¡Aguanten, pura vida! Resulta que nos echamos unas pláticas con Cayeto, vocalista y alma de Ojo de Buey, en Extra Radio 92.3 FM, y vaya vainas que nos contó sobre cómo empezó todo este brete musical. La banda, que ya lleva unos buenos años dando guerra, tiene una historia bien interesante detrás, llena de rollo de amigos, playas y mucho reggae, mándale.
Todo comenzó allá por el 2007, cuando unos cuantos panas, bardos por la música, decidieron unir fuerzas y armar Ojo de Buey. Al principio era puro chunche, ir probando cosas, buscando su sonido, pero poquito a poco se fueron afianzando. No se trataba de aspirar a ganar premios ni fama, sino de compartir sus vibras y conectar con la gente a través de la música, ahí radica la verdadera riqueza, ¿no creen?
Y hablando de conectar, la banda ha recorrido un buen pedazo de Latinoamérica, desde Panamá hasta El Salvador, sembrando su reggae y raíces por todas partes. Imagínate la movida, llevarle ese sabor a tanta gente diferente, ver cómo la música une culturas y derriba barreras... ¡Qué carga de energía!
Pero la historia de Ojo de Buey también tiene su lado curioso. Su primer disco, “Sabor En Un Tiempo Cruel”, salió en 2011 y la grabación, créanme, fue toda una aventura. Lo hicieron en una casita en la playa de Herradura, Puntarenas. ¡Duro escenario, diay! Según Cayeto, él jamás se había imaginado tener un disco, pero la insistencia de sus panas lo convenció, y así, con pura improvisación y cariño, quedó plasmado ese primer trabajo.
Luego vino el segundo álbum, otra experiencia memorable. Esta vez, eligieron una casa en Cartago para grabar, y ahí se encerraron por diez días. “Recuerdo eso como una vivencia impresionante”, comentó Cayeto. Aunque admitió que fue “riesgosa”, también dijo que la volvería a hacer “las veces que sean”. Se nota que la conexión que tienen los integrantes de la banda es algo muy especial, una relación basada en la confianza y el respeto mutuo.
A lo largo de estos años, Cayeto ha sido el único miembro original que ha permanecido en la banda, pero él reconoce y valora el aporte de todos aquellos que han pasado por Ojo de Buey. “Estoy agradecido por todos los que han pasado por la agrupación quienes le han aportado de alguna forma a la banda”, expresó con sinceridad. Esa humildad y reconocimiento hacia sus compañeros es lo que realmente marca la diferencia.
Además de su pasión por la música, Cayeto reveló su gusto por la radio, un medio que considera fundamental para conectar con el público. Participar en programas como “El Sonido de Mi País” le permite compartir su visión del mundo y su arte con una audiencia cada vez mayor. Y nosotros, como oyentes, nos enriquecemos con esas conversaciones llenas de sabiduría y autenticidad. ¡Qué bueno poder disfrutar de figuras como Cayeto, que aportan tanto a nuestra cultura!
Así que ya saben, si andan buscando música que les levante el ánimo y les haga pensar, pónganse a escuchar a Ojo de Buey. Pero ahora, me pregunto: ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que la música tiene el poder de transformar nuestras comunidades y promover valores positivos como la amistad, la perseverancia y el respeto por la diversidad cultural?
Todo comenzó allá por el 2007, cuando unos cuantos panas, bardos por la música, decidieron unir fuerzas y armar Ojo de Buey. Al principio era puro chunche, ir probando cosas, buscando su sonido, pero poquito a poco se fueron afianzando. No se trataba de aspirar a ganar premios ni fama, sino de compartir sus vibras y conectar con la gente a través de la música, ahí radica la verdadera riqueza, ¿no creen?
Y hablando de conectar, la banda ha recorrido un buen pedazo de Latinoamérica, desde Panamá hasta El Salvador, sembrando su reggae y raíces por todas partes. Imagínate la movida, llevarle ese sabor a tanta gente diferente, ver cómo la música une culturas y derriba barreras... ¡Qué carga de energía!
Pero la historia de Ojo de Buey también tiene su lado curioso. Su primer disco, “Sabor En Un Tiempo Cruel”, salió en 2011 y la grabación, créanme, fue toda una aventura. Lo hicieron en una casita en la playa de Herradura, Puntarenas. ¡Duro escenario, diay! Según Cayeto, él jamás se había imaginado tener un disco, pero la insistencia de sus panas lo convenció, y así, con pura improvisación y cariño, quedó plasmado ese primer trabajo.
Luego vino el segundo álbum, otra experiencia memorable. Esta vez, eligieron una casa en Cartago para grabar, y ahí se encerraron por diez días. “Recuerdo eso como una vivencia impresionante”, comentó Cayeto. Aunque admitió que fue “riesgosa”, también dijo que la volvería a hacer “las veces que sean”. Se nota que la conexión que tienen los integrantes de la banda es algo muy especial, una relación basada en la confianza y el respeto mutuo.
A lo largo de estos años, Cayeto ha sido el único miembro original que ha permanecido en la banda, pero él reconoce y valora el aporte de todos aquellos que han pasado por Ojo de Buey. “Estoy agradecido por todos los que han pasado por la agrupación quienes le han aportado de alguna forma a la banda”, expresó con sinceridad. Esa humildad y reconocimiento hacia sus compañeros es lo que realmente marca la diferencia.
Además de su pasión por la música, Cayeto reveló su gusto por la radio, un medio que considera fundamental para conectar con el público. Participar en programas como “El Sonido de Mi País” le permite compartir su visión del mundo y su arte con una audiencia cada vez mayor. Y nosotros, como oyentes, nos enriquecemos con esas conversaciones llenas de sabiduría y autenticidad. ¡Qué bueno poder disfrutar de figuras como Cayeto, que aportan tanto a nuestra cultura!
Así que ya saben, si andan buscando música que les levante el ánimo y les haga pensar, pónganse a escuchar a Ojo de Buey. Pero ahora, me pregunto: ¿Ustedes qué opinan? ¿Creen que la música tiene el poder de transformar nuestras comunidades y promover valores positivos como la amistad, la perseverancia y el respeto por la diversidad cultural?
