Maes, hay que hablar de la vara que pasó en Cartago. La escena era de película: todo el Consejo de Gobierno se traslada a la vieja metrópoli, las cámaras, los ministros, el presi Chaves... todo muy formalito. Pero en medio de tanto protocolo, el alcalde de la provincia, Mario Redondo, se subió al podio y le mandó el filazo sin anestesia al Poder Ejecutivo. Fue uno de esos momentos en los que uno dice: "¡epa!, aquí alguien va a decir lo que se tiene que decir". Y así fue. Redondo, con el orgullo brumoso a flor de piel, defendió a capa y espada a los agricultores, y dejó clarísimo que la paciencia tiene un límite.
El meollo del asunto, y aquí es donde la cosa se pone tensa, es que nuestros productores agrícolas se la están viendo fea. Redondo no usó palabras bonitas para adornar la realidad; habló de "condiciones desiguales" y de la necesidad urgente de "reglas claras". O sea, en buen tico: la cancha no está pareja. Mientras unos compiten con todas las de la ley, otros, los de afuera, parece que juegan con otros árbitros. ¡Qué despiche! Porque al final del día, los que pagan los platos rotos son las familias cartaginesas que por generaciones han vivido de la tierra. La papa, la cebolla, el repollo... no son solo un chunche que uno compra en la feria, son el brete, el sudor y el sustento de miles de personas.
Lo que más cala del discurso de Redondo es que le puso corazón al problema. Recordó que Cartago es, en su esencia, un pueblo de agricultores. Dijo que "sus luchas son nuestras luchas", y esa frase, mae, tiene un peso enorme. No es una vara de números o de macroeconomía; es una cuestión de identidad. Estamos hablando de que si a ese sector le va mal, no solo se jode la economía local, sino que una parte importantísima de lo que somos como país se empieza a ir al traste. Es la tradición del abuelo que le enseñó al papá, y el papá al hijo. Si el Gobierno no se pone las pilas y ayuda a que el negocio sea rentable y justo, esa cadena se rompe. Y recuperar eso, si es que se puede, cuesta un mundo.
Y diay, como para agregarle más sazón al caldo, el mismo día el Poder Ejecutivo salió a decir que ellos sí están "cumpliendo con los agricultores brumosos". Un clásico de la política, ¿verdad? Por un lado, tenés al líder local, al que ve el problema de frente todos los días, levantando la voz y casi que suplicando por un salvavidas. Y por otro, tenés la respuesta oficial, el comunicado que busca calmar las aguas. La gran pregunta es si esas palabras del Ejecutivo se van a traducir en acciones reales o si solo es el protocolo para salir del paso. Porque si se jalan una torta y dejan que la situación siga empeorando, no solo le fallan a Cartago, le fallan a todo el país que depende de esos alimentos.
Al final, Redondo dejó la bola picando en la cancha del Gobierno. Su mensaje fue un ultimátum con guante de seda: "Cartago no va a dejar caer a nuestros agricultores". Ahora queda ver si en Zapote escucharon el mensaje fuerte y claro o si se hicieron los suecos. Esto va más allá de un simple discurso en un evento oficial; es el reflejo de una lucha que lleva años y que define el futuro de nuestra seguridad alimentaria y de nuestra cultura. La cosa está que arde en las tierras frías de Cartago.
Aquí les dejo la pregunta para que se arme el debate: ¿Creen que el Gobierno de verdad se va a poner las pilas con el agro después de este llamado de atención, o es puro show para la foto en Cartago? ¿Qué opinan ustedes, maes?
El meollo del asunto, y aquí es donde la cosa se pone tensa, es que nuestros productores agrícolas se la están viendo fea. Redondo no usó palabras bonitas para adornar la realidad; habló de "condiciones desiguales" y de la necesidad urgente de "reglas claras". O sea, en buen tico: la cancha no está pareja. Mientras unos compiten con todas las de la ley, otros, los de afuera, parece que juegan con otros árbitros. ¡Qué despiche! Porque al final del día, los que pagan los platos rotos son las familias cartaginesas que por generaciones han vivido de la tierra. La papa, la cebolla, el repollo... no son solo un chunche que uno compra en la feria, son el brete, el sudor y el sustento de miles de personas.
Lo que más cala del discurso de Redondo es que le puso corazón al problema. Recordó que Cartago es, en su esencia, un pueblo de agricultores. Dijo que "sus luchas son nuestras luchas", y esa frase, mae, tiene un peso enorme. No es una vara de números o de macroeconomía; es una cuestión de identidad. Estamos hablando de que si a ese sector le va mal, no solo se jode la economía local, sino que una parte importantísima de lo que somos como país se empieza a ir al traste. Es la tradición del abuelo que le enseñó al papá, y el papá al hijo. Si el Gobierno no se pone las pilas y ayuda a que el negocio sea rentable y justo, esa cadena se rompe. Y recuperar eso, si es que se puede, cuesta un mundo.
Y diay, como para agregarle más sazón al caldo, el mismo día el Poder Ejecutivo salió a decir que ellos sí están "cumpliendo con los agricultores brumosos". Un clásico de la política, ¿verdad? Por un lado, tenés al líder local, al que ve el problema de frente todos los días, levantando la voz y casi que suplicando por un salvavidas. Y por otro, tenés la respuesta oficial, el comunicado que busca calmar las aguas. La gran pregunta es si esas palabras del Ejecutivo se van a traducir en acciones reales o si solo es el protocolo para salir del paso. Porque si se jalan una torta y dejan que la situación siga empeorando, no solo le fallan a Cartago, le fallan a todo el país que depende de esos alimentos.
Al final, Redondo dejó la bola picando en la cancha del Gobierno. Su mensaje fue un ultimátum con guante de seda: "Cartago no va a dejar caer a nuestros agricultores". Ahora queda ver si en Zapote escucharon el mensaje fuerte y claro o si se hicieron los suecos. Esto va más allá de un simple discurso en un evento oficial; es el reflejo de una lucha que lleva años y que define el futuro de nuestra seguridad alimentaria y de nuestra cultura. La cosa está que arde en las tierras frías de Cartago.
Aquí les dejo la pregunta para que se arme el debate: ¿Creen que el Gobierno de verdad se va a poner las pilas con el agro después de este llamado de atención, o es puro show para la foto en Cartago? ¿Qué opinan ustedes, maes?