¡Ay, Dios mío! Esta vaineta está pegajosa, ¿eh? El corazón roto aquí en Goicoechea… Un nene de apenas seis añitos, identificado como Samuel Ramírez, desapareció anoche luego de ser arrastrado por una alcantarilla en Purral. La lluvia estaba cayendo a mares, como si el cielo estuviera llorando junto a sus papás. Imagínate el susto, justo volviendo del kínder, un resbalón, y ¡bam!, tragado por el agua.
Los hechos se dieron alrededor de las seis de la noche, y desde entonces, los cuerpos de socorro le han metido gallos a la búsqueda. La Cruz Roja, Bomberos, veterinarios acuáticos... ¡Un montón de gente buscando incansablemente! Dicen que están usando drones, revisando el sistema de tuberías y el río Torres, todo por encontrarlo sano y salvo. Uno se queda pensando qué estará sintiendo el pobre chico, y la familia pasando por momentos terribles, agarrándose a la esperanza.
Pero esto no es la primera vez que pasa, ¿saben? Purral siempre ha sido vulnerable cuando llueve a cántaros. Las alcantarillas son viejas, saturadas, y cuando se desbordan, se convierten en un peligro real. Hemos visto cosas parecidas en San José y Heredia, tragedias que nos recuerdan lo flojo que estamos en infraestructura. Parece que cada año es lo mismo, promesas vacías y problemas recurrentes. ¡Qué despiche!
Las autoridades, bueno, hacen lo que pueden. Han pedido a la gente que tenga cuidado, sobre todo a los padres, que no dejen que los niños caminen cerca de ríos o caños cuando esté lloviendo. Pero honestamente, ¿qué más quieren que hagamos? No podemos estar vigilando a los niños 24/7. Necesitamos soluciones reales, inversiones en mejorar estos sistemas que están obsoletos. Uno se desespera al ver que estas tragedias siguen sucediendo.
Y es que no solo se trata de la seguridad de los niños, sino también de todos nosotros. Estos sistemas de drenaje son una vergüenza, pasan años sin mantenimiento, y luego, cuando más necesitamos, nos salen las malas. Hay que exigirle cuentas a los políticos, a los responsables de tomar decisiones. Basta ya de parchear, necesitamos obras serias y duraderas. ¡Esto es un brete para la comunidad!
Por ahora, la búsqueda sigue. Los drones van arriba, los rescatistas abajo, y la gente de Purral rezando porque Samuel regrese a casa. Se han organizado colectas de comida y agua para los voluntarios, un gesto bonito de solidaridad. Ves que en medio de tanta adversidad, todavía hay corazones buenos dispuestos a ayudar. Eso sí te levanta el ánimo un poquito, aunque la incertidumbre siga presente.
Y hablando de incertidumbre, a uno le preocupa cómo va a afectar esto a la salud mental de los niños de la comunidad. Ver esto, saber que un compañero suyo sufrió así, puede dejar secuelas profundas. Necesitamos apoyo psicológico para ellos, espacios seguros donde puedan expresar sus emociones y sentirse acompañados. No podemos olvidarnos de eso en medio de toda la emergencia.
La verdad, es que esta historia te pega duro, ¿verdad? Te hace pensar en lo frágil que es la vida y en la importancia de cuidar nuestros barrios, nuestras familias. Ahora me pregunto, ¿crees que las autoridades realmente priorizarán invertir en mejoras de infraestructura para prevenir futuras tragedias como esta, o seguirá siendo solo una promesa electoral más?
Los hechos se dieron alrededor de las seis de la noche, y desde entonces, los cuerpos de socorro le han metido gallos a la búsqueda. La Cruz Roja, Bomberos, veterinarios acuáticos... ¡Un montón de gente buscando incansablemente! Dicen que están usando drones, revisando el sistema de tuberías y el río Torres, todo por encontrarlo sano y salvo. Uno se queda pensando qué estará sintiendo el pobre chico, y la familia pasando por momentos terribles, agarrándose a la esperanza.
Pero esto no es la primera vez que pasa, ¿saben? Purral siempre ha sido vulnerable cuando llueve a cántaros. Las alcantarillas son viejas, saturadas, y cuando se desbordan, se convierten en un peligro real. Hemos visto cosas parecidas en San José y Heredia, tragedias que nos recuerdan lo flojo que estamos en infraestructura. Parece que cada año es lo mismo, promesas vacías y problemas recurrentes. ¡Qué despiche!
Las autoridades, bueno, hacen lo que pueden. Han pedido a la gente que tenga cuidado, sobre todo a los padres, que no dejen que los niños caminen cerca de ríos o caños cuando esté lloviendo. Pero honestamente, ¿qué más quieren que hagamos? No podemos estar vigilando a los niños 24/7. Necesitamos soluciones reales, inversiones en mejorar estos sistemas que están obsoletos. Uno se desespera al ver que estas tragedias siguen sucediendo.
Y es que no solo se trata de la seguridad de los niños, sino también de todos nosotros. Estos sistemas de drenaje son una vergüenza, pasan años sin mantenimiento, y luego, cuando más necesitamos, nos salen las malas. Hay que exigirle cuentas a los políticos, a los responsables de tomar decisiones. Basta ya de parchear, necesitamos obras serias y duraderas. ¡Esto es un brete para la comunidad!
Por ahora, la búsqueda sigue. Los drones van arriba, los rescatistas abajo, y la gente de Purral rezando porque Samuel regrese a casa. Se han organizado colectas de comida y agua para los voluntarios, un gesto bonito de solidaridad. Ves que en medio de tanta adversidad, todavía hay corazones buenos dispuestos a ayudar. Eso sí te levanta el ánimo un poquito, aunque la incertidumbre siga presente.
Y hablando de incertidumbre, a uno le preocupa cómo va a afectar esto a la salud mental de los niños de la comunidad. Ver esto, saber que un compañero suyo sufrió así, puede dejar secuelas profundas. Necesitamos apoyo psicológico para ellos, espacios seguros donde puedan expresar sus emociones y sentirse acompañados. No podemos olvidarnos de eso en medio de toda la emergencia.
La verdad, es que esta historia te pega duro, ¿verdad? Te hace pensar en lo frágil que es la vida y en la importancia de cuidar nuestros barrios, nuestras familias. Ahora me pregunto, ¿crees que las autoridades realmente priorizarán invertir en mejoras de infraestructura para prevenir futuras tragedias como esta, o seguirá siendo solo una promesa electoral más?