Sobre las alianzas. ( Ganar, SÍ. Pero… )
Desde hace muchos años y, más recientemente, después del proceso y resultado del Referendo pasado, es común encontrar notas y voces que expresan que la “suciedad”, las mentiras, el miedo, el chantaje y el clientelismo, entre otras, son parte integral de la vida política costarricense, nos dicen que así ha sido siempre y que esas “condiciones” son necesarias y éticamente aceptables para ganar una contienda. Nos instan a considerarlo “natural” y yo me resisto a aceptarlo.
En Occidente, el siguiente relato suena como a fábula mágica; no en vano Einstein dijo del protagonista que: “Fue un hombre tan grande, que las futuras generaciones dudarán si realmente existió en carne y hueso”.
En su larga y rebelde estadía en Sudáfrica, El Maestro tuvo actitudes realmente sorprendentes que desmienten lo que muchos intentan hacernos creer con relación a las “armas” necesarias para ganar una contienda política y sobre el concepto propiamente de ganar.
En 1.909, los hindúes contratados en Sudáfrica como obreros, tenía un impedimento oficial para movilizarse entre Natal y la ciudad vecina de Transvaal, bajo pena de prisión de 1 a 3 meses. Algunos de los futuros rebeldes de la naciente “Fuerza del Alma” cumplieron hasta 8 condenas. En algunos momentos hubo hasta 2.500 en las cárceles por esa violación. Además tenían que pagar una tasa de 3 libras esterlinas si estos trabajadores quedaban liberados de su esclavitud y también, los matrimonios entre hindúes fueron declarados sin ninguna validez.
Fue entonces cuando Gandhi decidió organizar y crear una especie de “Comuna”, para darles abrigo a los futuros hombres y mujeres de la resistencia civil, en donde serían “adiestrados para vivir una vida sencilla en una armonía recíproca”. La “Granja de Tolstoi”, como la llamó, era el hogar de las familias de los rebeldes encarcelados y también para los propios rebeldes en los intervalos entre sentencia y sentencia. Un judío consecuente con la causa había donado unas 300 hectáreas para ese fin.
Eran unos 13.000 hombres, mujeres y niños hindúes que vivían esos atropellos de la política Inglesa en Sudáfrica, y Gandhi consideró que si se ejercía la presión suficiente, al final esa presión podría servir para solucionar los problemas afines que padecían los hindúes en la joya de la corona inglesa: India, su propio país.
Gandhi planeó su campaña… Sin “memorandos”.
Como punto de partida, organizó a las mujeres en un grupo que llamó “las hermanas del Transvaal” para que marcharan y desafiaran el arresto e ingresaran a Natal, como la restricción era a la inversa, ninguna fue arrestada.
A cambio, como represalia, el gobierno Inglés en Sudáfrica, en el mismo acto arrestó a las “hermanas de Natal”, o sea a las mujeres hindúes que radican en esa ciudad, lo que produjo una gran indignación y ello trajo nuevas reclutas al movimiento.
Como las “Hermanas de Transvaal – después de la marcha - estaban en libertad, se fueron a las minas de carbón de Newcastle y exhortaron a los trabajadores a una huelga con un éxito rotundo (En momentos hubo 50.000 trabajadores en huelga), entonces sí fueron encarceladas por el gobierno Inglés y los trabajadores despedidos fueron recibidos por Gandhi en la “Granja”. Pero eso fue un problema, Gandhi no sabía qué hacer con ellos ya que la granja no podía soportar a esa muchedumbre, no podía atenderles ni alimentarles.
Ante tal situación, Gandhi decidió que era mejor que algunos estuvieran en las cárceles para que fueran alimentados por el gobierno Inglés y decidió llevarlos en marcha a Transvaal, desafiando la restricción del gobierno con la certeza que serían encarcelados y de esa manera les aseguraba el alimento y el techo, por lo menos por 3 meses.
Gandhi, sin movilizar todavía a nadie, le telegrafió al General Smuts (Secretario inglés en Transvaal) y lo advirtió de su intención de provocar el arresto de sus rebeldes y le sugirió que los arrestara en Natal antes de que iniciaran la caminata. Cosa que Smuts no aceptó y más bien respondió: “No quiero tener que ver nada con usted. Puede hacer lo que quiera”.
El 6 de noviembre de 1.913, a las seis y media de la mañana, Gandhi contó su contingente. Había 2.037 hombres, 127 mujeres y 57 niños. Las órdenes del “pequeño general de Paz” eran simples: no resistirse al arresto, no resistirse a los azotes de la policía y portarse en forma moral e higiénica, y así quedó preparada la marcha para el día de Año Nuevo de 1.914.
Cuando se cernía sobre el gobierno inglés en Sudáfrica la desagradable amenaza de semejante contingente que desafiaría el arresto y cuando se preveían disturbios callejeros, sucedió –días antes - algo inesperado que agravaría la situación para el gobierno.
Los empleados blancos de todos los ferrocarriles de Sudáfrica se declararon en huelga por reivindicaciones grupales, ajenas a las luchas del Maestro.
Inmediatamente Gandhi canceló la marcha.
La “Fuerza del Alma”, explicó, nunca aprovechaba las debilidades coyunturales del adversario ni formaba alianzas poco naturales.
Los rebeldes de la resistencia civil confiaban en convencer el cerebro y conquistar el corazón mediante el sufrimiento, la sinceridad y la actitud caballeresca, sin herir, humillar ni causarle resentimiento al adversario.
Por su actitud, Gandhi recibió una avalancha de mensajes de aprobación y de congratulación, provenientes de la India, de Inglaterra y de la misma Sudáfrica.
Smuts, a pesar de estar muy ocupado con la huelga ferroviaria (había sido declarada la Ley Marcial) lo invitó a una reunión y Gandhi en ese acto pronunció una frase en sánscrito: “El perdón es el adorno de los valientes”.
Como resultado de esa reunión, la tasa de 3 libras esterlinas para salir de la esclavitud en Sudáfrica quedó anulada, los matrimonios hindúes, musulmanes y parsis se declararon válidos y los hindúes nacidos en Sudáfrica podían movilizarse hasta poder entrar a Ciudad del Cabo. No todo se logró, pero era una transición, reivindicaba el principio de la igualdad racial y eliminaba parte de la “mancha racial” en Sudáfrica.
Sobre todo era una victoria para la fuerza del Alma, “una fuerza que – según escribió Gandhi en “La Opinión Hindú” – “si se hiciera universal, revolucionaría los ideales sociales y eliminaría los despotismos y el creciente militarismo bajo cuya presión gimen las naciones de Occidente.”
En 1.915 Gandhi regresó a la India y siguiendo con ese tipo de actitud y de lucha, la India logró su independencia de Inglaterra después de siglos de dominio imperial.
Smuts, el mismo de Sudáfrica, ahora en Inglaterra, fue factor decisivo en la victoria de Gandhi al lograr la independencia de su país, fue su principal “aliado” dentro de las fuerzas inglesas.
Tal fue la recompensa de Gandhi.
Saludos.
Desde hace muchos años y, más recientemente, después del proceso y resultado del Referendo pasado, es común encontrar notas y voces que expresan que la “suciedad”, las mentiras, el miedo, el chantaje y el clientelismo, entre otras, son parte integral de la vida política costarricense, nos dicen que así ha sido siempre y que esas “condiciones” son necesarias y éticamente aceptables para ganar una contienda. Nos instan a considerarlo “natural” y yo me resisto a aceptarlo.
En Occidente, el siguiente relato suena como a fábula mágica; no en vano Einstein dijo del protagonista que: “Fue un hombre tan grande, que las futuras generaciones dudarán si realmente existió en carne y hueso”.
En su larga y rebelde estadía en Sudáfrica, El Maestro tuvo actitudes realmente sorprendentes que desmienten lo que muchos intentan hacernos creer con relación a las “armas” necesarias para ganar una contienda política y sobre el concepto propiamente de ganar.
En 1.909, los hindúes contratados en Sudáfrica como obreros, tenía un impedimento oficial para movilizarse entre Natal y la ciudad vecina de Transvaal, bajo pena de prisión de 1 a 3 meses. Algunos de los futuros rebeldes de la naciente “Fuerza del Alma” cumplieron hasta 8 condenas. En algunos momentos hubo hasta 2.500 en las cárceles por esa violación. Además tenían que pagar una tasa de 3 libras esterlinas si estos trabajadores quedaban liberados de su esclavitud y también, los matrimonios entre hindúes fueron declarados sin ninguna validez.
Fue entonces cuando Gandhi decidió organizar y crear una especie de “Comuna”, para darles abrigo a los futuros hombres y mujeres de la resistencia civil, en donde serían “adiestrados para vivir una vida sencilla en una armonía recíproca”. La “Granja de Tolstoi”, como la llamó, era el hogar de las familias de los rebeldes encarcelados y también para los propios rebeldes en los intervalos entre sentencia y sentencia. Un judío consecuente con la causa había donado unas 300 hectáreas para ese fin.
Eran unos 13.000 hombres, mujeres y niños hindúes que vivían esos atropellos de la política Inglesa en Sudáfrica, y Gandhi consideró que si se ejercía la presión suficiente, al final esa presión podría servir para solucionar los problemas afines que padecían los hindúes en la joya de la corona inglesa: India, su propio país.
Gandhi planeó su campaña… Sin “memorandos”.
Como punto de partida, organizó a las mujeres en un grupo que llamó “las hermanas del Transvaal” para que marcharan y desafiaran el arresto e ingresaran a Natal, como la restricción era a la inversa, ninguna fue arrestada.
A cambio, como represalia, el gobierno Inglés en Sudáfrica, en el mismo acto arrestó a las “hermanas de Natal”, o sea a las mujeres hindúes que radican en esa ciudad, lo que produjo una gran indignación y ello trajo nuevas reclutas al movimiento.
Como las “Hermanas de Transvaal – después de la marcha - estaban en libertad, se fueron a las minas de carbón de Newcastle y exhortaron a los trabajadores a una huelga con un éxito rotundo (En momentos hubo 50.000 trabajadores en huelga), entonces sí fueron encarceladas por el gobierno Inglés y los trabajadores despedidos fueron recibidos por Gandhi en la “Granja”. Pero eso fue un problema, Gandhi no sabía qué hacer con ellos ya que la granja no podía soportar a esa muchedumbre, no podía atenderles ni alimentarles.
Ante tal situación, Gandhi decidió que era mejor que algunos estuvieran en las cárceles para que fueran alimentados por el gobierno Inglés y decidió llevarlos en marcha a Transvaal, desafiando la restricción del gobierno con la certeza que serían encarcelados y de esa manera les aseguraba el alimento y el techo, por lo menos por 3 meses.
Gandhi, sin movilizar todavía a nadie, le telegrafió al General Smuts (Secretario inglés en Transvaal) y lo advirtió de su intención de provocar el arresto de sus rebeldes y le sugirió que los arrestara en Natal antes de que iniciaran la caminata. Cosa que Smuts no aceptó y más bien respondió: “No quiero tener que ver nada con usted. Puede hacer lo que quiera”.
El 6 de noviembre de 1.913, a las seis y media de la mañana, Gandhi contó su contingente. Había 2.037 hombres, 127 mujeres y 57 niños. Las órdenes del “pequeño general de Paz” eran simples: no resistirse al arresto, no resistirse a los azotes de la policía y portarse en forma moral e higiénica, y así quedó preparada la marcha para el día de Año Nuevo de 1.914.
Cuando se cernía sobre el gobierno inglés en Sudáfrica la desagradable amenaza de semejante contingente que desafiaría el arresto y cuando se preveían disturbios callejeros, sucedió –días antes - algo inesperado que agravaría la situación para el gobierno.
Los empleados blancos de todos los ferrocarriles de Sudáfrica se declararon en huelga por reivindicaciones grupales, ajenas a las luchas del Maestro.
Inmediatamente Gandhi canceló la marcha.
La “Fuerza del Alma”, explicó, nunca aprovechaba las debilidades coyunturales del adversario ni formaba alianzas poco naturales.
Los rebeldes de la resistencia civil confiaban en convencer el cerebro y conquistar el corazón mediante el sufrimiento, la sinceridad y la actitud caballeresca, sin herir, humillar ni causarle resentimiento al adversario.
Por su actitud, Gandhi recibió una avalancha de mensajes de aprobación y de congratulación, provenientes de la India, de Inglaterra y de la misma Sudáfrica.
Smuts, a pesar de estar muy ocupado con la huelga ferroviaria (había sido declarada la Ley Marcial) lo invitó a una reunión y Gandhi en ese acto pronunció una frase en sánscrito: “El perdón es el adorno de los valientes”.
Como resultado de esa reunión, la tasa de 3 libras esterlinas para salir de la esclavitud en Sudáfrica quedó anulada, los matrimonios hindúes, musulmanes y parsis se declararon válidos y los hindúes nacidos en Sudáfrica podían movilizarse hasta poder entrar a Ciudad del Cabo. No todo se logró, pero era una transición, reivindicaba el principio de la igualdad racial y eliminaba parte de la “mancha racial” en Sudáfrica.
Sobre todo era una victoria para la fuerza del Alma, “una fuerza que – según escribió Gandhi en “La Opinión Hindú” – “si se hiciera universal, revolucionaría los ideales sociales y eliminaría los despotismos y el creciente militarismo bajo cuya presión gimen las naciones de Occidente.”
En 1.915 Gandhi regresó a la India y siguiendo con ese tipo de actitud y de lucha, la India logró su independencia de Inglaterra después de siglos de dominio imperial.
Smuts, el mismo de Sudáfrica, ahora en Inglaterra, fue factor decisivo en la victoria de Gandhi al lograr la independencia de su país, fue su principal “aliado” dentro de las fuerzas inglesas.
Tal fue la recompensa de Gandhi.
Saludos.