Diay maes, si ustedes pensaban que la novela con el Conservatorio Castella ya había tenido su final de temporada, agarren palomitas porque el Ministerio de Educación Pública (MEP) acaba de meterle un giro dramático al guion. Parece que se cansaron del dime que te diré con la Fundación Castella y ahora la vara se puso color de hormiga: o les venden el terreno en Barreal de Heredia, o se van a la brava con una expropiación. ¡Así como lo oyen!
La cosa es que, después de meses de protestas, incertidumbre y comunicados de prensa que iban y venían, el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, salió a marcar la cancha. El mae lo dijo clarito: "el centro educativo es público, es nuestro". Reconocen que la Fundación es dueña de la finca, pero el MEP es el dueño del colegio, de las aulas, de todo el "chunche" donde los güilas reciben clases. Es un enredo que ya tiene a todo el mundo con los pelos de punta. Básicamente, el MEP se cansó de estar de arrimado en una propiedad que, legalmente, no le pertenece, y ahora está dispuesto a todo.
Y no crean que es puro show. El ministro fustigó –palabra que no se oye todos los días, por cierto– que ya tienen listos $10 millones del presupuesto para solucionar este despiche de una vez por todas. La propuesta para la Fundación es directa: negociemos un precio justo por el terreno (o una parte) y si no, nos vamos por la vía legal de la expropiación, amparados en el "interés superior del niño y el derecho a la educación". Es una jugada fuerte, una declaración de guerra con guante blanco. Mientras tanto, la Fundación, que hace poco anunció con bombos y platillos su propio plan para un "nuevo Castella" con teatro y tecnología del siglo 21, se topa ahora con este baldazo de agua fría.
Recordemos que este no es un pleito nuevo. La Fundación se ampara en una resolución de la Sala Primera que les da la razón sobre la propiedad del terreno, y con esa carta bajo la manga, se sienten con el derecho de demoler y construir su visión. Pero del otro lado, tenés a una comunidad entera –estudiantes, profes, egresados y padres de familia– que se ha tirado a la calle para defender el carácter público y accesible del Castella. ¡Qué torta más grande! Tenemos dos bandos con argumentos válidos, pero con visiones que chocan de frente. Por un lado, el derecho a la propiedad privada; por el otro, la defensa de una institución emblemática que es patrimonio de todos.
Al final, todo se resume en una pregunta que da miedo: ¿qué va a pasar con los estudiantes mientras estos dos gigantes se agarran del pelo? El MEP dice que quiere empezar a construir el próximo año, pero de aquí a que una compra o una expropiación se concrete, puede pasar una eternidad. El plan de la Fundación también suena a proyecto de largo plazo. Este es el clásico caso donde el pleito de los de arriba termina afectando a los de abajo. Ojalá que esta vez no se jalen una torta y que la solución, sea cual sea, no deje el futuro de cientos de artistas jóvenes en el aire. Pero bueno, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el MEP está haciendo lo correcto al ponerse rudo o la Fundación tiene toda la razón de hacer lo que quiera con su propiedad? ¡Abro debate en el foro!
La cosa es que, después de meses de protestas, incertidumbre y comunicados de prensa que iban y venían, el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, salió a marcar la cancha. El mae lo dijo clarito: "el centro educativo es público, es nuestro". Reconocen que la Fundación es dueña de la finca, pero el MEP es el dueño del colegio, de las aulas, de todo el "chunche" donde los güilas reciben clases. Es un enredo que ya tiene a todo el mundo con los pelos de punta. Básicamente, el MEP se cansó de estar de arrimado en una propiedad que, legalmente, no le pertenece, y ahora está dispuesto a todo.
Y no crean que es puro show. El ministro fustigó –palabra que no se oye todos los días, por cierto– que ya tienen listos $10 millones del presupuesto para solucionar este despiche de una vez por todas. La propuesta para la Fundación es directa: negociemos un precio justo por el terreno (o una parte) y si no, nos vamos por la vía legal de la expropiación, amparados en el "interés superior del niño y el derecho a la educación". Es una jugada fuerte, una declaración de guerra con guante blanco. Mientras tanto, la Fundación, que hace poco anunció con bombos y platillos su propio plan para un "nuevo Castella" con teatro y tecnología del siglo 21, se topa ahora con este baldazo de agua fría.
Recordemos que este no es un pleito nuevo. La Fundación se ampara en una resolución de la Sala Primera que les da la razón sobre la propiedad del terreno, y con esa carta bajo la manga, se sienten con el derecho de demoler y construir su visión. Pero del otro lado, tenés a una comunidad entera –estudiantes, profes, egresados y padres de familia– que se ha tirado a la calle para defender el carácter público y accesible del Castella. ¡Qué torta más grande! Tenemos dos bandos con argumentos válidos, pero con visiones que chocan de frente. Por un lado, el derecho a la propiedad privada; por el otro, la defensa de una institución emblemática que es patrimonio de todos.
Al final, todo se resume en una pregunta que da miedo: ¿qué va a pasar con los estudiantes mientras estos dos gigantes se agarran del pelo? El MEP dice que quiere empezar a construir el próximo año, pero de aquí a que una compra o una expropiación se concrete, puede pasar una eternidad. El plan de la Fundación también suena a proyecto de largo plazo. Este es el clásico caso donde el pleito de los de arriba termina afectando a los de abajo. Ojalá que esta vez no se jalen una torta y que la solución, sea cual sea, no deje el futuro de cientos de artistas jóvenes en el aire. Pero bueno, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que el MEP está haciendo lo correcto al ponerse rudo o la Fundación tiene toda la razón de hacer lo que quiera con su propiedad? ¡Abro debate en el foro!