Maes, en serio, a veces uno se sienta a leer las noticias del brete y no sabe si reír, llorar o mandarse a pedir un Uber para el Juan Santamaría y no volver. Hoy fue uno de esos días. Agárrense, porque la última declaración del presi, Rodrigo Chaves, sobre la ola de violencia que nos tiene a todos con el Jesús en la boca, es para sentarse a analizarla con un cafecito bien cargado. Resulta que, en su programa de los miércoles, el mae soltó, con toda la paz del mundo, que este despiche de la inseguridad "no es tan grande como también lo quieren poner". Repito: "no es tan grande".
Diay, la cosa es que Chaves no estaba solo. Tenía a su lado al ministro de Seguridad y al de Justicia, como para darle más peso a la vara. Y la frase completa es una joya del malabarismo verbal: dijo que el desastre de seguridad pública "no es tan grande como también lo quieren poner, pero que es excesivo para una Nación como la nuestra". O sea, ¿cómo es la vara? ¿No es tan grande, pero es excesivo? Es como decir "no me estoy ahogando, pero el agua ya me llegó al cuello". Es una contradicción que deja a uno pensando si el discurso está diseñado para calmar a la gente o para confundirla, mientras la realidad en la calle nos grita otra cosa completamente distinta.
Y como es costumbre, después de la minimizada, vino el clásico pase de facturas. El presidente le tiró la bola al fiscal general, Carlo Díaz, y de paso a la expresidenta Laura Chinchilla, quien la semana pasada dijo en el Congreso que toda esta crisis es culpa de la administración actual. Un "tira y encoge" político de manual, donde parece que lo más importante no es solucionar el problema, sino encontrar a quién echarle la culpa. Mientras ellos se pelean en Cuesta de Moras y Zapote, en las calles seguimos contando muertos. Es un pleito que, sinceramente, a la gente de a pie le sirve para pura... nada.
Aquí es donde el discurso se va al traste y choca de frente con la matemática pura y dura. Hablemos de números, porque esos no tienen color político. Según los datos del mismo OIJ, al 18 de agosto ya íbamos por 553 homicidios. ¡553! Y para que duela más, el 2023 fue el año más violento de NUESTRA HISTORIA con 907 asesinatos, y el 2024 no se quedó atrás con 880. Los tres años de la administración Chaves Robles son, literalmente, los más sangrientos desde que tenemos registros. Entonces, cuando uno ve estas cifras, que son personas, familias destrozadas, y escucha que la crisis "no es tan grande", es inevitable sentir un colerón. ¡Qué torta que la percepción desde Casa Presidencial esté tan divorciada de las estadísticas oficiales!
Y para rematar, esta discusión no es un chunche abstracto. Hace apenas unos días, en un restaurante en Lindora, en medio de una balacera entre narcos, murió un mae llamado Juan Manuel González. Un tipo de 44 años, una víctima colateral, un inocente que simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Esa es la realidad que los números esconden. No son solo estadísticas, es gente que ya no va a volver a su casa. La violencia no es un titular que se pueda minimizar en una conferencia; es el vecino, el compa del brete, el familiar que ya no está. Por eso, les pregunto a ustedes, los que andan en la calle todos los días: Más allá del pleito político, ¿ustedes de verdad sienten que esta crisis "no es tan grande" o estamos viviendo en dos Costa Ricas completamente diferentes?
Diay, la cosa es que Chaves no estaba solo. Tenía a su lado al ministro de Seguridad y al de Justicia, como para darle más peso a la vara. Y la frase completa es una joya del malabarismo verbal: dijo que el desastre de seguridad pública "no es tan grande como también lo quieren poner, pero que es excesivo para una Nación como la nuestra". O sea, ¿cómo es la vara? ¿No es tan grande, pero es excesivo? Es como decir "no me estoy ahogando, pero el agua ya me llegó al cuello". Es una contradicción que deja a uno pensando si el discurso está diseñado para calmar a la gente o para confundirla, mientras la realidad en la calle nos grita otra cosa completamente distinta.
Y como es costumbre, después de la minimizada, vino el clásico pase de facturas. El presidente le tiró la bola al fiscal general, Carlo Díaz, y de paso a la expresidenta Laura Chinchilla, quien la semana pasada dijo en el Congreso que toda esta crisis es culpa de la administración actual. Un "tira y encoge" político de manual, donde parece que lo más importante no es solucionar el problema, sino encontrar a quién echarle la culpa. Mientras ellos se pelean en Cuesta de Moras y Zapote, en las calles seguimos contando muertos. Es un pleito que, sinceramente, a la gente de a pie le sirve para pura... nada.
Aquí es donde el discurso se va al traste y choca de frente con la matemática pura y dura. Hablemos de números, porque esos no tienen color político. Según los datos del mismo OIJ, al 18 de agosto ya íbamos por 553 homicidios. ¡553! Y para que duela más, el 2023 fue el año más violento de NUESTRA HISTORIA con 907 asesinatos, y el 2024 no se quedó atrás con 880. Los tres años de la administración Chaves Robles son, literalmente, los más sangrientos desde que tenemos registros. Entonces, cuando uno ve estas cifras, que son personas, familias destrozadas, y escucha que la crisis "no es tan grande", es inevitable sentir un colerón. ¡Qué torta que la percepción desde Casa Presidencial esté tan divorciada de las estadísticas oficiales!
Y para rematar, esta discusión no es un chunche abstracto. Hace apenas unos días, en un restaurante en Lindora, en medio de una balacera entre narcos, murió un mae llamado Juan Manuel González. Un tipo de 44 años, una víctima colateral, un inocente que simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Esa es la realidad que los números esconden. No son solo estadísticas, es gente que ya no va a volver a su casa. La violencia no es un titular que se pueda minimizar en una conferencia; es el vecino, el compa del brete, el familiar que ya no está. Por eso, les pregunto a ustedes, los que andan en la calle todos los días: Más allá del pleito político, ¿ustedes de verdad sienten que esta crisis "no es tan grande" o estamos viviendo en dos Costa Ricas completamente diferentes?