¡Ay, Dios mío! Imagínate vivir en pleno siglo XXI y andar a tientas porque no hay luz en casa. Pues así le tocaba a cientos de familias en el asentamiento Surcoop III – Finca Puntarenas, allá por Piedras Blancas de Osa. Pero tranquilitas, porque la espera terminó, ¡y vaya que sí! Ahora esos vecinos pueden dormir con la almohada cerca del clavo y cargar sus celus sin preocuparse por dónde van a enchufar.
La movida, que salió por unos buenos ¢171,3 millones, es fruto de una colaboración bárbara entre el Inder y el ICE. El Inder puso la pachala con ¢148,6 millones, mientras que el ICE sumó ¢22,7 millones. Una verdadera muestra de que cuando trabajamos juntos, podemos hacer cosas chingonas para la gente, ¿verdad?
Y ojo, que esto no es cualquier cosita. Estamos hablando de transformar la vida de 604 personas, ¡pura vida! Con la electricidad llegando a sus casas, esas familias pueden echar palante sus negocios, estudiar hasta tarde, ver la tele con la familia y, en fin, disfrutar de una calidad de vida bien diferente a la que tenían antes. Que se puede mejorar, claro, pero ya tienen un buen puntapié inicial.
El asunto es que este asentamiento, que el Inder agarró en 2015 después de que la cooperativa agropecuaria dejó de estarle dando, hoy cuenta con 59 parcelas, aunque solo 57 están ocupadas por familias dedicadas a la milpa y otras cositas agrícolas. Antes, el centro comunitario tenía luz, pero muchas casas estaban a oscuras, lo cual era un verdadero brete para el desarrollo de la zona. Pura sal!
Ahora, con la luz encendida, se abren muchísimas puertas. Ya no solo podrán conectar sus electrodomésticos, sino también invertir en maquinaria que les ayude a producir más y mejor. Se habla de sistemas de riego automatizados, invernaderos y todo ese rollo moderno que le da un empuje a la agricultura familiar. ¡Qué carga de oportunidades!
Ricardo Quesada, el jefe del Inder, no pudo evitar soltar unas palabritas de orgullo: “El acceso a la electricidad no solo cambia la vida de las familias, sino que además abre la puerta al progreso y al desarrollo de pequeños emprendimientos”. Y no está mintiendo, porque la energía es el motor de todo. Además, refuerza la seguridad, permite acceder a la tecnología y a la educación, cosas que antes eran un lujo.
Marco Acuña, el presidente del ICE, también se puso contento: “Este es un gran hito para esta comunidad, y demuestra el compromiso del gobierno por llevar la electrificación rural a todos los rincones del país”. Agregó que tienen planes de invertir billones de colones en proyectos similares, lo cual es una excelente noticia para las comunidades más alejadas. ¡Que siga la parranda del progreso!
Freddy Rojas Reyes, presidente de la agrupación Tipaelka del Sur, expresó que esta obra traerá aún más beneficios económicos a las familias del asentamiento. Un alivio para estas personas que han trabajado duro para salir adelante. Así que ya saben, amigos: la luz llegó a Surcoop III, y con ella, la esperanza de un futuro más brillante. Ahora me pregunto, ¿cuáles creen ustedes que serán los mayores desafíos que enfrentarán estas familias ahora que tienen acceso a la electricidad y cómo podrían aprovecharla al máximo para mejorar sus vidas y contribuir al desarrollo de su comunidad?
La movida, que salió por unos buenos ¢171,3 millones, es fruto de una colaboración bárbara entre el Inder y el ICE. El Inder puso la pachala con ¢148,6 millones, mientras que el ICE sumó ¢22,7 millones. Una verdadera muestra de que cuando trabajamos juntos, podemos hacer cosas chingonas para la gente, ¿verdad?
Y ojo, que esto no es cualquier cosita. Estamos hablando de transformar la vida de 604 personas, ¡pura vida! Con la electricidad llegando a sus casas, esas familias pueden echar palante sus negocios, estudiar hasta tarde, ver la tele con la familia y, en fin, disfrutar de una calidad de vida bien diferente a la que tenían antes. Que se puede mejorar, claro, pero ya tienen un buen puntapié inicial.
El asunto es que este asentamiento, que el Inder agarró en 2015 después de que la cooperativa agropecuaria dejó de estarle dando, hoy cuenta con 59 parcelas, aunque solo 57 están ocupadas por familias dedicadas a la milpa y otras cositas agrícolas. Antes, el centro comunitario tenía luz, pero muchas casas estaban a oscuras, lo cual era un verdadero brete para el desarrollo de la zona. Pura sal!
Ahora, con la luz encendida, se abren muchísimas puertas. Ya no solo podrán conectar sus electrodomésticos, sino también invertir en maquinaria que les ayude a producir más y mejor. Se habla de sistemas de riego automatizados, invernaderos y todo ese rollo moderno que le da un empuje a la agricultura familiar. ¡Qué carga de oportunidades!
Ricardo Quesada, el jefe del Inder, no pudo evitar soltar unas palabritas de orgullo: “El acceso a la electricidad no solo cambia la vida de las familias, sino que además abre la puerta al progreso y al desarrollo de pequeños emprendimientos”. Y no está mintiendo, porque la energía es el motor de todo. Además, refuerza la seguridad, permite acceder a la tecnología y a la educación, cosas que antes eran un lujo.
Marco Acuña, el presidente del ICE, también se puso contento: “Este es un gran hito para esta comunidad, y demuestra el compromiso del gobierno por llevar la electrificación rural a todos los rincones del país”. Agregó que tienen planes de invertir billones de colones en proyectos similares, lo cual es una excelente noticia para las comunidades más alejadas. ¡Que siga la parranda del progreso!
Freddy Rojas Reyes, presidente de la agrupación Tipaelka del Sur, expresó que esta obra traerá aún más beneficios económicos a las familias del asentamiento. Un alivio para estas personas que han trabajado duro para salir adelante. Así que ya saben, amigos: la luz llegó a Surcoop III, y con ella, la esperanza de un futuro más brillante. Ahora me pregunto, ¿cuáles creen ustedes que serán los mayores desafíos que enfrentarán estas familias ahora que tienen acceso a la electricidad y cómo podrían aprovecharla al máximo para mejorar sus vidas y contribuir al desarrollo de su comunidad?
