Maes, en serio, cuando uno cree que ya lo ha visto todo en la novela de la política tica, sale un nuevo capítulo que deja al anterior como un cuento de niños. La vara con Celso Gamboa ya se sabía que estaba peluda, pero lo que soltaron las autoridades de Estados Unidos esta semana es de otro nivel. Ya no estamos hablando de supuestos o de rumores de pasillo; estamos hablando de una declaración jurada presentada en un tribunal tico, con pelos y señales, que amarra al exmagistrado nada más y nada menos que con el mero mero del Cártel de Sinaloa, el famoso Ismael "El Mayo" Zambada. ¡Qué despiche más monumental!
Vamos por partes, para no enredarnos. Resulta que los gringos, en su solicitud de extradición, no se anduvieron por las ramas. Presentaron un documento que es básicamente la radiografía de una organización narco gigante que opera desde Colombia hasta Estados Unidos. La llaman OTD (Organización de Tráfico de Drogas) y, según el papel, usan de todo: lanchas rápidas, sumergibles, aviones... la producción completa. Lo más grave es que ponen a Costa Rica como una de sus bases de operaciones clave y, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga, señalan a Gamboa como "miembro y líder" de esa red en nuestro país. O sea, no un simple peón, sino una ficha importante en el ajedrez criminal.
Pero lo que de verdad le pone la cereza a este pastel de problemas son las pruebas. El documento dice textualmente que tienen "grabaciones de audio y video". Diay, mae, hay que procesar eso un toque. Si lo que afirman es cierto, Gamboa se jaló la torta del siglo al dejar que lo grabaran en plena jugada. Uno se imagina conversaciones, reuniones, quién sabe qué más. Ya esto deja de ser la palabra de un testigo contra la de él. Es enfrentarse a su propia voz e imagen. El informe incluso menciona que un agente encubierto tuvo contacto directo con él y que se hicieron transferencias de plata a México. ¡Qué nivel de detalle! Si todo esto se confirma, el mae está saladísimo.
Pensemos en el rol que le achacan. Según la investigación gringa, el brete de Gamboa era coordinar la recepción de la cocaína que venía de Colombia y Panamá, almacenarla aquí en el país y luego despacharla para el norte. Básicamente, lo acusan de ser el gerente de logística de una de las operaciones de narcotráfico más grandes del continente, usando a Costa Rica como su bodega personal. Esto va más allá de un simple acto de corrupción; es, presuntamente, ser parte activa y fundamental de una maquinaria que ha desangrado a Latinoamérica por décadas. La conexión con el "Mayo" Zambada, un narco de la vieja escuela, le da a todo un peso simbólico brutal.
Al final, más allá del futuro legal de Gamboa, que de por sí ya es un tema que dará tela que cortar, este caso nos obliga a vernos en el espejo como país. Por años hemos escuchado que el narco se infiltra, que compra gente, pero esto es diferente. Esto es ver el nombre de un exmagistrado, un tipo que llegó a las esferas más altas del poder judicial, ligado directamente a los capos más temidos del mundo. La pregunta que queda flotando en el aire es inevitable y, la verdad, da un poco de miedo. ¿Fue Gamboa un caso aislado, una manzana podrida, o es apenas la punta de un iceberg gigantesco que no queremos ver? ¿Qué tan profundo ha calado el narco en la estructura del Estado? Me encantaría saber qué piensan ustedes.
Vamos por partes, para no enredarnos. Resulta que los gringos, en su solicitud de extradición, no se anduvieron por las ramas. Presentaron un documento que es básicamente la radiografía de una organización narco gigante que opera desde Colombia hasta Estados Unidos. La llaman OTD (Organización de Tráfico de Drogas) y, según el papel, usan de todo: lanchas rápidas, sumergibles, aviones... la producción completa. Lo más grave es que ponen a Costa Rica como una de sus bases de operaciones clave y, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga, señalan a Gamboa como "miembro y líder" de esa red en nuestro país. O sea, no un simple peón, sino una ficha importante en el ajedrez criminal.
Pero lo que de verdad le pone la cereza a este pastel de problemas son las pruebas. El documento dice textualmente que tienen "grabaciones de audio y video". Diay, mae, hay que procesar eso un toque. Si lo que afirman es cierto, Gamboa se jaló la torta del siglo al dejar que lo grabaran en plena jugada. Uno se imagina conversaciones, reuniones, quién sabe qué más. Ya esto deja de ser la palabra de un testigo contra la de él. Es enfrentarse a su propia voz e imagen. El informe incluso menciona que un agente encubierto tuvo contacto directo con él y que se hicieron transferencias de plata a México. ¡Qué nivel de detalle! Si todo esto se confirma, el mae está saladísimo.
Pensemos en el rol que le achacan. Según la investigación gringa, el brete de Gamboa era coordinar la recepción de la cocaína que venía de Colombia y Panamá, almacenarla aquí en el país y luego despacharla para el norte. Básicamente, lo acusan de ser el gerente de logística de una de las operaciones de narcotráfico más grandes del continente, usando a Costa Rica como su bodega personal. Esto va más allá de un simple acto de corrupción; es, presuntamente, ser parte activa y fundamental de una maquinaria que ha desangrado a Latinoamérica por décadas. La conexión con el "Mayo" Zambada, un narco de la vieja escuela, le da a todo un peso simbólico brutal.
Al final, más allá del futuro legal de Gamboa, que de por sí ya es un tema que dará tela que cortar, este caso nos obliga a vernos en el espejo como país. Por años hemos escuchado que el narco se infiltra, que compra gente, pero esto es diferente. Esto es ver el nombre de un exmagistrado, un tipo que llegó a las esferas más altas del poder judicial, ligado directamente a los capos más temidos del mundo. La pregunta que queda flotando en el aire es inevitable y, la verdad, da un poco de miedo. ¿Fue Gamboa un caso aislado, una manzana podrida, o es apenas la punta de un iceberg gigantesco que no queremos ver? ¿Qué tan profundo ha calado el narco en la estructura del Estado? Me encantaría saber qué piensan ustedes.