¡Ay, Dios mío, pura vida! Resulta que la gigante holandesa Heineken se tragó FIFCO entero, quedando con el 75% restante de las operaciones. Y no cualquier jugadita, ¡no señor! Según dicen, ahora Costa Rica estará dentro del top 5 de las operaciones más rentables de Heineken a nivel mundial. ¿Se imaginan eso, mi gente? Nosotros, los ticos, siendo clave en los libros de contabilidad de una compañía así.
Para ponerle pausa al café, FIFCO, para los que no estén al día, es la casa matriz de cervezas como Imperial (nuestra imperial!), Pilsen, Bavaria, Adán y Eva y Tropical. Además, tienen toda la onda con las cadenas de tiendas Musmanni y Musi, donde uno anda buscando unos chunches rápidos. Todo esto, multiplicado por tres mil doscientos millones de dólares, ¡una vaina tremenda!
Dolf van den Brink, el jefe máximo de Heineken, soltó unas palabras bonitas diciendo que esto es un “hito transformador”. Habló de “marcas icónicas”, “conocimiento de mercado” y hasta “compromiso con la sostenibilidad”. Suena a discurso de gerente, pero vamos, a uno le da gusto ver que le ponen ojos a nuestro país. Es como si nos estuvieran diciendo: 'Eh, ticos, ustedes saben hacer las cosas bien'.
Lo que realmente nos pone a pensar es cómo llegó FIFCO a estar en esa posición tan sólida. En 2024, Distribuidora La Florida – el brazo de FIFCO encargado de las bebidas y comida – movió unos mil ciento treinta y dos millones de dólares en ingresos netos. ¡Mil cien millones solamente! Y hablando de números duros, el EBITDA alcanzó los trecientos treinta y cuatro millones, y la utilidad operativa tocó los doscientos setenta y ocho millones. Con esas cifras, no me extraña que Heineken se haya enamorado.
Pero no se trata solo de cerveza, brete. Heineken también se anexa la segunda operación más grande de refrescos en el país, con dos millones quinientos mil hectolitros anuales, incluyendo marcas propias y hasta la licencia para embotellar PepsiCo. Y encima, se llevan un sistema de distribución que parece salido de una película de espías, con alcance a todos lados. ¡Esto sí que es poder!
Heineken no solo está apostando por Costa Rica, sino que también está haciendo movimientos fuertes en otros países centroamericanos. Se hace dueño total de la cervecera de Panamá, que ha ido creciendo como espuma; amplía su influencia en Nicaragua; integra negocios de alimentos y refrescos en Guatemala, y absorbe el negocio de ‘más allá de la cerveza’ en México. Así, construye un imperio regional con nosotros como el corazón palpitante.
Financieramente, la jugada promete. Heineken estima que la adquisición impactará positivamente en sus márgenes y ganancias por acción. Aunque implica meterle mano al bolsillo, pidiendo prestados casi dos mil millones de euros (unos mil nuevecientos millones de colones), confían en recuperar la inversión con ahorros de unos cincuenta millones de dólares anuales gracias a una mejor logística y operaciones más eficientes. Wilhelm Steinvorth, el presidente de Fifco, también expresó su satisfacción, resaltando la importancia de preservar la identidad cultural de las marcas.
La transacción aún necesita luz verde de los accionistas y los entes reguladores, así que todavía hay tiempo para esperar. Se espera que cierre en el primer semestre de 2026. Mientras tanto, solo queda disfrutar de una Imperial fría y preguntarnos: ¿Cómo cambiará esta adquisición la cultura cervecera costarricense y qué implicaciones tendrá para los trabajadores y consumidores a largo plazo? ¿Seremos testigos de un resurgimiento de marcas clásicas o veremos innovaciones enfocadas en conquistar nuevos paladares?
Para ponerle pausa al café, FIFCO, para los que no estén al día, es la casa matriz de cervezas como Imperial (nuestra imperial!), Pilsen, Bavaria, Adán y Eva y Tropical. Además, tienen toda la onda con las cadenas de tiendas Musmanni y Musi, donde uno anda buscando unos chunches rápidos. Todo esto, multiplicado por tres mil doscientos millones de dólares, ¡una vaina tremenda!
Dolf van den Brink, el jefe máximo de Heineken, soltó unas palabras bonitas diciendo que esto es un “hito transformador”. Habló de “marcas icónicas”, “conocimiento de mercado” y hasta “compromiso con la sostenibilidad”. Suena a discurso de gerente, pero vamos, a uno le da gusto ver que le ponen ojos a nuestro país. Es como si nos estuvieran diciendo: 'Eh, ticos, ustedes saben hacer las cosas bien'.
Lo que realmente nos pone a pensar es cómo llegó FIFCO a estar en esa posición tan sólida. En 2024, Distribuidora La Florida – el brazo de FIFCO encargado de las bebidas y comida – movió unos mil ciento treinta y dos millones de dólares en ingresos netos. ¡Mil cien millones solamente! Y hablando de números duros, el EBITDA alcanzó los trecientos treinta y cuatro millones, y la utilidad operativa tocó los doscientos setenta y ocho millones. Con esas cifras, no me extraña que Heineken se haya enamorado.
Pero no se trata solo de cerveza, brete. Heineken también se anexa la segunda operación más grande de refrescos en el país, con dos millones quinientos mil hectolitros anuales, incluyendo marcas propias y hasta la licencia para embotellar PepsiCo. Y encima, se llevan un sistema de distribución que parece salido de una película de espías, con alcance a todos lados. ¡Esto sí que es poder!
Heineken no solo está apostando por Costa Rica, sino que también está haciendo movimientos fuertes en otros países centroamericanos. Se hace dueño total de la cervecera de Panamá, que ha ido creciendo como espuma; amplía su influencia en Nicaragua; integra negocios de alimentos y refrescos en Guatemala, y absorbe el negocio de ‘más allá de la cerveza’ en México. Así, construye un imperio regional con nosotros como el corazón palpitante.
Financieramente, la jugada promete. Heineken estima que la adquisición impactará positivamente en sus márgenes y ganancias por acción. Aunque implica meterle mano al bolsillo, pidiendo prestados casi dos mil millones de euros (unos mil nuevecientos millones de colones), confían en recuperar la inversión con ahorros de unos cincuenta millones de dólares anuales gracias a una mejor logística y operaciones más eficientes. Wilhelm Steinvorth, el presidente de Fifco, también expresó su satisfacción, resaltando la importancia de preservar la identidad cultural de las marcas.
La transacción aún necesita luz verde de los accionistas y los entes reguladores, así que todavía hay tiempo para esperar. Se espera que cierre en el primer semestre de 2026. Mientras tanto, solo queda disfrutar de una Imperial fría y preguntarnos: ¿Cómo cambiará esta adquisición la cultura cervecera costarricense y qué implicaciones tendrá para los trabajadores y consumidores a largo plazo? ¿Seremos testigos de un resurgimiento de marcas clásicas o veremos innovaciones enfocadas en conquistar nuevos paladares?