¡Ay, Dios mío! La onda se armó gorda allá en México y nos llegó hasta acá. Se trata de Carlos Gurrola, un señor de 47 años, ‘Papayita’ como le decían cariñosamente, que lamentablemente falleció después de sufrir quemaduras internas terribles. Todo por una broma macabra, un despiche que terminó en tragedia, en la que lo llenaron de desengrasante creyendo que era agua. ¡Qué torta!
Según cuentan los allegados, esto no fue un hecho aislado, sino la culminación de un montón de humillaciones que sufría el pobre hombre en su trabajo como ayudante de limpieza en un centro comercial en Torreón. Le hacían de todo: le robaban la comida, le manchaban la bici, le hurtaban el celular... parecía que nadie quería que él tuviera una vida tranquila. Era pura sal, simplemente.
Imagínate la bronca. El mae iba sediento y le ofrecieron una botella, sin saber que adentro había una sustancia química que le quemó la garganta y los pulmones. Estuvo luchando por su vida durante 21 días en el IMSS, pero al final, el cuerpo no aguantó. ¡Qué pena ajena! Desde entonces, la familia no se queda quieta, exigiendo justicia con uñas y dientes.
Ahora sí, la Fiscalía ya está investigando el caso. Revisando las cámaras de seguridad, tomando declaraciones… quieren saber cómo demonios alguien pudo meter un químico así en un lugar donde la gente come y bebe. ¡Qué brete!, me pregunto cómo pudieron hacerle eso a un trabajador inocente, sin pensar en las consecuencias.
Pero lo peor de todo es que la empresa parece estar tratando de lavarse las manos, dicen los familiares. Tardaron siglos en avisarles lo que pasó y no hicieron nada para ayudarlo inmediatamente. Según ellos, no activaron ningún protocolo de emergencia, dejándolo a su suerte. Eso sí que es descaro, diay.
En las redes sociales se ha levantado una ola de solidaridad. Está la página “Justicia para Carlos Gurrola Arguijo” donde comparten información y recolectan fondos para los gastos del funeral. Mucha gente está indignada y pidiendo que todos los culpables paguen por lo que hicieron. Y razón tienen, claro que sí.
Este caso, aunque ocurrió allá, nos hace reflexionar sobre algo muy importante: el respeto en el trabajo. Lamentablemente, todavía hay lugares donde el acoso laboral se considera una simple ‘broma’, pero como vemos, esas bromas pueden tener consecuencias fatales. Hay que ponerle un alto a ese tipo de cultura tóxica. Es fundamental que las empresas tomen cartas en el asunto y creen ambientes laborales seguros y dignos para todos, porque nadie merece pasar por eso.
Todo este suceso me deja pensando... ¿Hasta cuándo vamos a permitir que se normalice el abuso en los espacios de trabajo? ¿Qué medidas deberíamos tomar, como sociedad, para evitar que tragedias como ésta se repitan en nuestros propios entornos laborales, aquí mismo en Costa Rica?
Según cuentan los allegados, esto no fue un hecho aislado, sino la culminación de un montón de humillaciones que sufría el pobre hombre en su trabajo como ayudante de limpieza en un centro comercial en Torreón. Le hacían de todo: le robaban la comida, le manchaban la bici, le hurtaban el celular... parecía que nadie quería que él tuviera una vida tranquila. Era pura sal, simplemente.
Imagínate la bronca. El mae iba sediento y le ofrecieron una botella, sin saber que adentro había una sustancia química que le quemó la garganta y los pulmones. Estuvo luchando por su vida durante 21 días en el IMSS, pero al final, el cuerpo no aguantó. ¡Qué pena ajena! Desde entonces, la familia no se queda quieta, exigiendo justicia con uñas y dientes.
Ahora sí, la Fiscalía ya está investigando el caso. Revisando las cámaras de seguridad, tomando declaraciones… quieren saber cómo demonios alguien pudo meter un químico así en un lugar donde la gente come y bebe. ¡Qué brete!, me pregunto cómo pudieron hacerle eso a un trabajador inocente, sin pensar en las consecuencias.
Pero lo peor de todo es que la empresa parece estar tratando de lavarse las manos, dicen los familiares. Tardaron siglos en avisarles lo que pasó y no hicieron nada para ayudarlo inmediatamente. Según ellos, no activaron ningún protocolo de emergencia, dejándolo a su suerte. Eso sí que es descaro, diay.
En las redes sociales se ha levantado una ola de solidaridad. Está la página “Justicia para Carlos Gurrola Arguijo” donde comparten información y recolectan fondos para los gastos del funeral. Mucha gente está indignada y pidiendo que todos los culpables paguen por lo que hicieron. Y razón tienen, claro que sí.
Este caso, aunque ocurrió allá, nos hace reflexionar sobre algo muy importante: el respeto en el trabajo. Lamentablemente, todavía hay lugares donde el acoso laboral se considera una simple ‘broma’, pero como vemos, esas bromas pueden tener consecuencias fatales. Hay que ponerle un alto a ese tipo de cultura tóxica. Es fundamental que las empresas tomen cartas en el asunto y creen ambientes laborales seguros y dignos para todos, porque nadie merece pasar por eso.
Todo este suceso me deja pensando... ¿Hasta cuándo vamos a permitir que se normalice el abuso en los espacios de trabajo? ¿Qué medidas deberíamos tomar, como sociedad, para evitar que tragedias como ésta se repitan en nuestros propios entornos laborales, aquí mismo en Costa Rica?