. El mae dijo, y con toda la razón del mundo, que ya todo se está yendo para El Roble: el hospital, los tribunales... la famosa "lengüeta" de Puntarenas centro se está quedando vacía, se está muriendo. Dejar que el estadio, uno de los últimos símbolos que le quedan al corazón del Puerto, también emigre, sería como darle el tiro de gracia. Es una movida valiente, que prioriza la identidad y la comunidad sobre el cemento nuevo. Además, seamos realistas: levantar un chunche de esos desde cero en Costa Rica es un despiche monumental. Si no, pregúntenle al Herediano y la odisea que ha sido su nuevo Rosabal Cordero. A veces, el sueño más bonito no es el más inteligente.
Entonces, ¿cuál es el nuevo brete? Agarrar el viejo y querido Miguel "Lito" Pérez y meterle una inyección de esteroides. El plan B, que para mí tiene toda la pinta de ser un plan A encubierto, es una remodelación profunda. Y no estamos hablando de una manita de gato. La directiva ya tiene un render listo para presentarle a la Municipalidad, y la visión es dejarlo ¡qué nivel! Quieren techarlo por completo, dejar las graderías en perfecto estado y, ojo al dato, construir palcos. La inversión supera el millón de dólares, una harina que demuestra que la vara va en serio. El objetivo es transformar el Lito en un complejo moderno que no solo sirva para los partidos del PFC, sino que se convierta en un motor para la zona.
Claro, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Todo este proyecto depende de un pequeño gran detalle: la burocracia. Para poder justificar semejante inversión, el club le está pidiendo al Concejo Municipal que les otorgue la administración del inmueble por un plazo de 20 años. Sin esa concesión, no hay remodelación que valga. Y la urgencia es máxima. Ahorita mismo, el Lito Pérez está clausurado por orden del Ministerio de Salud. ¡Qué sal! El equipo tiene que jugar a puerta cerrada después de que un informe revelara fallas estructurales graves. O sea, el estadio no es que está viejito, es que representa un riesgo. La Muni tiene en sus manos una papa caliente: o le dan luz verde al PFC para que lo salven, o el estadio se les termina de caer a pedazos.
Al final, este asunto es mucho más grande que solo fútbol. Como bien dijo Trejos, un Lito Pérez remodelado sería "un poquito más de agua oxigenada para Puntarenas". Una provincia tan golpeada necesita desesperadamente fuentes de reactivación. Un estadio funcional y moderno no solo trae fútbol; trae conciertos, ferias, eventos culturales y, sobre todo, trae brete y esperanza. Es una ficha de dominó que podría empezar a mover otras. La pelota está ahora en la cancha de los políticos locales. Tienen la oportunidad de apoyar un proyecto con un impacto social y económico gigantesco, liderado por gente que claramente ama a su provincia.
Diay, ¿ustedes qué opinan, maes? ¿Les parece que es la decisión correcta apostar por el Lito en vez de seguir soñando con un estadio nuevo? ¿Creen que la Muni se va a poner las pilas y les va a dar la administración, o se va a entrabar todo en papeleo? ¡Los leo!