Mae, uno abre el periódico digital (porque ya nadie compra el de papel, seamos honestos) y es la misma historia de siempre: balaceras, asaltos, estafas. Por eso, cuando vi el titular de Natalia Díaz tirándole con todo al Gobierno por el tema de la inseguridad, mi primera reacción fue un "diay, hasta que alguien dice lo obvio". La candidata de Unidos Podemos básicamente puso sobre la mesa lo que todos conversamos en la soda o en el bus: esto se está saliendo de control y parece que nadie al mando tiene un plan claro para frenarlo.
La vara es que los datos que suelta Díaz no son ninguna sorpresa, pero verlos todos juntos asusta. Un homicidio cada 10 horas. Los dueños de negocios pequeños viviendo con el corazón en la mano por las extorsiones. Uno ya ni saca el celular en la parada del bus por si las moscas. Es un despiche completo, y la sensación general es que la paz social que tanto nos vendieron como marca país se nos está yendo entre los dedos. Díaz dice que el Gobierno no muestra "contundencia", y la verdad, viendo el panorama, cuesta no darle la razón. La percepción en la calle es que el brete se está quedando corto y que estamos perdiendo la tranquilidad a pasos agigantados.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone interesante y uno, como buen tico, se vuelve un poco cínico. Ojo, no le quito ni un gramo de verdad a lo que dice: la inseguridad es real y nos está ahogando. Pero, ¿es casualidad que estas declaraciones tan fuertes vengan justo cuando la carrera presidencial empieza a calentarse? Díaz fue ministra de la Presidencia. Conoce el monstruo desde adentro. Sabe perfectamente qué botones apretar. Es inevitable preguntarse si esto es una preocupación genuina y urgente, o si es la primera jugada de ajedrez en un tablero electoral que se va a poner color de hormiga. Es la eterna pregunta: ¿nos están hablando los ciudadanos preocupados o los políticos en campaña?
Quizás el punto más importante que tocó, y en el que todos deberíamos pensar, es cuando pide no "normalizar la violencia". Y es que ahí está el verdadero peligro. Ya casi no nos sorprenden los titulares sangrientos. Escuchamos de un asalto en el barrio y la reacción es "¡qué sal, mae!", pero a los cinco minutos seguimos con nuestras vidas. Se nos está haciendo callo. Nos estamos acostumbrando a vivir con un miedo de fondo, a calcular riesgos para hacer cosas que antes eran cotidianas. Pasamos del "pura vida" a la "pura zozobra", y ese cambio es más peligroso que cualquier estadística, porque significa que estamos perdiendo nuestra esencia.
Al final, el discurso de Natalia Díaz nos deja con una encrucijada. Por un lado, es un baldazo de agua fría necesario sobre un problema que nos carcome. Por otro, viene empaquetado en el celofán de la política tradicional. Más allá de si es ella, Figueres, Villalta o un completo desconocido quien lo dice, la pregunta del millón sigue en el aire: ¿Cómo salimos de este hueco? ¿De verdad hay una solución real o ya este tema se fue al traste y solo nos queda aprender a vivir con las puertas trancadas y mirando por encima del hombro? ¿Qué piensan ustedes, maes?
La vara es que los datos que suelta Díaz no son ninguna sorpresa, pero verlos todos juntos asusta. Un homicidio cada 10 horas. Los dueños de negocios pequeños viviendo con el corazón en la mano por las extorsiones. Uno ya ni saca el celular en la parada del bus por si las moscas. Es un despiche completo, y la sensación general es que la paz social que tanto nos vendieron como marca país se nos está yendo entre los dedos. Díaz dice que el Gobierno no muestra "contundencia", y la verdad, viendo el panorama, cuesta no darle la razón. La percepción en la calle es que el brete se está quedando corto y que estamos perdiendo la tranquilidad a pasos agigantados.
Ahora, aquí es donde la cosa se pone interesante y uno, como buen tico, se vuelve un poco cínico. Ojo, no le quito ni un gramo de verdad a lo que dice: la inseguridad es real y nos está ahogando. Pero, ¿es casualidad que estas declaraciones tan fuertes vengan justo cuando la carrera presidencial empieza a calentarse? Díaz fue ministra de la Presidencia. Conoce el monstruo desde adentro. Sabe perfectamente qué botones apretar. Es inevitable preguntarse si esto es una preocupación genuina y urgente, o si es la primera jugada de ajedrez en un tablero electoral que se va a poner color de hormiga. Es la eterna pregunta: ¿nos están hablando los ciudadanos preocupados o los políticos en campaña?
Quizás el punto más importante que tocó, y en el que todos deberíamos pensar, es cuando pide no "normalizar la violencia". Y es que ahí está el verdadero peligro. Ya casi no nos sorprenden los titulares sangrientos. Escuchamos de un asalto en el barrio y la reacción es "¡qué sal, mae!", pero a los cinco minutos seguimos con nuestras vidas. Se nos está haciendo callo. Nos estamos acostumbrando a vivir con un miedo de fondo, a calcular riesgos para hacer cosas que antes eran cotidianas. Pasamos del "pura vida" a la "pura zozobra", y ese cambio es más peligroso que cualquier estadística, porque significa que estamos perdiendo nuestra esencia.
Al final, el discurso de Natalia Díaz nos deja con una encrucijada. Por un lado, es un baldazo de agua fría necesario sobre un problema que nos carcome. Por otro, viene empaquetado en el celofán de la política tradicional. Más allá de si es ella, Figueres, Villalta o un completo desconocido quien lo dice, la pregunta del millón sigue en el aire: ¿Cómo salimos de este hueco? ¿De verdad hay una solución real o ya este tema se fue al traste y solo nos queda aprender a vivir con las puertas trancadas y mirando por encima del hombro? ¿Qué piensan ustedes, maes?