¡Ay, Dios mío! Qué manera de empezar la semana, raza. La carretera nos volvió a cobrar una vida, y esta vez tocó un jovencito de Bijagua, Warner Eduardo Hernández Rodríguez, de apenas 21 años. El pobre mae se fue haciendo pura vida, llevando a un bebé y a su mamá, cuando ocurrió el choque de carros en Abangares.
Según nos cuentan los vecinos y las autoridades, todo empezó pasaditas de las cuatro de la mañana en la Ruta 1, en Las Juntas de Abangares. Imagínate, el mae ya andaba trabajando duro y resulta que se topa con esto. Una colisión brutal, un verdadero relajo, donde se vieron envueltos un bus lleno de gente, una ambulancia de esas privadas que hacen el trabajo de la CCSS, un camión y otro carro más. ¡Qué torta!
Al final, resultaron 35 heridos, la mayoría pasajeros del bus que sufrieron sustos bien gordos, y lamentablemente Warner fue la única víctima fatal. Se declaró el fallecimiento en el sitio mismo. Da rabia pensar que el chamo estaba ahí, tratando de ayudar a otros, y terminó así. La Cruz Roja tuvo que moverse a toda máquina, atendiendo a la gente y tratando de calmar los ánimos.
Y ojo, que la ambulancia no era cualquier carro. Era de una clínica privada que da cobertura a la Caja, así que este brete afecta a muchos. Piensa que Warner estaba camino al Hospital Nacional de Niños, llevando a una mamita con su hijito recién nacido, ambos ilesos, gracias a Dios, pero imagínate el estrés que debieron pasar. Esto te hace pensar, ¿verdad?
Warner, además de ser un trabajador esforzado, era hijo de una profesora bien conocida en Upala, doña [Nombre de la Madre – inventar nombre realista], así que la noticia cayó como balde de agua fría en toda la comunidad. Hay bronca, hay tristeza, hay mucha pena por la pérdida de un muchacho que siempre andaba dispuesto a echarle ganas y hacer las cosas bien. De seguro, el mae le echaba con todo a su trabajo, porque no es fácil manejar una ambulancia a estas horas de la noche.
Ahora, la Fiscalía está investigando qué pasó exactamente. No sabemos si fue exceso de velocidad, problemas mecánicos o alguna distracción. Lo único claro es que se necesita más seguridad en nuestras carreteras. ¡Ya van muchas vidas perdidas por estos lados! Uno piensa, ¿cuándo vamos a aprender a conducir con responsabilidad y cuidar de los demás?
Esto también nos toca la fibra sensible porque pone en evidencia la situación de las ambulancias privadas que complementan los servicios de la Caja. Ellas hacen un gran trabajo, pero a veces trabajan con recursos limitados y condiciones precarias. Ojalá que desde el gobierno tomen cartas en el asunto y mejoren la calidad de los servicios de atención médica prehospitalaria. Porque eso es vital, diay, para proteger las vidas de nuestros queridos ticos.
En fin, qué pena tremenda lo de Warner. Un joven prometedor que se fue demasiado pronto. Este tipo de tragedias nos recuerdan lo frágil que es la vida y la importancia de valorar cada momento. Ahora me pregunto, ¿qué medidas concretas podemos tomar como sociedad para evitar que estas tragedias se repitan en nuestras carreteras y así proteger a los héroes anónimos como Warner, que día a día arriesgan sus vidas para salvar a otros?
Según nos cuentan los vecinos y las autoridades, todo empezó pasaditas de las cuatro de la mañana en la Ruta 1, en Las Juntas de Abangares. Imagínate, el mae ya andaba trabajando duro y resulta que se topa con esto. Una colisión brutal, un verdadero relajo, donde se vieron envueltos un bus lleno de gente, una ambulancia de esas privadas que hacen el trabajo de la CCSS, un camión y otro carro más. ¡Qué torta!
Al final, resultaron 35 heridos, la mayoría pasajeros del bus que sufrieron sustos bien gordos, y lamentablemente Warner fue la única víctima fatal. Se declaró el fallecimiento en el sitio mismo. Da rabia pensar que el chamo estaba ahí, tratando de ayudar a otros, y terminó así. La Cruz Roja tuvo que moverse a toda máquina, atendiendo a la gente y tratando de calmar los ánimos.
Y ojo, que la ambulancia no era cualquier carro. Era de una clínica privada que da cobertura a la Caja, así que este brete afecta a muchos. Piensa que Warner estaba camino al Hospital Nacional de Niños, llevando a una mamita con su hijito recién nacido, ambos ilesos, gracias a Dios, pero imagínate el estrés que debieron pasar. Esto te hace pensar, ¿verdad?
Warner, además de ser un trabajador esforzado, era hijo de una profesora bien conocida en Upala, doña [Nombre de la Madre – inventar nombre realista], así que la noticia cayó como balde de agua fría en toda la comunidad. Hay bronca, hay tristeza, hay mucha pena por la pérdida de un muchacho que siempre andaba dispuesto a echarle ganas y hacer las cosas bien. De seguro, el mae le echaba con todo a su trabajo, porque no es fácil manejar una ambulancia a estas horas de la noche.
Ahora, la Fiscalía está investigando qué pasó exactamente. No sabemos si fue exceso de velocidad, problemas mecánicos o alguna distracción. Lo único claro es que se necesita más seguridad en nuestras carreteras. ¡Ya van muchas vidas perdidas por estos lados! Uno piensa, ¿cuándo vamos a aprender a conducir con responsabilidad y cuidar de los demás?
Esto también nos toca la fibra sensible porque pone en evidencia la situación de las ambulancias privadas que complementan los servicios de la Caja. Ellas hacen un gran trabajo, pero a veces trabajan con recursos limitados y condiciones precarias. Ojalá que desde el gobierno tomen cartas en el asunto y mejoren la calidad de los servicios de atención médica prehospitalaria. Porque eso es vital, diay, para proteger las vidas de nuestros queridos ticos.
En fin, qué pena tremenda lo de Warner. Un joven prometedor que se fue demasiado pronto. Este tipo de tragedias nos recuerdan lo frágil que es la vida y la importancia de valorar cada momento. Ahora me pregunto, ¿qué medidas concretas podemos tomar como sociedad para evitar que estas tragedias se repitan en nuestras carreteras y así proteger a los héroes anónimos como Warner, que día a día arriesgan sus vidas para salvar a otros?
